✘Capitulo 40✘

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Me despierto con un dolor ensordecedor en la cabeza y gimo. Me sorprende seguir viva. Tardo un poco en conseguir que mi vista se enfoque.

Estoy atada a un tubo oxidado, en un cuarto frío y oscuro, que adivino que tiene goteras en algún sitio porque el sonido del agua al caer no deja de taladrarme la sien. Me toco la cabeza en el lugar que me da latidos y no me sorprende encontrar sangre.

La puerta se abre y Adirael aparece con una enorme sonrisa en la cara y aparto la mirada de él.

-Perdona por el golpe, pero teníamos que trasladarte y no teníamos ganas de que dieras problemas. - se acerca y yo me arrastro en el suelo lo más lejos que me permiten las cadenas. -¿Sabes lo que soy Dana?

-¿Un desquiciado? - pregunto con el poco valor que me queda. Adirael se ríe como si le pareciera divertida la situación y supongo que para él lo es. Él no está atado con cadenas (cosa que me parece exagerada, soy una chica no un oso) y no está a punto de morir para desencadenar el apocalipsis.

-Ahí está, ya veo porque Kail está tan encaprichado contigo. - la mención de Kail hace que una punzada en el pecho me haga apretar los labios. -He estado pensando.

-Vaya, me sorprendes. - una patada conecta con mi estómago entonces y me doblo, el aire escapa de mis pulmones y veo borroso.

-Yo no soy ese traidor con el que te revuelcas, a mi no me gusta tu boquita de niñata listilla. Así que calla y escucha. ¿Entiendes?

Quiero decirle que me dan igual sus golpes, quiero ponérselo difícil, pero estoy tan cansada y dolorida que me siento apoyando la espalda en la fría pared y mantengo la boca cerrada.

-Como iba diciendo, estaba pensando en que como podríamos pasarlo bien. - se acaricia la barbilla mientras habla. -Y para tu gran alegría, soy un ángel caído. Lo que significa que puedo meterme en tu bonita cabeza, puedo jugar con tu mente.

Terror corre por mis huesos. Se va a meter en mi cabeza y a hurgar asquerosamente. Ha dicho que es un ángel caído, ¿entonces los ángeles caídos están de parte de los demonios? Tiene sentido, fueron expulsados, querrán volver a casa. ¿Y los amigos de Amelie que nos iban a ayudar? No estoy segura de nada ya.

-Me tenéis, abrid la maldita puerta, acabad con esto de una vez.

-Aunque quisiéramos hay que hacer el ritual el maldito día de luna llena. Cosas de brujas, ya sabes, fueron ellas las que ayudaron a Gabriel a fundir la llave en ti.

-Sorpresa, no lo sabía. - me pongo la mano en la cabeza haciendo una mueca de dolor.

-Bueno ahora lo sabes. - se acerca y ya no tengo espacio para escapar de él, se agacha y toca mi mejilla. Aparto la cara de un movimiento brusco.- La próxima luna llena será en dos semanas y hasta entonces hay que buscar con que entretenernos, ¿no crees?

Cierro los ojos deseando que se marche, que me deje sola y se calle. Esto es más de lo que puedo soportar.

-Cielo. - la voz de Kail me hace abrir los ojos tan rápido que mi vista se mantiene negra por un momento y parpadeo desesperadamente.

El aire escapa de mis pulmones cuando al fin lo veo, está frente a mi, es él... Viste con su cazadora negra de cuero, su pelo revuelto, sus preciosos ojos grises... Intento acercarme, gateo hasta él, pero no llego a acercarme tanto como quisiera, las cadenas en mis muñecas me detienen haciéndome daño, raspando la piel sensible. Pero no me importa porque él está aquí.

-¿Eres tú? - pregunto a la vez que mis ojos se llenan de lágrimas.

-Oh cielo, he pasado tanto miedo. ¿Estás bien?

-Oh Dios, Kail... Llevame a casa, por favor. - gimo.

Una carcajada sale de él y la sangre se me hiela en las venas. Lo miro perpleja y él me devuelve la mirada riendo.

-¿De verdad crees que me importa lo que te pase?

Entonces recuerdo la conversación con Adirael... No es él. No es Kail. Está dentro de mi cabeza, jugando conmigo.

-No eres él... - susurro alejandome de nuevo, volviendo a mi sitio en la pared.

-¿Qué pasa, cielo? ¿Ya no quieres abrazarme?

-Sal de mi cabeza...- me tapó los oídos y cierro los ojos.

-Vamos cielo, dime que me quieres para volver a reírme de ti cuando esperes una respuesta.

-Para... - suplico.

-Dime que estás enamorada para poder reírme de lo poco que has significado tú para mi.

-¡Basta! - grito. Y una bombilla estalla en el maldito cuarto.

Cuando la luz vuelve a encenderse en otro sitio, Kail ya no está y Adirael me mira y me guiña un ojo.

-Esto va a ser divertido. - dice satisfecho. -Reese, cariño, limpia el desastre que ha hecho Dana con su berrinche.

Me encojo en mi misma, subo las rodillas y las rodeo con los brazos metiendo la cabeza en el pequeño hueco que he creado. Lloro en silencio. Lo que me ha hecho, jugar con mis sentimientos... Ha sido peor que los golpes, ha sido peor que cualquier daño físico que me pudiera hacer. Y la sensación de él en mi cabeza es repulsiva.

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Puedo deducir que han pasado cinco días desde que estoy aquí, porque Reese viene dos veces al día. Una para darme una botella de agua y pan y la otra para llevarme a hacer mis necesidades primarias. Me siento débil física y mentalmente. No sé donde estoy exactamente, por lo que me dijo Adirael el primer día que llegué, me trasladaron, ¿a dónde? No sé si quiero saberlo.

El golpe en mi cabeza no ha mejorado, no deja de darme latidos y me mareo con facilidad, me he quedado inconsciente más veces de las que puedo contar. Sin embargo, es lo que menos me preocupa. Kail ha estado torturandome horas y horas seguidas. Sé que en realidad no es él, pero eso no le quita importancia a lo que dice, me hace daño con mis miedos. No sé cuanto más podré aguantar sin enloquecer. Solo quiero que pare, que todo esto acabe de una vez.

-Cielo, ¿me estás escuchando? - pregunta el espejismo del hombre de ojos grises que no ha parado de decir cosas hirientes en un buen rato ya.

Estoy sentada mirándolo fijamente, no le contesto, ya no. Me rendí hace unos días, no vale la pena hablar, no es él. Diga lo que diga este espejismo solo quiere hacerme daño y lo consigue.

-Tus padres deben estar muy decepcionados. Pobres Maice y Mike, ellos no hicieron nada para merecerse una hija así. - me acaricia la mejilla y no me muevo. Si enfurezco de nuevo romperé otra bombilla o haré una nueva grieta en la pared, y cada vez que lo hago siento que pierdo el control, algo en mi cabeza se desconecta y no soy capaz de pensar.

-¿Sigues esperando a que te devuelva el 'te quiero'? Porque sinceramente no lo entiendo, ¿qué te hizo pensar que podría amarte?

Cierro los ojos de nuevo y me centro en la gente a la que extraño. Mis padres, mis amigos, mi novio... Recuerdo una y otra vez las conversaciones con mi madre, los abrazos de mi padre, las horas con Alis, los ratos comiendo con Eyden, las palabras del verdadero Kail... E incuso a veces pienso en Lia y en su facilidad para irritar y sonrío.

Si voy a tener que pasar por esto hasta que llegue la hora de mi muerte, lo haré pensando en la gente que amo, la gente que no volveré a ver. Es mi mecanismo de defensa para no derrumbarme.

A veces creo que sería mejor dejarme llevar por la rabia y desactivar mi cabeza, dejar que cuando el falso Kail me haga enfurecer y el poder se desate en mi cegandome, lo deje apoderarse de todo, perder el control. Que se lleve el dolor... Pero luego pienso en que no quiero dejar de ser yo misma, por mucho que tenga que seguir soportando. Tengo que aguantar unos días más este infierno y me parece justo si pienso en lo que le espera a la humanidad cuando la guerra se desate. Solo espero que Kail proteja a mis padres y a Alis, porque yo ya no puedo hacer nada.

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