5: Enfrentamiento.

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Paranoica, así es como justamente me siento. A partir de que hablé con esos chicos, y de que al parecer me ha sido habilitado el acceso a un casillero y a la correspondencia, no he dejado de recibirlos. Hay un supuesto Cupido en el instituto, y se ha vuelto tan popular que incluso recorre la universidad como se le da la gana. Y él ha sido el motivo principal por el cual he sido invitada a cuatro citas por medio de cartas exageradamente cursis, y claro, también el motivo por el cual he recibido rosas, osos de peluche y cosas que parecen más bien salidas de la fantasía.

¿En esto los padres millonarios permiten que sus hijos se gasten el jodido dinero? De verdad, necesitan aprender a administrar sus ganancias mejor.

Además, hoy por la mañana no fue muy cómodo que se pueda recordar. Irene parece que todavía tiembla del terror que la invadió, porque, increíblemente, desayunamos en la misma mesa que los Dellower. Terrence se burló de mí en mi cara -cosa que resulta más bien vergonzoso-, y Gabrielle se ha tenido que venir con nosotras porque el Joven Madurez, ha sido tan bueno de dejarla botada, sin aparente espacio en su auto.

Pero no es eso lo que me tiene los pelos de punta y las mejillas rojas, no es eso lo que me tiene ardiendo de furia, o lo que me tiene a punto de golpear a alguien, quienquiera que sea. Es la carta que mis manos justo ahora sostienen, que sentencian con la misma letra perfecta y en ese papel que bien podría servir de tapiz en algún baño:

"Phoebe Lawrence. Sí, a ti.

Aléjate de una vez. Por tu propio bien sabrás bien a qué me refiero. No te creas importante porque haga esto, en este momento, no soy yo quien escribe. No eres merecedora de que siquiera te hable o te escriba, así que, vuelve a tu lugar en las sombras. Y claro, ¡no sigas metiéndote en lo que no te incumbe, perdedora metida!

T.D. Tu peor pesadilla".

Es realmente molesto. Quizá mucho más que eso, Terrence Dellower me pone de muy malhumor. E Irene, la inocente Irene, que se encuentra a mi lado, lo ha notado.

- ¿Qué piensas hacer? -Cuestiona, no como si estuviera investigándome satisfecha con la idea de una venganza hacia quien me ha escrito, sino porque sabe que no me quedaré de brazos cruzados-. Phoebs...

-Lo mataré -expreso, segura.

Ella me quita la carta de las manos y la lee antes de devolvérmela, con manos trémulas. Me causa una pequeña molestia su reacción exagerada. Sigo sin comprender su miedo a estos chicos tan normales.

Son solo un trío de sobrevalorados chicos ricos que hacen mal uso del dinero, simplemente agotándolo para arruinar a otras personas; digo trío y no cuarteto, porque Dante en absoluto está sobrevalorado. De bueno, y atractivo lo tiene todo.

-Relájate, Irene, no lo mataré, ¿qué crees que es mejor? Una buena venganza no me viene mal con ese mísero chico con complejo de dios -le digo, y estoy a punto de explotar de furia.

-Ay, Phoebe, si te ha llegado no una, sino, ¡una segunda carta de su parte! -Exclama, exaltada, parece que ya ha perdido los estribos-. ¿Lo entiendes o solo te haces la que no quiere entender? Lo mejor será que lo evites, Phoebs, sabes lo que significa para estos chicos la reputación y estarás muerta si sigues haciendo exactamente lo que haces -ella me mira rabiar, pero no se me acerca más de dos metros de distancia. No he notado cuándo se ha retiró tanto-. Solo respira, y mira que tienes el tiempo de no terminar mal, si nos comportamos bien y lo dejamos por la paz. Tener miedo es nuestra opción. Trata de no...

- ¿Miedo? ¿Quién carajos ha dicho miedo? -la interrumpo, respirando entrecortadamente, apretando la carta entre mis manos.

Si ella cree que yo voy a rebajarme ante esos tontos, está loca. No pienso hacerme parte del club de personas que les temen. No hay motivos.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora