4: Acercamiento.

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Por la noche, tengo a Irene a punto de tener un colapso nervioso y eso, aunque sea cruel de mi parte, me ha hecho divertirme durante un buen rato. La expectativa me puede, porque si de algo estoy segura es de que, si yo soy millonaria, los Dellower son tres veces billonarios. Y claro, Terrence Dellower no parece ser el tipo de hombres que les fascina ahorrar, y los lujos los irradia hasta cuando camina. Es más por él por quien tengo curiosidad de conocer, porque claro, no todos los días entras a la casa del chico que tiene una pequeña -quizá gran- revolución contra ti.

Y hay más. No es él el único motivo por el cual quiero ir a esa mansión. Quiero ver, realmente, a Dante. Suena quizás un poco acosador de mi parte, puede que realmente lo sea, y que mentalmente esté traicionando a Gabrielle, pero para mí es inevitable no querer verlo. Es el más guapo y menos raro de todos los hermanos, y además de eso, es el único que no me ha visto como si yo fuese un completo bicho asqueroso. Él me agrada de verdad pues no parece tener ese complejo de superioridad que tienen los otros.

Irene y yo lo hemos preparado todo en dos mochilas completamente necesarias antes de siquiera pensarnos el ir a ese lugar; gas pimienta, más pijamas por si nos ensuciamos, golosinas, películas, utensilios de aseo personal, ropa extra y la ropa normal, celulares y nuestros cargadores, y por supuesto, nuestras mochilas para la universidad, porque no podemos simplemente ir a una pijamada y no dormir en ese lugar. Ese es el punto de esas fiestas; que tu amigo te vea babeando en la noche, con la boca abierta, en el peor de tus aspectos. Es como un ritual de amistad que Irene y yo hacemos desde hace mucho tiempo. Podría decir que a veces siento que somos la madre de la otra con todo lo que hemos visto sobre nosotras mismas.

A las siete y media, mi auto llega a la entrada de la casa para traernos. Mis guardas me prometen que van a estar en la parte de afuera de la casa, y que a las siete en punto pasará el auto por nosotras para ir a la universidad. Astor me asegura que él va a estar pendiente al celular, y que cualquier cosa que necesite, le llame y sucederá en un minuto mínimo. Les pido a todos que no se preocupen y luego, Irene y yo subimos al auto.

El trayecto es más largo de lo que me cabe esperar, y en más o menos media hora, llegamos a la grandiosa mansión de los Dellower. Me sorprende muchísimo que ésta sea mucho más pequeña que mi casa, al menos, eso aparenta desde afuera, con cuatro pisos de vidrios iluminados por luces doradas, arboles verdes y rojos, y un jardín lleno de flores y rosas. Con un aire japonés-victoriano que me deja fantaseando con el lugar. Es una casa similar a las pagodas chinas en la versión más moderna.

En la entrada, nos encontramos con una muy emocionada Gabrielle, jugando a pelear con Dante y Bradley, y ambas bajamos viendo con cuidado el lugar. Los dos chicos se posicionan derechos y Gabrielle suelta un chillido emocionado antes de lanzarse sobre nosotras.

- ¡Sí vinieron! -Exclama, emocionada-. Lo tengo todo preparado, vamos a ver una película, y a comer pizza, jugaremos cartas, estaremos un rato en la piscina, luego vamos a las habitaciones a hacer bromas y hablar, y así pasará la noche.

-Claro que vendríamos, no pensabas que te dejaríamos plantada, ¿o sí? -Cuestiona Irene.

-Sería muy normal. No suelo tener amigas, y las francesas son un poco... resentidas -responde, y me apena realmente, supongo que debe referirse a que la subestiman por ser rica y bonita-. ¡Pero estoy feliz de que hayan venido! Pasen, pasen.

-Oye, ricitos -la llamo y ella se ríe del apodo-. Espero que no te moleste que mis guardas se queden afuera, es... por seguridad.

-No, claro que no. Es más, pueden pasar adentro también, afuera hace frío y seguro van a estar mejor desde aquí adentro -dice.

Nos reciben dos mujeres que, a diferencia de mi casa, no portan uniforme de servicio, sin embargo, nos ayudan mucho, y en la cocina está una mujer que no luce exactamente como una empleada más, y claro, está acompañada por un hombre que me recuerda muchísimo a Bradley, el hermano serio de los Dellower. En realidad, el hombre lo tiene todo de los Dellower, pero más de Bradley. O podría ser al revés.

No te arrepientas [Libro I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora