17: Obsequios.

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Tras haber tenido un ataque incontenible de decepción y molestia, he decidido darle el tiempo a Lorette -mi madre-, de explicarse bien sobre lo que realmente sucedió de ella. Y para eso, hemos venido a uno de sus restaurantes favoritos, porque yo no tengo un restaurante favorito en concreto; suelo llevar a Irene a parques de diversión o a otros países para su cumpleaños, pero nunca comemos en el mismo lugar.

Es un restaurante de comidas exóticas, donde lo único que me ha resultado apetecible y menos "extravagante" por no decir asqueroso, es el sushi. Lorette... ¿mamá? Ha decidido comer sopa de ojos de pescado, cosa que al escucharlo, casi me entran arcadas.

Mientras esperamos, dejo que ella tome su fresco de algas y yo, agradecida con el chef que me ha permitido pedirle algo diferente y más sencillo, tomo un jugo de naranja con zanahorias.

-Es más rico de lo que aparenta -comenta, de pronto-. Cuando eras una niña pequeña tu padre y yo te traíamos a este lugar, casi siempre comías sushi.

Trago duro y miro la pajita moverse de un lado a otro en el vaso. El asco que siento por este lugar hace que sienta que cada cubito de hielo es un ojo de pescado cocinado a la parrilla. Algo que me resulta vomitivo.

-Quisiera saber muchas cosas -admito de golpe, yendo al grano-. ¿Por qué decides buscarme hasta ahora?

Ella traga duro, y luego suspira, sabiendo que a eso hemos venido; a hablar.

-No es que haya decidido buscarte hasta ahora. Va más allá de estos diecisiete años, Phoebe -expone-. Sucede que, en realidad, la muerte de tu padre y mi presunta muerte, no ha sido un accidente.

Me quedo callada, esperando a que prosiga. No puedo negar que estoy impactada, pero tampoco voy a demostrárselo. No quiero que sepa cuán afectada y llena de emociones me encuentro.

A causa de mi silencio, ella se obliga a seguir, y lo agradezco.

-Pues... tu padre era un hombre muy importante en los negocios, alguien de altos recursos. Le quitó una propiedad grandísima a una pequeña isla lejos de aquí, y como muchos de esos isleños iban a... ya sabes, quedar sin empleo y sin casas, entonces emplearon un plan para deshacerse de tu padre -comenta-. Tu padre era un hombre inteligente, y esa noche, en vez de llevarte, te dejó con Trenton. Resolvió, según, el asunto con los isleños, y luego debía pasar por mí, y fue donde sucedió. Lo atacaron, nos atacaron. Pero él se llevó la peor parte.

- ¿Entonces...? A todo esto, quieres llegar a que papá era malo, ¿no?

-No, no. Solo escucha -pide-: Él murió. En su testamento era claro; todo quedaba para ti, pero mientras terminaras tus estudios, Trenton se haría cargo de las cosas empresariales. Al estar yo en coma, no quedó otra opción que llevar a cabo mi testamento, que era una petición clara de que tú debías pasar a vivir aquí, en la casa en la que vives, y ya no más en Italia. Todo mi dinero y mis posesiones también quedaban para ti. Y legalmente, sigue siendo así.

- ¿Y qué hay de ahora? Estás viva, significa que lo que me habías dejado vuelve a ser tuyo.

-No. Es tuyo -me dedica una sonrisa cálida-. En ese entonces yo estaba en coma, y Trenton era el autorizado a firmar por mí el papel de que el asunto se llevara a cabo, por lo que es tuyo. De igual forma, no pienso quitártelo, seguirá siendo tuyo, incluso mueras. A lo que quiero llegar es a lo siguiente...

»Dos meses luego de eso, yo despierto. Me explican con severidad que los isleños están buscándome, a sabiendas de que estoy viva, y decido cambiarme el nombre y pasar a vivir a este lugar -responde-. Le pido a Trenton que elimine el trato con los isleños y así, que inicie a cuidarte mucho mejor. A eso se debe el que tengas guardias. Estuve tratando de buscarte, pero ya no podía recurrir a Trenton porque él y yo eliminamos cualquier especie de contacto. Y como no conozco realmente bien el lugar en el que vives, no sabía cómo. Busqué en todos lados, pero la información era limitada. Te habían cambiado también el nombre.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora