✘Capitulo 28✘

795 67 1
                                    

Me preparo un café siendo tan sigilosa como puedo. Se me cae una cuchara y toda una retahíla de palabras nada propias para una señorita salen de mi boca.

Me asomo a la sala y sonrío ante el panorama. Alis está tendida en el sillón que compartimos anoche para dormir y Kail está tumbado en la alfombra, ambos están profundamente dormidos.

Vuelvo a la cocina y hago todo un gran esfuerzo al retener un grito. El hermano de Alis está sentado a la mesa con mi café en la mano, menudo susto me a dado.

-¿Tan mal aspecto tengo por la mañana? - pregunta sonriendo. Sabe muy bien que es imposible que tenga mal aspecto. Es un año mayor que yo, pelo con destellos cobrizos y ojos oscuros, además tiene un cuerpo que me hizo suspirar más de una vez cuando era niña. Me volvía loca hasta que me di cuenta de que era un idiota. No tenemos una buena relación, más bien nos ignoramos mutuamente por lo que me sorprende que me esté hablando.

-Sí, James. Eres todo un orco. - me encamino a prepararme otro café.

-No recuerdo que en vuestras noches de chicas se admitieran los chicos en mi alfombra.

Me giro sorprendida. Capullo. Estuvimos saliendo unos meses y lo siento mucho por Alis pero su hermano es un cerdo.

-Bueno, a Alis no pareció importarle y también es su alfombra. - vuelvo a la entretenida tarea del café.

-¿Qué es, de esos tíos que son en realidad tías? - cuando la pregunta sale de sus labios me vuelvo a girar, y no solo por lo que ha dicho sino porque está cerca, demasiado cerca.

Lo empujo con asco. -Creeme, Kail es mucho más hombre que tú.

-Sabes que eso no es así gatita. - suelta con una sonrisa que no me gusta nada. Ese apelativo que usaba cuando salíamos me pone la carne de gallina.

-Vuelve a llamarla así y te cortaré los huevos y te haré comerlos. - la voz de Kail suena amenazante, tiene los puños apretados y los ojos tan oscuros que me asusta.

-Mira, no sé quién coño eres, pero no te pienses que te tengo miedo, imbécil. - le contesta James y aunque le tengo asco, ahora mismo temo por su vida.

-Deberías tenerlo. - Kail da un paso hacía nosotros y yo camino en su dirección.

-Kail. - me detengo cuando veo sus ojos más de cerca, no es que estén oscuros, están negros...Completamente negros. Él no parece darse cuenta ya de mi presencia y solo mira a James.

James abre la boca para contestar, pero la voz de Alis llega desde la sala.

-¿Qué estáis haciendo todos en la cocina?

-El desayuno, hermanita. - contesta con una asquerosa sonrisa arrogante dirigida a Kail.

Tengo que sacarlo de aquí, sus ojos siguen estando negros y su cuerpo entero está en tensión, como si estuviera a punto de abalanzarse sobre su presa. No sé que coño está pasando, pero tengo que hacer algo.

-Vamos Kail, por favor. - lo empujo fuera, al principio no logro moverlo, pero cuando lo cojo por las mejillas y lo obligo a mirarme, me deja sacarlo de la casa.

Alis nos mira, pero le hago una seña con la mano para que espere dentro.

Ahora es Kail quién camina delante de mi y yo quién lo sigo, cuando nos alejamos unos metros de la casa grito su nombre, pero sigue andando.

-¡Joder Kail! Estoy descalza, ¿quieres pararte? - le grito. Al final parece escucharme porque se detiene aunque no me mira.

Me duelen las plantas de los pies, estoy segura de que me he clavado alguna piedra por el camino. Y fuera hace un frío horrible.

-Vuelve dentro. - su voz es fría, sin ninguna emoción.

-No, explicame que ha sido eso.

-Nada.

-Está bien, si eso es lo que quieres. Adiós Kail. - me doy la vuelta y doy un par de pasos antes de notar su agarre en mi brazo. Me detiene suavemente, pero luego se apresura a soltarme y poner distancia entre nosotros.

-No te enfades. - su rostro se ve contrariado.

-Pues explicame que ha pasado.

-Me he enfadado. - suelta.

-¿Estás de coña verdad? - levanto las cejas. No me puedo creer que diga eso cómo si fuera un niño pequeño. -No tienes cinco años Kail, no puedes enfadarte y luego huir.

-No he huido, me has sacado tú.

-¡Sí! ¡Tenías los putos ojos negros, algo no iba bien! - me muerdo el labio en un gesto frustrado. No lo entiendo. - Me asustaste.

-¿Me temes ahora?

-No.

-Pues deberías. - se ríe, y por primera vez ese sonido no me gusta. - Joder, no sabes lo asustada que deberías estar por lo que he estado apunto de hacer, por lo que ha estado apunto de pasar.

-¿Qué ha estado apunto de pasar, qué ibas a hacer?

La risa vuelve a brotar de sus labios y se pasa las manos por el pelo desesperadamente. -Iba a matarlo, Dana.

-¿Q-Qué? ¿Ibas a matarlo solo por llamarme así? - esto es demasiado hasta para mi.

-Iba a matarlo porque quería hacerlo, porque vi tu reacción. Si no me hubieras sacado de ahí lo hubiera hecho. - me esta empezando a preocupar la frialdad con la que lo dice. Me quedo callada, porque no sé que decir, porque no sé si entiendo nada de esto.

-No me puedo controlar. - dice de repente. -Últimamente, cuando algo me enfada no me controlo. No es la primera vez que me pasa, en esta semana sin vernos... No sé que me está pasando, cambio a mi aspecto de demonio, es como si no pudiera retenerlo.

-¿Te había pasado antes? - pregunto.

-No, ni siquiera cuando era niño y no controlaba mis poderes. Lo desato cuando quiero, no cuando me enfado, algo va mal.

-Los ojos negros, ¿estabas a punto de convertirte? - digo recordando los ojos de Lia y los del hombre que me atacó, eran negros como los suyos hace un momento.

-Sí, las putas alas me picaban en la espalda y mi poder ardía por ser desatado. Quería hacerlo. Quería desatarlo. - dice como si sus propias palabras lo sorprendieran.

-Pero no lo has hecho.

-Tú me paraste. El trance se rompió cuando nuestros ojos se encontraron. - su ceño se frunce. - ¿Cómo has hecho eso?

-No he hecho nada. - niego.

-No lo entiendes. - da un paso en mi dirección y aunque mi cuerpo grita que debo estar alerta y alejarme, me quedo en mi sitio. Es Kail, él no me haría daño. -Cuando estoy en trance ya nada puede evitarlo, me transformo por completo. Y tú acabas de pararme como si nada.

No sé a que se refiere, pero me estoy congelando aquí fuera.

-¿Podemos hablarlo en casa? Hace frío y sigo descalza.

-Claro, lo siento. Cogeremos tus cosas y te llevaré a casa. - Empieza a caminar delante de mi otra vez y pongo los ojos en blanco. Me está empezando a cabrear la situación.

-Kail. - se da la vuelta y me mira en respuesta. -Que estuvieras a punto de pasar a modo Terminator no cambia que estamos juntos, ¿Verdad?

-No cambia nada. - una sonrisa cruza sus labios y esta vez es agradable. -¿Me has llamado Terminator?

-Vamos a casa a hablar de tus instintos asesinos hacía mis ex.

-¿Ex? - dice levantando las cejas.

-Todos tenemos un pasado turbio. - contesto llegando hasta él y cogiéndolo de la mano.

-Debería haberlo matado. - dice, pero puedo notar la broma en su voz.

-Oh dejame ese placer a mi.

InfernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora