✘Capitulo 29✘

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Me siento en el sillón y espero a que Kail cierre la puerta de su apartamento.

-Vale, te escucho. - dice apoyando la mitad de su cuerpo en el mueble donde se encuentra la televisión.

-Pues no hay mucho que contar la verdad. - me encojo de hombros. - Estuve saliendo con James hace dos años. La típica historia de niña enamorada del guapo hermano mayor de su mejor amiga.

-Ahorrate esa parte por favor. Todavía estoy a tiempo de ir a matarlo. - suelta él.

Pongo los ojos en blanco y continuo. -Resumiendo: salimos, él quería más yo no estaba preparada y pues él empezó a comportarse como un cabrón. - me ahorro la parte en la que James se volvió agresivo, sé que Kail iría a buscarlo.

-Lo quiero lejos de ti.

-Es el hermano de Alis. - replico.

-Me la suda totalmente, no quiero ni que respire el mismo aire que tú.

-¿Sabes lo infantil que estás siendo? - pongo los ojos en blanco.

-Infantil, pero letal.

Alzo las cejas con incredulidad. -Vaya ego tienes.

-Dana, no quiero al idiota de tu ex cerca, se acabó la discusión.

-Claro, muy maduro Blake - cruzo los brazos.

-Nunca dije que lo fuera Hunter. - dice caminando a su habitación.

Me está estresado. No es como si quisiera estar cerca de James pero tampoco puedo mantenerme alejada por completo, vive en la misma casa que mi mejor amiga. Es inevitable que lo vea. Además no es ninguna amenaza, no entiendo por qué Kail se comporta como un maldito niño caprichoso. A menos que...

-¡Ohhhh vaya! ¿Esto es enserio? - grito.

Vuelve a la sala sin camisa y me mira enarcando una ceja. - ¿A qué te refieres?

-¿Estás celoso Kail Blake? - pregunto con una sonrisa radiante en la cara.

Él suelta una carcajada arrogante y se acerca. Dios juro que necesito de toda mi fuerza de voluntad para centrarme en seguir molestándolo y no mirar su abdomen trabajado.

-¿Yo celoso? ¿De ese idiota? - se inclina hacia delante y pone sus manos en el respaldo del sofá, dejándome atrapada.

-Sí, tú celoso de ese idiota.

-Me da que no, cielo. - besa un punto entre mi oreja y mi mandíbula y yo ahogo un suspiro de satisfacción.

-Oh bueno, si no estás celoso puedo quedarme esta noche también en casa de Alis y ver una... - no me deja continuar me agarra por las caderas y me levanta, un grito de sorpresa escapa de mi garganta. Camina hasta la pared más cercana y me deja con la espalda pegada a ella. Sus movimientos han sido bruscos, pero cuidadosos al mismo tiempo.

-Ni se te ocurra. - gruñe.

-¿Pero por qué si no estabas celoso? - pregunto inocente.

-Dana...para.

-Necesito que lo digas por favor. - me rio.

-No le veo la gracia. - me deja en el suelo, molesto.

-Pues es muy fácil de verla. Estás celoso de alguien que apenas soporto.

-Primero, no estoy celoso y segundo, como no pares ya esto va acabar mal, calla. - se vuelve a meter en su cuarto y lo sigo mordiendome la cara interna de la mejilla, intentando no sonreír.

Está sentado en la cama con su móvil. Me subo y gateo hasta llegar a él, espero unos minutos a que ponga su atención en mi, pero cuando no lo hace le quito el aparato de entre los dedos y lo lanzo a la alfombra.

-¿Se puede saber que haces? - pregunta visiblemente molesto.

-Kail no seas así. - hago un puchero.

-¿Quieres estarte quietita un rato? - intenta levantarse, pero lo empujo y me siento a horcajadas sobre él. - Dana...

-Kaaail. - lo imito exagerando. -Escucha y deja de comportarte como un niño de cinco años con una pataleta.

-¿Debería preocuparme por el hecho de que me lleves llamando infantil todo el día? - pone los ojos en blanco y me parece un gesto tan mono viniendo de un tipo duro como él, que por un momento se me olvida qué está pasando.

-Supongamos que estás celoso, no deberías estarlo. - digo ignorando su pregunta. Él intenta levantarse, pero lo paro de nuevo. Soy muy consciente de que se está dejando hacer, si quisiera levantarse y quitarme de encima ya lo hubiera hecho.

-No lo estoy. - replica.

-He dicho supongamos Blake. ¿Estás sordo? - Kail sonríe de lado.

-Como vuelvas a llamarme por mi apellido otra vez tendré que cobrarmela.

-Ya te la cobrarás después, ahora vamos a hablar esto como una pareja normal.

-No somos una pareja normal.

-Vamos a fingir que sí durante un rato. - acaricio su abdomen y esbozo la sonrisa más inocente que soy capaz de poner.

Vuelve a poner los ojos en blanco, le he pegado mi manía. -Simplemente no quiero que estés cerca de él.

-Necesito más razones.

-No hay más. Y se ha acabado la conversación. - enrolla sus brazos en mi y me tira quedando encima.

-No voy a dejar de ir a casa de Alis, ¿lo sabes no?

-Si te toca deseará no haber nacido, ¿lo sabes no? - gruñe besándome el cuello.

-Trato hecho hombre de las cavernas. - suelto una carcajada. - ¿Y qué vamos a hacer con tu problema de contención? No puedes ir por ahí entrando en modo demonio.

-No es un problema mientras no me enfade.

-Eso va a ser difícil don gruñón. - Kail se ríe con la cara escondida en mi cuello.

Mi barriga gruñe en señal de que necesita alimento antes de que muera de inanición. Kail se baja de la cama de un salto y me tiende la mano.

-Vamos a preparar algo de comer, tu estómago amenaza con matarme si no te alimento.

-Ya has encontrado un adversario a tu altura.

Lo sigo hasta la cocina mientras se pone una camiseta negra. Me siento en uno de los taburetes y apoyo los codos en la mesa. Tengo la sensación de que esto va a ser divertido.

Él se mueve con fluidez por la estancia sacando calderos y picando alimentos. Me paso la media hora que tarda en hacer la comida mirándolo embobada.

-Fajitas de pollo con pimientos y cebolla. Comida picante. - me guiña un ojo mientras coloca dos platos en la mesa.

-Que suerte la mía, mi plato favorito.

-Ventajas de poder entrar en tu cabeza. - guiña un ojo.

Niego sonriendo y empiezo a comer. Están deliciosas y me sorprende gratamente.

-Sorprendentemente comestibles.

Tras comer nos subimos a su coche y me lleva a casa. Se ha relajado y no ha vuelto a tocar el tema de James. No ha dejado de hacer bromas estúpidas y su mano ha estado en mi rodilla todo el camino, y joder, se siente tan bien.

-Mañana es el baile. - me recuerda.

-¿De verdad tenemos que ir? - me quejo.

-Sí. Eyden pasará el día en tu casa para asegurarse de que todo va bien hasta que yo pase a buscarte.

-¡Que alegría!. - digo con fingida emoción.

En casa todo está en completo silencio, mamá está durmiendo, cosa que no me extraña en absoluto. Debe de estar agotada, trabaja demasiado. Me siento en el sillón y cojo uno de mis libros favoritos. Hay que aprovechar los pocos minutos de tranquilidad que tengo.

InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora