18: Furia.

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Lo primero que hago al llegar a la universidad, es ir en busca del salón de los Dellower. Ahí, me recibe Zack, enyesado del brazo, y también Irene, quien no ha ido a buscarme hoy a casa por la mañana. Ambos me dejan pasar, y veo al fondo, sentado hablando tranquilamente con Dante, a mi objetivo.

Paso de lejos a los chicos y dejo las cuatro cajas gigantes de regalos, y también la bolsa con los botines. Bradley me mira, con el ceño fruncido.

- ¿Phoebe? -Cuestiona.

Aprieto los puños, resistiendo la tentación de golpearlo.

-No me ha hecho gracia lo del disfraz y mucho menos lo de las botas -escupo, molesta.

Entre los regalos, un disfraz de gato, con un sombrero de cuero y una espada de poroplás, con las botas. Claramente, le hace gracia llamarme "Gato con botas". Pero a mí me parece irrespetuoso.

-Y de paso, los otros regalos... tengo suficiente ropa como para no volver a lavar en siete años. Y zapatos me sobran -añado-. No soy una princesa mantenida que espera un regalo absurdo. Y tampoco me podrían comprar. ¿Lo sabes?

Su rostro se tiñe de color y traga duro.

-Resulta que, los únicos Dellower que me caían bien eras tú y Dante, porque no eran de los que creían que podían comprar a alguien con dinero o regalos estúpidos -suelto-. Pero resulta que ahora solo es Dante. No soy una más del montón de admiradoras.

Doy media vuelta sobre mis talones y me voy del lugar, cerrando la puerta con cuidado de no resultar agresiva. Y como siento unas inmensas ganas de no alterarme más, no paso por la oficina de Lorette. Voy directamente a mi salón. Ahí, me encuentro con otras tres cajas llenas de regalos y, llega el chico que reparte la correspondencia con la bolsa negra de cartas y regalos. Las tomo, sin culparlo a él por esto, y en vez de sentir que estoy calmada, mi furia incrementa.

Los otros regalos también tienen la misma inscripción, "Dellower", en una única tarjeta para todos. Le pido al chico de la correspondencia que la lleve a Bradley Dellower y que le diga que, por favor, no lo vuelva a hacer. Tiro a la basura todas las cartas y los otros regalos, y me dejo caer en mi silla. No encuentro mejor manera de sentirme bien, que escribiendo con furia los informes, pasándolos del inglés al italiano (que es mi primera lengua).

Astor me pasa el informe de Lorette y Ginger con uno de mis guardas y yo lo leo con cuidado. Con ello, conozco sus fechas más importantes, y cosas que no me importan mucho.

Las clases inician, Irene llega tarde, a diferencia de Gabrielle, y yo no me tomo el tiempo de cuestionarlo. Ella y yo no nos hablamos durante todo el rato de las primeras lecciones, sino hasta que la campanilla del recreo toca, y llegan Zack y Dante por Gabrielle y ella.

-Vayan ustedes -pide-. Me quedo con Phoebe.

-No tienes qué. Yo puedo ir a ver a mamá -digo, y los cuatro me ven impresionados.

Dante cambia la expresión de sorpresa rápidamente, a una de felicidad y orgullo, pero yo mantengo mi semblante serio.

- ¡No entiendo nada! -exclama Gabrielle.

-Vayan, yo... me quedaré con Phoebe -señala Irene.

-Yo también, ¿no somos amigas? -gruñe Gabrielle.

Dante y Zack se dan por vencidos y nos dejan ahí. Le pido a mis guardas que vayan por mi comida y me quedo explicándoles a las chicas lo que sucedió ayer. Irene no se sorprende, Gabrielle parece comprender todo el dilema de La Gioconda de pronto y más. No me ponen de buen humor por completo, pero lo mejoran considerablemente.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora