32: Despedidas.

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Trato de tragar el nudo que crece en mi garganta, e intento salir del auto, pero no lo consigo. Las lágrimas siguen nublándome la vista, y de paso, no consigo dejar de temblar. Son las cinco de la mañana, y no he dejado de llorar como una mocosa infantil.

Cuando consigo deshacerme del cinturón, bajo a toda prisa del auto y corro a mi cuarto, pasando de lejos ante las empleadas que ya han empezado su trabajo. Me encierro en mi cuarto y me lanzo a la cama, abrazando con fuerza la almohada, sollozando como una idiota.

Dormir. Quiero dormir. Dejar de sentirme mal. Eso es lo que necesito. Es estúpido, que alguien que, con cada acción te hacía sentir como una reina, luego haga algo estúpido, y te haga sentir como una mierda. De ser una reina a ser una mierda. La lógica apesta.

Solo puedo pensar en sus palabras. Y compararlas. No puedo evitar comparar a quien es, con quien creí que era. Me enamoré del Terrence dulce y cariñoso, de ese terco con el cual me gustaba discutir. Pero... ¿me gusta también el chico que me trata mal y me desprecia ante su hermano? Me da asco. Yo misma me doy asco.

"-Siempre creí que me iba a dejar plantada y me querría ver solo para... solo para terminar en una cama desnudos. Y luego llegas tú, Terrence, y me llenas de amor.

-Oh, mi gorda. Nunca te trataría mal. ¿No te das cuenta lo bien que me haces? Hoy me sentí como un total idiota por haberte hecho sentir incómoda con lo de la entrada, y tuve que venir a terminar todo esto. Ya te lo dije, Phoebe. Quédate conmigo, y yo siempre te daré todo, todo cuanto quieras. Porque para mí sí eres una reina".

Golpeo con fuerza a la almohada, molesta, y luego vuelvo a golpearla, una y otra vez, sollozando. No sé si me siento triste, o molesta. ¿Triste por qué? ¿Porque mi novio es un idiota? ¿Molesta por qué? ¿Con quién? ¿Con él? ¿Conmigo? ¿Con Bradley?

"No eres como la única en el universo, Phoebe. Para mí eres simplemente la única. En el universo, en la tierra, en la vida. Y sí, es verdad, te amo. Uff, me fascina cómo suena decirlo. Te amo".

Le doy tres golpes a la almohada, solo porque mi cerebro me recordó a él. Y su faceta más tierna.

"¿Y por qué, si soy grandioso, no me amas?"

Le doy otro golpe a la almohada, llena de impotencia. Por esos momentos en los que no sabes contestar, porque sabes que las palabras no reparan los daños, porque sabes que estás siendo solo amable para no lastimar a alguien. Desearía que las personas fueran así de amables conmigo, ¿por qué yo soy así? O más bien, ¿por qué no dejo de ser así? Me gustaría no tener amabilidad, ser cruel, despiadada. Pero no está en mi naturaleza.

"Vete con él, entonces".

Gruño, casi suelto un grito, pero no quiero llamar la atención. Golpeo más la almohada, furiosa, con mucha, mucha furia. Golpeo, una y otra vez, hasta que me pican los dedos.

"Sé que soy un idiota. Iniciando por el hecho de que me enamoré de ti, y terminando por el hecho de que estoy herido por mi hermano. De alguna forma, siento que he ganado".

Siento más impotencia, pero esta vez, no golpeo la almohada, solo miro mis dedos, y siento mi corazón latir con fuerza. Mis orejas vibran con cada latido, y mis manos tiemblan. Quiero salir corriendo y preguntar, ¿y qué gano yo? ¿Qué gané? Ellos ganaron, ¿qué hay de mí? Soy egoísta, es la naturaleza humana. No puedo ver que todos reciban algo bueno sin sentir que yo también quiero algo bueno. Justo ahora, solo estoy llena de dolor.

Escucho la puerta abrirse, y un par de tacones resonando en la habitación, con calma.

-Si sigues así... -recoge una de las almohadas del suelo y la lanza a mi lado en la cama-, entonces te vas a secar, te vas a marchitar como una rosa sin agua. Llevo horas tratando de comunicarme contigo, Phoebs.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora