✘Capitulo 41✘

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Hoy es el día. Cuando la luna llena esté en lo mas alto seré sacrificada y el mundo cambiará.

Reese entra con una bolsa de plástico en la mano y cierra tras ella. Ja. Como si pudiera escapar, estoy tan débil que dudo que pueda sostenerme en pie sola.

-Te he traído ropa, maquillaje, perfume y una hamburguesa. - dice dándole una patada a la botella vacía que tiene delante.

-Creo que paso de ponerme guapa, pero la hamburguesa me la quedo.

-Levanta, voy a quitarte las cadenas. Necesitas una ducha y lo de arreglarte no está en discusión. - empieza a soltar mis amarres y juro que si tuviera fuerzas le quitaría esa sonrisa de zorra. -Hoy vienen demonios de clase alta y tienes que estar presentable y no oler a basurero.

-Vaya, me siento importante. - me burlo.

Me ayuda a levantarme y arruga la nariz, bueno, si no puedo golpearla al menos que me huela. Recorremos un pasillo oscuro, nos cruzamos con varias personas de ojos negros que me miran con asco. Bien. El sentimiento es mutuo.

El baño es mejor de lo que me esperaba, está limpio y no huele mal. Cuando Reese me suelta me cuesta un poco mantener el equilibrio, pero gracias a la pared que me sirve de apoyo logro avanzar.

-En esa bolsa tienes la ropa y todo lo demás. Tienes diez minutos para estar lista o entraré y me encargaré yo.

Reese sigue hablando, pero ya no la escucho. Me he quedado frente el espejo, apoyada en el lavabo. La chica que me devuelve la mirada está irreconocible. Tengo los ojos inyectados en sangre, grandes ojeras  pintan mi palidez, sangre seca en los labios y la frente y el pelo está enredado y empegostado con alguna sustancia que adivino que es sangre de la herida de la cabeza, la cual se ha abierto varias veces ya.

-¿Me estás oyendo? - pregunta Reese haciéndome volver a la realidad. No le contesto y sale irritada, dando un portazo.

Oigo la cerradura y empiezo a desnudarme. Cuando levanto los brazos para quitárme la sudadera, un dolor intenso recorre mi costado. Ahogo un grito de dolor y con un tirón me la quito, levanto la camisa y miro el lugar de donde procede, tengo un morado casi negro preocupantemente grande. Y Dios, duele como un infierno.

Termino de prepararme, tardo más de lo que pensaba, cada movimiento que hago es una tortura. Paso de maquillarme, si quieren verme que me vean como estoy, sin adornos. Me han dado un vestido blanco, un vestido que parece más bien una bata de esas que se usaban antes para dormir. La sudadera de Kail, bueno, no creo que la quiera de vuelta tal y como está.

Me siento en la tapa del váter, no me quedan energías ya para nada, estoy agotada y tan dolorida como si un camión me hubiera pasado por encima. Miro la hamburguesa encima del lavamanos, sí, me da que no. Por mucha hambre que tenga no creo que me entre nada.

Reese está vez no quiso cargar conmigo y trajo a dos de sus amiguitos impuros. Antes no los distinguía de los demonios, hasta que empecé a fijarme en los ojos. No son tan negros como los de un puro.

Entramos en una enorme habitación llena de gente con túnicas negras. Una habitación de película. Madre mía ¿eso es un círculo con símbolos pintado en el suelo? Genial. No hay bombillas, antorchas, la mar de raras, iluminan el lugar.

Los dos chicos que me sostenían, me tiran sin ninguna delicadeza dentro del maldito círculo. Me siento como puedo y localizo a Adirael en una esquina, se acerca, pero no me mira. Y entonces recuerdo que es un ángel caído, y deslizo mi mirada por cada uno de los presentes, fijándome muy bien en sus ojos. Y no, no hay más ángeles caídos aquí.

-Hoy es un gran día para los nuestros. Volvemos a casa. - dice con solemnidad .-Hemos ganado a pesar de las traiciones de aquellos en los que confiábamos. - se refiere a Kail, Eyden y Lia.

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