34: Libertad.

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-Celda veinte -escupe el oficial que me trajo a mí. Violet, la chica con la que he empezado a hablar y me ha entretenido por dos días enteros en este lugar, se levanta de su lugar rápidamente.

-Levántate -susurra, y yo también me levanto.

El oficial nos ve y abre la celda.

-Phoebe Lawrence, han venido por ti. Retira tus cosas en la entrada -ordena y mira a Violet-. De ti nadie se acuerda, no te emociones.

Una pequeña espinita se clava en mi corazón y me vuelvo a verla.

-No te conozco desde hace mucho, Violet -le digo-. Y sé, gracias a un buen amigo, que no es necesario conocer a alguien para saber que vale la pena. Prometo sacarte de aquí.

-Gracias, Phoebe. Espero realmente que resuelvas el asunto con Terrence, eres lo máximo -murmura.

Nos despedimos con un efusivo abrazo y el oficial me guía a la salida de las celdas, ahí está Irene, esperándome al lado de Astor y Lorette, con ropa limpia entre sus manos. Yo corro a abrazarla, sollozando en sus brazos, sintiendo que ha sido una eternidad.

La cárcel no es un lugar bonito; te encierran en la oscuridad, se olvidan de ti, y te tratan espantoso. No tienes cobijas para protegerte en el frío lugar, y debes ponerte la misma ropa, hasta que se gaste. Duermes en el piso, por donde las ratas pasan, y no es como si el olor que se expande por entre las paredes sea hermoso.

-Gracias -susurro a su oído-. Gracias por no abandonarme.

-Fue un poco difícil sacarte de este lugar -masculla Lorette, algo triste.

No dudo en abrazarla, también, porque sé que tuvo que ver con esto. Y ella me abraza con mayor fuerza. Es triste que este sea nuestro primer abrazo, es triste que sea en estas circunstancias, pero no se siente incorrecto. Toda mi vida quise tener a una madre, a un padre o alguien que fuera de mi familia para poder apoyarme, para que me diera amor. El resentimiento con Lorette no me dejó ver que ella en verdad se esforzó, y ahora, siento que de verdad la extrañé, muy en el fondo de mi corazón.

-Gracias, mamá -le digo.

Ella se limpia las lágrimas y me planta un beso en la frente, como diciendo "Yo siempre te voy a proteger y a amar, aunque sea en la peor de las situaciones, Phoebe". Miro a Astor, y también lo abrazo, aunque más breve. Tomo la ropa que trae Irene, y me encierro en los baños. No me doy una ducha, pero sí me cambio rápidamente. Estoy saliendo de uno de los cubículos, cuando veo a Terrence en la entrada a los baños. Mi corazón se detiene y quiero salir corriendo, presa de los nervios.

Él ha sido el culpable de que haya pasado tiempo en esa celda, inconscientemente, pero ha sido el culpable. Además de eso, su manera de verme no es la más buena. Se siente erróneo, realmente espantoso.

-Te saliste con la tuya -masculla-. ¿Por qué no me dejas en paz? ¿Ah?

-Hazte a un lado -le ordeno, intentando alejarlo de la entrada.

-Responde, ¿qué es lo que te debo? ¡Ni siquiera te conozco! -exclama, molesto-. Apareces y me gritas tonterías en mi salón, y luego golpeas a mi prometida. Quiero aclarar esto. No nos conocemos, tú estás obsesionada conmigo.

Trago el nudo de mi garganta y siento mis ojos llenarse de lágrimas.

- ¿De verdad no te acuerdas de quién soy? -Pregunto.

Niega con la cabeza, serio.

-No, no sé quién eres, pero te quiero lejos. Arista está sufriendo, tiene miedo de lo que puedas hacer -suelta, molesto-. Y yo no pienso permitir que la hagas sentir así. Aléjate de ella, y de mí. Porque de lo contrario...

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora