21: Latidos.

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La mañana siguiente es lo mismo. Irene se va con Zack y yo me voy sola a la universidad, pero estoy lo suficientemente molesta como para no querer a nadie conmigo, así que, le doy el día libre a tres de mis guardas, quedándome únicamente con una.

Después del desayuno, que lo hago en pijamas, me visto rápidamente y preparo el auto para conducirlo hasta la universidad, con mucha pereza. Cuando llego, me tomo mi tiempo para bajar del vehículo y para mirar el cielo, celeste y lleno de nubes blancas. Un día que parece espectacular.

Me parece espectacular hasta que veo a Terrence caminar oculto entre los autos cercanos al mío. Con lentes y chaqueta negras, parece una especie de espía encubierto, pero sin el característico sombrero crema con el cinto negro. Trato de fingir que no lo he visto, y empiezo a caminar hacia la entrada.

- ¡Psst! -Susurra-. ¡Psst!

Sé que es conmigo, pero no voy a volver a verlo hasta que no diga mi nombre. No me llamo "Psst" me llamo Phoebe. Y se está portando ridículo, como si hubiese realizado un crimen recientemente.

- ¡Pssssssst! -Gruñe-. ¡Perdedora! ¡Oye, la del trasero gordo! ¡Es contigo!

Me vuelvo, únicamente para lanzarle uno de mis zapatos, y él lo esquiva rápidamente, haciendo que mi botín golpee la puerta de mi auto, al cual se le activa la alarma de golpe. Me pone de mal humor desde temprano.

-A ti, sí -gruñe, y hace ademán para que me acerque.

- ¿Podrías ir por mi zapato? -Le pregunto a mi guarda-. No quiero acercarme a imbéciles irritantes.

La mujer va de inmediato, pero Terrence lo toma de golpe y empieza a correr hacia otro lado.

- ¡No te lo daré si no vienes tú! -gruñe.

Apago la alarma del auto con las llaves, y lo miro gritar como una nena detrás de la guarda, que lo sigue con paciencia por el estacionamiento. Resulta que, aunque no lo parezca, Terrence es muy cómico. Algo estúpido, pero cómico al fin de cuentas.

-Déjalo, no va a devolvérmelo -le grito a la mujer.

Me aproximo a él y corre también con el zapato en manos, hasta un auto negro. Y camino como un caracol en busca de mi zapato. Si Terrence me colma la paciencia, lo más probable es que lo termine golpeando y eso no va a agradarnos. Y claro, presiento que si corro detrás de él, mis lentes caerán y los quebraré. No quiero ir al oculista.

-Escucha, imbécil, si llego tarde a clases por tu culpa, te voy a golpear -le advierto-. Así que devuélveme ese maldito zapato de mierda.

-Phoebe -me regaña en tono burlón-. ¡No maldigas!

Bien jugado, Terrence, bien jugado.

-De acuerdo. Pero devuélveme el zapato, por favor -insisto.

-Si me atrapas, te lo doy -exclama.

Entra rápidamente al auto negro y yo miro unos instantes, que empieza a abrir la puerta para salir. Tengo el suficiente tiempo de tomarlo por la camisa. Corro y con la mitad de mi cuerpo en el auto, lo tomo de la camisa. Entonces él cierra la puerta y se vuelve a mí con el zapato en la mano.

-Hagamos un trato -dice.

-No tengo por qué.

-Me corrijo; hagamos un trato o lanzaré tu zapato al basurero de la cafetería, donde no saldrá con vida.

-Tengo tu camisa, no irás lejos -le aseguro.

-Tengo unas siete de esta, no te preocupes. Así que...

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora