23: Presión.

2K 159 3
                                    

A veces, cuando se trata de escapes, la felicidad solo es momentánea. Por eso, en vez de escapar de los problemas, se deben de enfrentar, de lo contrario, te perseguirán con creces y no te dejarán en paz hasta que los soluciones. Mi peor error fue haberme escapado con Terrence ayer.

Ahora, Irene no ha dejado de verme de reojo en toda la clase, a la espera de que el descanso llegue para atacarme con preguntas acerca de mi escapada, y lo cierto es que es lo menos que quiero hacer es hablar acerca de semejante cosa. Mucho menos hablarle a Terrence.

Admito, con dolor y pena, que mi corazón no dejó de latir con fuerza hasta que bajé a la cocina por un té y volví a la cama, desde la confesión de Terrence. Me afectó de tal manera, que ni en vez de pensar en Dante como una distracción hermosa, pensé en él con ojos de realidad; sucede que lo que yo sentía por el lindo Dante, no era ni amor, ni enamoramiento, ni atracción física, era un capricho.

No he dejado de pensar en las palabras de Terrence, porque sabiendo que él es un ser casi siempre rencoroso y retraído, el que le guste, es una cosa de gran peso sobre mis hombros. Y si Irene se da cuenta, sé que empezará a presionarme hasta que acepte cosas que no estoy lista para aceptar.

Durante la clase, apenas consigo prestar atención, y en el recreo, no consigo escapar de las garras de Irene, que se sienta inmediatamente frente a mí.

-Tenemos bastante de qué hablar, ¿no?

-No lo creo -respondo-. Lo cierto es que ayer fue un día... diferente. No quiero hablar de él.

-Responde con sí y no, ¿bien? -cuestiona, y yo la veo, no quiero hacer nada.

-No sé si...

- ¿Estabas con Terrence? -me interrumpe rápidamente.

Por instinto, meramente por instinto, respondo: -Sí.

Ella se queda de piedra un par de instantes, tratando de asimilar la situación, y luego se detiene a pensar con más claridad. Suspira pesadamente.

- ¿Intentó besarte?

-No.

- ¿Intentó tener sexo contigo? -cuestiona.

-No.

-Bien, vamos por buen camino -dice-. ¿Te hizo daño o algo así?

-No, todo lo contrario. Me trató muy bien -respondo, y miro mis manos, nerviosa.

- ¿Fueron... a pasear juntos?

-Sí.

- ¿Solos o con más personas?

-Solos.

- ¿Adónde?

-La playa.

- ¡A la playa! -Exclama, presa de emoción-. Dios mío, la playa es el lugar de los enamorados.

-Luego a una isla -agrego.

-Las islas son para los matrimonios. Es todo; se van a casar pronto -chilla, y yo decido que es suficiente presión.

Me levanto tranquilamente de mi asiento y salgo de las cuatro paredes que me encierran en ese salón. Empiezo a caminar hacia la dirección, donde me recibe Lorette, solo ella. No hablamos demasiado, me pregunta las razones por las cuales falté ayer y yo le respondo alterando un poco la verdad. Me avisa que el fin de semana irá a mi casa a pasar tiempo completo conmigo y Ginger, por lo que debo tener preparada la habitación para huéspedes y yo le aseguro que todo está listo desde siempre. Ella me lo agradece, posterior a eso, me retiro y vuelvo a clases, donde recibo la bolsa de cartas de siempre. Esta vez, con una pequeña caja de regalo. La firma "T. Dellower" sobresale en una tarjeta negra, con lápiz rosado brillante, y con el corazón entre los dedos, abro el presente.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora