-Te amo. –Contestó. Y esa fue la señal que declaró que estaba por venir un apasionado beso. Besó mis labios con todo su ser y yo no me quedé sin hacer nada. Respondí a su acto de la misma manera. El beso era tierno, lento, lleno de amor. Pero solo un pequeño contacto de mi centro con su amigo, fue suficiente para que el beso comenzara a aumentar de calor. Se convirtió en un beso apasionado, hambriento y lleno de deseo. Luego de devorar mis labios comenzó a besar mi cuello. Succionándolo como de costumbre y dejando sus ya normales marcas. Disfrutaba de ello, por lo que me deshice de su camiseta. Solté los botones y la quité lentamente, dejándola caer al suelo. Volvió a subir a mi boca y luego de unos segundos bajo por el otro lado de mi cuello. Haciendo el mismo proceso anterior; y esta vez solté un pequeño gemido al sentir como mi piel comenzaba a estremecerse. Fue como una señal. Fue entonces cuando el castaño decidió devorar mi blusa. La quitó de mi cuerpo y luego se deshizo de ella tirándola a algún costado de la habitación, donde no habría velas. Comencé a retroceder aun con Liam besando mi cuello. Continué retrocediendo hasta sentir el choque de la cama con mis piernas.
-Espera. –Susurré seguido de un gemido. Y este se detuvo. Fui a un costado de la cama y moví el peluche y el ramo de flores a un lugar donde no se perdieran. Entonces luego volví a él. –Listo. –Sonreí y comencé a besarlo otra vez. Solo que ahora comencé a recostarme en la cama. Me moví un poco hacia atrás para que mis piernas también descansaran y luego empezó nuestro juego. Comenzó a besar otra vez mi cuello, de vez en cuando dando leves mordiscos en mi oreja. Provocándome gemir. Luego comenzó a bajar por mi pecho. Besando cada rincón de él. Dejando rastros mojados en mí. Llegó a mi sostén y empezó a acariciar mis senos por encima de este. Uno lo besaba mientras el otro era plácidamente acariciado. Y luego bajo a mi abdomen. Sentir el contacto de su saliva en mi piel me hacia arquear. Parecía como si le pidiera más. Cosa que no era mi propósito, pero tampoco niego que no quería. Comenzó a bajar mis jeans. Cuidadosamente sin quitar su mirada de mis piernas.
-¡Dios! Mis amigos van a envidiarme cuando vean a la hermosa y perfecta mujer con la que estoy a punto de casarme. –Sonrió hasta terminar de quitar mis pantalones. Los tiró a algún lado de la habitación y luego volvió a mis labios. Sonreí de la misma manera.
-Mi turno. –Dije pícara y en un segundo estaba encima de él. Fue entonces cuando empecé a poner en práctica mis estrategias. Comencé por morder el glóbulo de su oreja. Seguido de delicados besos en su cuello. Sin descartar que las marcas también eran lo mío. Escuchaba sus jadeos y eso provocaba que siguiera. Luego bajé por su pecho. Topándome con unos pocos vellos que lo adornaban. Y luego llegué a su marcado abdomen. Lo acaricié y luego jugué con sus pezones. Era divertido y placentero a la vez. Y entonces fue mi turno de bajar sus jeans. ¡Oh vaya! WILLY había despertado. Los quité lentamente, provocando que su piel se erizara y luego los dejé en el suelo. –Bien. Ahora estamos a mano. –Dije sonriente y volviendo a su boca.
-No todavía. –Respondió y llevo sus manos a mi espalda. –Ahora sí. –Dijo cuando soltó mi sostén y lo tiró a algún lugar de la habitación. Solté una risita y volví a besarlo, pero esta vez jugando con sus cabellos. Se sentó, dejándome encima de él. Estaba sentada en su amigo. Solo que ambos teníamos la ropa interior en esa parte. Y ¡Ouch! Estaba bastante duro, pero sentirlo rozando mi centro me excitaba más. Así que gemí.
-Oh, Niall. –Cerré mis ojos dejando caer mi cabeza hacia atrás. Rompiendo aquel beso. Sentí como chupaban mi pezón. Entonces vi como Niall lo succionaba. ¡Dios, este hombre me va a matar! Continué jugando con sus cabellos mientras mis piernas rodeaban su cintura, el succionaba mi seno y su miembro luchaba por estallar de aquel bóxer. Termino con mis senos y puso sus manos en mi cintura, para sacarme de él, pero ya que no podía cargarme, a causa de su brazo enyesado, me lo pidió.
-Hermosa, échate para atrás. Estas lastimando a Willy. –Sonrió y seguí instrucciones. El saco sus piernas y se puso boca abajo. Yo solo me había echado para atrás. Mis piernas aun estaban separadas. Así que estaba exponiendo mi feminidad solo para él. Casi pegado a su rostro. Con su mano no lastimada, comenzó a bajar mis bragas, hasta deshacerse de ellas completamente. Sabrá Dios donde terminaron. Entonces comenzó mi tortura. – ¡Maldición! –Dijo. –¿Cómo es que siempre estas tan mojada? –Preguntó mirando mis ojos.
-No lo sé. Solo tú me pones así. –Mordí mi labio inferior. Fue entonces cuando sonrió y la batalla comenzó. Su lengua comenzó a jugar con mi clítoris, dilatándolo mientras me hacia gemir. Quería cerrar mis ojos y disfrutar, pero verlo me excitaba más. Así que hice un esfuerzo. ¡Padre Santo! Moriré de placer. Pero no aguanté mucho.- Balancee mi peso en mis manos y cerré mis ojos. Dejé caer mi cabeza mientras él hacia lo suyo. Introdujo dos dedos. –Ah. –Gemí. Comenzó a meterlos y a sacarlos despacio. –Más, Niall. Más. –Gemí aun con los ojos cerrados. Siguió instrucciones e introdujo otro dedo. Nuevamente los metió y sacó, pero más rápido. Sentía el calor de sus dedos por todo mi cuerpo. Estaba tan caliente que si llegaba a tocarme un poco más, el orgasmo saldría solo de la nada. Los sacó y besó mi centro. Comenzó a subirse hasta llegar a mí. Para luego besarme.
-Tu turno, preciosa. –Dijo entre labios y lo empujé haciendo que de un movimiento, no sé cómo, quedara acostado. Movió sus piernas hacia mí para estar más cómodo y luego me trepé encima de él balanceando mi peso en mis manos y rodillas, rozando mi feminidad contra su amigo. –Rayos. –Gimió.
Narra Niall:
¡Demonios! Esta mujer va a matarme. ¿Cómo es que es tan buena en la cama? No me canso de tener sexo con ella. Pero esperen… Esto en realidad, ¿era sexo? No. No estaba teniendo sexo. ESTABA HACIENDO EL AMOR. Estaba haciendo el amor por primera vez. Y lo estaba haciendo con ______. Con la mujer que amo.
Luego de besarme unos segundos más, comenzó a bajar otra vez por mi abdomen, dándome pequeños mordiscos que me obligaban a gemir. ¿Cómo no gemir ante tu debilidad? Oh si, ella sabía cual era. Y sabía cómo hacérmelo sentir.