En la tarde del día siguiente, mi celular se llena de llamadas de Gabrielle que decido ignorar, al menos, hasta que me marca del número de Irene, y consigo responder con apenas algo de interés.
- ¡Alístate! -exclama, desde el otro lado de la línea, con emoción palpable-. Tenemos una emergencia grande.
Miro el reloj que cuelga de la pared y luego a mi computador, antes de saber si es buena idea responderle algo.
-Y yo tengo tarea por hacer -le aviso-. ¿Puedo saber qué es más importante que terminar mis deberes justo ahora?
- ¡Ir a beber! -Chilla y yo suelto una risita incrédula-. Porque Irene y Zack se han peleado, y me he peleado con Dante, y claramente tú también tienes problemas con los Dellower, por lo que tenemos algo en común para poder ir a emborracharnos como unas cubas.
- ¿Irene está bien? -Cuestiono, algo preocupada.
- ¡Por supuesto que no! -Gruñe Gabrielle-. No te tomes esto como una petición, es un aviso. O te alistas bien, y vamos a beber, o te secuestramos y te llevamos como sea que estés vestida.
Suspiro pesadamente y cuelgo el celular. Sé que no es una amenaza estúpida, van a venir por mí. Por eso, me cambio el cómodo pijama felpudo por una camisa de béisbol de Las Águilas de Chicago, un pantalón blanco talla alta y mis botines. Apenas meto el pie en uno de ellos, mi mente piensa en instintivamente en Terrence, y una tristeza extraña me invade.
Es tonto extrañar pelear con alguien, pero resulta que, cuando te acostumbras al ruido, el silencio en el que te escondías en un pasado, resulta completamente difícil de aceptar.
Me preparo bien, y de paso, llamo a Bradley para avisarle sobre los planes de las chicas, y le prometo que le daré la dirección del bar al que iremos, para que no nos abandone, porque yo sola no podré lidiar con dos borrachas por las calles, y mucho menos conducir con ellas. Seguro será alguna especie de desastre que terminará en muertes, choques y multas que me dejarán en la ruina.
A las seis de la tarde, Gabrielle aparca frente a mi casa, la veo bajar de su auto desde la ventana de mi habitación y me preparo mentalmente para lo que sea que hará. Toca el timbre varias veces y yo salgo pitando hacia abajo. Le aviso a Astor que saldré, y le pido que no diga nada a mis guardas, para poder sentirme más relajada y sola.
Gabrielle me ve de pies a cabeza cuando salgo. Luzco exactamente como el tipo de chica que en vez de ir a un bar, va a un partido de béisbol. Suelta una pequeña carcajada y niega con la cabeza, incrédula.
-No irás así vestida, ¿o sí?
-No iba a ir, pero me he tomado la molestia de alistarme para ir con ustedes -replico-. ¿Puedes no fijarte en mi estilo y simplemente preocuparte por conducir?
-Arruinas mi propósito -bufa.
- ¿Y puedo saber cuál es?
-Que los hombres nos coqueteen, y pisotearlos, claro -sonríe de oreja a oreja y yo suspiro.
Entro al auto tras ella. Irene me recibe con pena en la mirada, y a penas ellas mencionan el nombre del bar, le mando un mensaje a Bradley con el nombre. Me asegura que estarán ahí pronto y me toca seguirle la corriente a las dos chicas que escuchan en la radio del auto, canciones realmente espantosas sobre relaciones que terminan fatal, iniciando por I Have Questions, de Camila Cabello, y terminando por Angel, de Fifth Harmony. Llegamos al bar en el tiempo más largo de toda mi vida, y las sigo por el estacionamiento hasta la entrada. Ahí un hombre nos toma las identificaciones y nos deja pasar sin pensarlo dos veces.
- ¡Una botella de Brandi! -exclama Gabrielle, apenas se sienta en el taburete frente a la barra.
-Una botella de cerveza -pide Irene, con tono triste.
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No te arrepientas [Libro I]
Romance"Es tonto extrañar pelear con alguien, pero resulta que cuando te acostumbras al ruido, el silencio en el que te escondías en el pasado resulta completamente difícil de aceptar". [2017]