✘Capitulo 25✘

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Tiro el portátil a un lado de la cama y un suspiro frustrado brota de mis labios. Desde que Kail me trajo a casa he intentado concentrarme en buscar un apartamento cerca de la universidad, pero no puedo dejar de reproducir la conversación con Gabriel una y otra vez. Y el hecho de que Kail me haya traído a casa porque tenía la imperiosa necesidad de ponerse a trabajar en eso no ayuda mucho a mis nervios alterados.

El teléfono suena a mi lado y me toma unos segundos reaccionar y cogerlo, se me cae torpemente y pongo los ojos en blanco con exasperación.

Algo se estruja en mi interior cuando veo el nombre en la pantalla. Es mi padre. Cierro los ojos con fuerza. No puede hacerme esto, no puede desaparecer y volver a parecer en mi vida cuando le venga en gana. Apago el aparato y lo devuelvo a su sitio. No quiero hablar con él, no quiero escuchar sus estúpidas escusas. Me las sé de memoria. Mentiras y mas mentiras. Ha vuelto a beber, lo sé.

El sonido de la puerta siendo golpeada me trae de vuelta al ahora.

-¿Si?

-Dana, cariño. - dice mi madre entrado a la habitación. - Eyden te espera abajo.

Yo frunzo el ceño en confusión pero asiento. -Voy.

Bajo las escaleras corriendo y me paro cuando veo el rostro amable del chico que esta sentado en mi salón. Me tomo unos minutos estudiándolo. Está encorvado ligeramente hacia delante, sentado en el sofá. Su pelo castaño y ligeramente rizado está alborotado como siempre, dándole ese aire divertido. Es moreno y sus ojos caramelo contrastan a la perfección con su aspecto.

Eyden termina dándose cuenta de mi presencia y me mira con una sonrisa. Lo que me hace saber que el motivo por el que está aquí no es grave.

-Hey. ¿Vienes a vaciar mi cocina? - bromeo.

-¿No es lo que hago siempre?

-Touché. - digo riéndome.

-Chicos voy a ir de compras, ¿necesitáis algo? - dice mi madre cogiendo las llaves del cuenco.

-No mamá, gracias. - ella sonríe y se va.

Tras unos minutos más de bromas tontas y risas contagiosas, Eyden se pone serio.

-Kail me ha contado lo de Gabriel. ¿Cómo te sientes con respecto a eso?

-No lo sé. Estoy asustada.

-Bueno es lo que pasa cuando los ángeles y los demonios van a por tu cabecita, ¿sabes? No se siente agradable.

-No sabes la alegría que me da que puedas seguir haciendo bromas en mitad de este caos. - digo intentado sonar enojada, pero no me sale bien ya que Eyden se echa a reír.

-Ohhh vamos quieres reírte, lo sabes.

-No eres gracioso.

-Deja de comportarte como una vieja prematura anda. Soy un buen amigo y te hago reír en momentos como estos, deberías alabarme.

-¡¡Uhhhh siii!! Eres el mejor amigo que cualquiera desearía tener. - hago una pausa para ver como pone cara de orgullo y sigo. - Pero bien lejos.

-¡Oye! - grita y me da empuja con suavidad mientras se ríe con ganas.

No sé cuanto tiempo pasa hasta que dejamos el ataque de risa. Estamos tirados en la alfombra con la espalada pegada al sillón. Me duele la barriga de tanto reír.

-Gracias. - digo.

-Sé que no es fácil llevar toda esa mierda en la cabeza tú sola. Y quiero que sepas que si necesitas hablar de algo con alguien que no sea Kail, con un amigo, aquí estoy. - dice con voz relajada.

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