19: Hermana.

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-Eenie Meenie Minnie Moe -susurra cantarina, saltando hasta la entrada de la universidad mientras yo cierro las puertas del auto-. Catch a bad chick by hed toe. If she screams don't let hed go. If she allow, if she allow, let hed go.

-Oye, oye -la llamo y ella se vuelve a verme, con la duda surcándole la expresión-. ¿Qué es eso que cantas?

-No lo sé -admite y se acomoda la corona felizmente-. Solo sé que mis amigas la cantan.

-Me parece que deberías cantar otra cosa -pido y le tomo la mano-. ¿Tu mamá sabe que cantas ese tipo de canciones?

-No. Cdeo que no -responde-. ¿Es mala?

-Eenie Meenie Minnie Moe no me parece que sea un héroe por lo que dice la canción -respondo-. Solo olvídalo.

- ¿Clees que mamá me quite mi codona?

- ¿A una princesa? -Cuestiono, y hago un ademán de manos para restarle importancia-. Imposible.

-Gdacias -sonríe-. Me gustadía sed una pidincesa siempde.

-Trabajaremos un poco con la R -indico, sonriente.

Ella se encoje de hombros y me sigue el paso. Lorette nos recibe amablemente en su oficina y se alegra muchísimo al ver a Ginger con una tiara, sin embargo, la alegría le dura poquísimo cuando se da cuenta de que la misma cuenta con diamantes y que es de oro bañado en plata. Y me reservo el derecho de decirle el precio, porque si el material la exalta, no se diga del monto que pagué por la joya.

Resulta que no me molesta gastar esa cantidad en Ginger, sabiendo que es mi familia, y aunque no termina de gustarme Lorette, Ginger es mi hermana y lo acepto con felicidad. Me agrada muchísimo la niña.

-Creo que sería bueno que te vayas -expresa Lorette, cuando dejo a Ginger dormida sobre su carriola-. Tienes que estudiar, y Ginger se ha dormido. ¿Quieres que la traiga mañana?

-Vengan a cenar conmigo -propongo, y sé que solo lo hago por Ginger-. Así nos llevamos un poco mejor, ¿qué tal?

-Tengo una cena con la rectora de Vanecia, la universidad de San Francisco -comenta-. Pero puedo pasar dejando y trayendo a Ginger.

-Bien. La cena inicia a las seis -aclaro, sonriendo-. Nos vemos.

-Hasta pronto. Gracias por haber cuidado de Ginger.

-No te preocupes, no ha sido ninguna molestia -me encojo de hombros y salgo casi corriendo de su oficina.

Subo a mi auto y conduzco rápidamente a casa. Astor me recibe en casa con tranquilidad y los guardas se ponen en sus puestos de inmediato. Les pido que descansen, y a Astor que prepare más cena, porque Irene, Ginger y yo vamos a cenar juntas. Él se alegra de que hoy tengamos una nueva visita, y que sea tan pequeña, y se pone de inmediato a la orden.

Yo subo a mi cuarto, hago las tareas y me dedico a jugar cartas en la computadora, sin muchas ganas de hacer algún deporte. Resulta que, a causa de varias actividades en la ciudad, la competencia de Motocross se ha extendido hasta nuevo aviso -mi trato con Terrence se extiende también-, y lo único que tenía por hacer, ya lo he hecho.

A las cuatro y media de la tarde, Astor toca la puerta de mi cuarto para avisarme sobre una visita inesperada, y yo bajo a la sala de estar sin dudarlo, presa del aburrimiento. Y se me revuelven las entrañas al ver de pie a Terrence, frente a mis fotografías de pequeña.

Carraspeo mi garganta y él se vuelve a verme, cómplice. ¿Déjà vu?

-Eras muy linda de pequeña -advierte-. Y se me hace que empezaste a usar lentes en secundaria, porque en estas fotografías no usabas lentes.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora