✘Capitulo 22✘

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Estamos dentro de su coche, frente de mi casa. Llevamos en silencio una eternidad. Sigo en shock por lo que acaba de pasar. Le he hecho daño a un demonio, UN DEMONIO.

-¿Segura que estás bien? - pregunta Kail al verme distraída. Cierro los ojos con fuerza para centrarme y lo miro. Noto la tensión en todo su cuerpo. Sigo enfadada con él, no se me ha olvidado como me trató en su apartamento. Me siento dolida, la manera en que me habló, la forma en que me miró...

-Sí. - me obligo a contestar.

El silencio se vuelve a adueñar del vehículo y yo no me atrevo a bajarme del coche.

-Dana, siento lo de antes.

-Estoy bien. No siempre vas a llegar a tiempo. - digo recogiendo mi bolso del suelo del coche. De repente no aguanto más estar en el mismo espacio que él. Necesito salir del coche y subir a casa o esto va a acabar mal.

-No me refería a eso. - dice alargando la mano para agarrarme del brazo y parar mi intento de abrir la puerta. -Aunque no llegar a tiempo no me hizo mucha gracia. - continua. -Siento lo que pasó antes de que te fueras, siento haber reaccionado así y no haberte detenido... Soy un capullo.

-No quiero hablar. - estoy controlandome, el rumbo que están tomando mis pensamientos me harán perder la poca paciencia que me queda.

-Dana... - suena a advertencia.

Abro la puerta del coche y me bajo dando un portazo. Estoy apunto de correr para entrar en casa lo antes posible, pero me obligo a caminar con tranquilidad.

-Tampoco ha sido para tanto. - grita Kail saliendo. Me paro en seco y me giro enfadada.

-¿Sabes Kail? Para ti no habrá sido para tanto, pero para mi si, empieza a pensar en como se sienten los demás con lo que dices o haces.

-¿Qué piense más en los demás? ¿Me dices esa mierda cuando lo único que hago es pensar en ti, en cómo mantenerte a salvo? Tal vez eres tú la que tiene que pensar en como se sienten los demás cuando pagas tus problemas con ellos. - me escupe con rabia. Las lágrimas pican en la parte posterior de mis ojos, pero las retengo.

-Vete. - me obligo a decir y me odio porque mi voz suena rota. Necesito que se vaya porque hoy he tenido demasiadas emociones y voy a estallar.

-Eso, haz lo que haces siempre que sabes que otro tiene la razón, huye. - dice y yo acorto los pocos pasos que nos separan y le doy un tortazo con todas mis fuerzas. Veo la sorpresa en sus ojos y la furia, se está conteniendo. Soy consciente de que si él quisiera podría matarme y no le supondría ningún esfuerzo.

-He dicho que te vayas. - intento que vea todo el desprecio que soy capaz de imprimir en mi mirada. Parece funcionar porque cierra los ojos con fuerza y da un paso atrás.

-No vuelvas a pegarme o...

-¿O qué? - me rio con tristeza. - ¿Me matarás? Ponte a la cola querido.

Veo en su rostro el arrepentimiento, pero eso no cambia nada. No cambia esta mierda. Sé que no pensó al hablar y aún así ya no importa. Mi giro y empiezo a caminar hasta la puerta de mi casa.

-Dana, yo... Sabes que yo no... Espera. - oigo su desesperación, pero ahora mismo quiero ser egoísta por una vez en mi vida y pensar en mi. Estoy cansada de ver siempre por los demás y que nadie entienda que yo también necesito que vean por mi.

-Vete a casa, Kail. - digo sin mirarlo y cierro la puerta. Suspiro y una lágrima baja por mi mejilla, la seco y subo a mi cuarto. No voy a llorar. No quiero ser débil. Hoy me he demostrado a mi misma que soy fuerte y quiero serlo siempre no solo cuando intenten matarme.

Me pongo el pijama con lentitud, cojo el móvil que no ha parado de sonar. Es él. Lo apago y lo meto en la mesilla. Me acuesto e intento con todas mis fuerzas dejar de pensar en él y dormir.

-Cariño, despierta. He hecho tortitas para merendar. - la voz de mi madre al lado de mi cama interrumpe mi sueño.

-¿Qué hora es? - digo con voz pastosa por el sueño.

-Las cuatro, arriba no vas a pasarte todo el día durmiendo. Vamos a aprovechar tus vacaciones.

Me levanto y me obligo a pasar el día con ella, a fingir sonrisas.

***************************

Han pasado dos semanas. Dos semanas sin saber nada de él. Es como si Kail hubiera desaparecido por completo. Ni siquiera Eyden habla de él, he sacado el tema varias veces mientras entrenamos pero cambia de conversación e ignora mis preguntas. Sé que el sabe donde está, supongo que después de lo que nos dijimos no me quiere ver. Y si a todo esto sumamos que los problemas con mi padre han vuelto, la cosa está peor que nunca.

-Nena ya estás en las nubes otra vez. - dice Alis. - Te hace falta un novio que te quite la tontería.

Alis ha dado por sentado que Kail y yo hemos roto y no tengo fuerzas para desmentirlo, tampoco creo que él quiera seguir conmigo después de como le hablé y le golpeé. Sabe también lo de mi padre, aunque hace como si ese tema no existiera, sé que intenta ayudarme y se lo agradezco.

No quiero pensar más en nada, mantenerme en un estado de tranquilidad es lo único que puedo hacer para no acabar de derrumbarme. He guardado mis sentimientos en lo mas profundo de mi ser, me he creado una armadura. Mientras los dos hombres que más poder tienen sobre mi sigan lejos y sin dar señales la armadura seguirá fuerte y mantendrá unidas mis partes.

-Tengo hambre. - le digo para cambiar de tema. Estamos tiradas en mi cama viendo una mala película de terror.

-Voy a saquear tu despensa, pues.

Aprovecho para coger mi teléfono y mandarle un mensaje a Eyden, mañana no voy a entrenar, tengo que ir a mirar apartamentos cerca de la universidad a la que voy a ir.

Tal vez eso es lo que necesito, alejarme. Empezar otra vez, lejos de todo esto.

-Pequeña. - una voz melodiosa, me hace meter un brinco y me siento en la cama, alerta.

-¿Q-quién eres?

La mujer que aparece ante mi me deja sin respiración. Va de blanco, es rubia y pálida como la porcelana. Es ella. La mujer de mis sueños. Llevo soñando con ella toda mi vida.

-Gabriel... - estoy temblando. Ella es la que me convirtió en esto, en la llave. Y ahora está aquí, frente a mi.

-Tenemos que hablar, pequeña.

-¿Hablar? ¿De qué? - intento sonar serena, pero sé que la ansiedad se filtra en mi voz.

-De ti. De Kail. De todo. - dice ella sonriendo.

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