31: Valor.

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Sus manos me rodean suavemente por la cintura, y mis manos se deslizan por la parte trasera de su cabeza, mientras nuestros pies se mueven lentamente, al ritmo lento y maravilloso de la canción. La voz de Ed Sheeran en Perfect, me llena y endulza los oídos y los oscuros ojos de Terrence viéndome, me hacen sentir realmente como si la canción fuese hecha para mí.

He leído muchos libros. Y he visto muchas películas, en donde las mujeres se sienten amadas por completo en medio del acto sexual, y siempre quise saber si eso era verdad, siempre quise saber si era necesario desnudar tu cuerpo y entregarlo a alguien para sentirte amado. Es un error literario, o cinematográfico. Es, simplemente, un error. Yo me siento amada, me siento como la única mujer en este jodido universo con solo su vista sobre mí. Porque sé que lo que hace y dice, es porque lo siente de verdad.

-Me gustaría saber qué piensas -murmura, contra mi oído.

Una sonrisa se hace en mis labios, y él también sonríe.

-Estoy pensando... en ti -respondo, sin dudarlo.

-Espero que sean cosas buenas -me dice.

-No lo son. Es algo realmente complicado -bromeo-. Es algo... ¡casi increíble!

-Dime, a ver si yo me lo creo -murmura.

-Pensaba en ti -repito, con una sonrisa enorme, mientras tomo sus mejillas entre mis manos y lo miro a los ojos. Él no aparta sus manos de mi espalda baja, manteniéndonos unidos mientras bailamos suavemente-. Es raro, ahora puede ser una costumbre. Bien, pues pensaba en ti y en mí. En ambos. En que te amo. Y en que me siento la mujer más amada. Como la única en el universo.

-No me lo creo -bromea, intenta morder mi dedo índice, que acaricia suavemente su labio inferior-. No podría creérmelo nunca.

- ¿Entonces no me amas? -cuestiono.

-No, no por eso -dice y se acerca a mi oído para susurrar con voz dulce-: La parte de que te sientes como la única en el universo.

-No comprendo -admito.

-No eres como la única en el universo, Phoebe. Para mí eres simplemente la única. En el universo, en la tierra, en la vida -me abraza más fuerte, y yo lo miro, siento que si mi corazón no se sale de mi pecho, me saldrán corazones de los ojos-. Y sí, es verdad, te amo. Uff, me fascina cómo suena decirlo. Te amo.

-Yo también te amo -y vuelvo a besarlo.

-Son las doce de la madrugada. No me gustaría joder esto, pero no me gustaría verte llena de ojeras mañana -dice-. Vamos, iré a dejarte a la entrada.

-Vamos, gordo -le tomo de la mano y bajamos del kiosco.

-No estoy gordo -se queja.

-Ah, pero no te pongas a llorar -me río.

-Eso solo me queda a mí -rueda los ojos.

Atravesamos su casa hasta la sala, ahí, Brenda nos encuentra. Me saluda con una enorme sonrisa y me pregunta acerca de mi vida, cosas que cualquier persona preguntaría. "¿Qué tal todo?" "¿Te va bien en la universidad?" "¿Terrence te está cuidando?". Yo las respondo con sinceridad. Bien en las dos primeras, y de maravilla en la última.

-Lamento tener que hacer esto, pero necesito hablar con Terry -murmura y yo sonrío, sin dudarlo, por su cordialidad innecesaria-. Creo que conoces la entrada, o puedes esperarlo aquí en los sillones. ¿Té? ¿Café? ¿Leche tibia? ¿Jugo? ¿Ya cenaste? Seguro tienes hambre.

-Estoy bien, Brenda -me río, y suelto la mano de Terrence. Le doy dos palmaditas en la espalda-. Debo irme, nos vemos pronto.

-Oye, no te vas así como así -Terrence me planta un beso en los labios-. Nos vemos mañana. Te amo.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora