Narrador:
Luego de la llegada de Kelly, esta lo confirmó todo. Con la llegada de su padre, pudo saber que las palabras que el hermano de _______ decía eran ciertas. La única duda que quedaba era, ¿por qué él había renunciado a seguir en aquel grupo de delincuentes? Pero lo que no sabían era que él no había renunciado. El infeliz de su jefe lo había echado por tratar de defender a su querida y única hermana. Minutos después, decidieron llamar a la policía de allí. Se demoraron una media hora en encontrar una casa tan alejada de la ciudad, pero en ese tiempo, Louis pudo decirles unas palabras importantes que necesitarían.
-No pueden quedarse aquí. –Dijo el pelinegro.
-¿Por qué no? –Preguntó la castaña.
-Porque todos los contactos del jefe sabrán que estas aquí, y no será hasta que él muera que no te dejaran en paz. –Contestó.
-Eso no lo pensé. –Dijo la rubia. –Él tiene razón. Entonces ¿Qué haremos?
-Mi padre me tiene varias propiedades dentro y fuera del país. Lo más seguro seria que te fueras de aquí.
-Pero… ¿Y mi escuela? –Preguntó la castaña. Ese era su sueño. No quería dejarlo pasar. Kelly y el pelinegro se miraron.
-¿Hay algún lugar donde siempre has querido ir? –Preguntó Niall
-Uhm, bueno, si… --Dijo nerviosa.
-¿Cuál es? –Preguntó Kelly.
-Francia. –Contestó el pelinegro. Pero, ¿Cómo él sabía que su hermana quería irse a ese país sin ni siquiera preguntárselo? Todos lo miraron.
-¿Cómo sabes eso? –Preguntó la castaña.
-Siempre fue tu sueño, ______. Papá me contaba las historias que tu nana te hacía de pequeña y tu solo podías pensar en cómo sería subir a lo más alto de esa torre. La torre Eiffel. Siempre lo supe, a todo el mundo le encantaría vivir allí. Es realmente hermoso. Y lo digo por experiencia. –Sonrió. –Bueno, creo que es hora de irme. –Miró por la ventana. –La policía llego por mí. –Agregó. –Espero que sean muy felices. Te deseo lo mejor del mundo, hermanita. Cuídate mucho. –Antes de que la policía entrara por él, él salió de la gigantesca casa.
Y desde ese entonces, la vida de estos tortolos había dado una vuelta de más de cien grados. Se mudarían a Francia, vivirían juntos, formarían una familia, estudiarían, ya no tendrían que hacerse pasar por quienes no eran. Y eso los satisfacía. Podrían ser ellos, podrían amarse, podrían ser quienes quisieran ser. Y lo más importante era que no le hacían daño a nadie.
(…)
Pasaron los meses y su vida era perfecta. Habían subido a esa torre más de un millón de veces. Habían disfrutado de todo ese amor que infinitamente duraría. Pero se había llegado el gran día. El día más especial y esperado. El día que jamás olvidarían y lo que sellaría este amor para siempre. A solo horas del gran momento, a solo minutos de comenzar, los nervios parecían comerlos a todos. Ya nadie podía esperar.
-¡Así no es, Liam! La flor va de este lado. –Decía el Rubio quitándole la pequeña rosa de plástico.
-Niall,nsoy un experto en esto. Cierra la boca y déjamelo a mí. –Contestó manipulante. Con autoridad; quitándole la flor nuevamente. El ojiazul dio un gran suspiro y luego comenzó a mirar a todos lados. Estaba realmente nervioso.
-¿Qué pasa si hago algo mal? –Le preguntó.
-No importa. Esto no es un libreto. Estarás comprometiéndote con el amor de tu vida. Prometiendo estar a su lado por siempre. No necesitas ensayar qué decir. Solo tienes que ser tú. Solo tienes que demostrarle tu amor frente a todas esas personas. –Dijo terminando de poner la flor en su lugar.
-Estoy nervioso, Leeyum. –Decía echando sus cabellos hacia atrás.
-Es normal, pero no te despeines, no querrás verte mal. –Dijo dándose media vuelta.
-¿A dónde vas? –Gritó rápidamente.
-Niall, estarás bien. –Soltó una risita. –Solo iré a recibir a los invitados. –Dijo dirigiéndose a la puerta.
-Si no llegas a estar en Francia para mí este momento, estaría jalándome los pelos de los nervios.
-Siempre serás mi amigo. Siempre estaré para ti. ¿O ya olvidaste las maldades que hacíamos en la secundaria? –Preguntó sonriendo burlón.
-Nunca. –Contestó con una sonrisa.
-Bien. Nos vemos allá. Sal en cinco minutos. Un coordinador de bodas no puede hacerse quedar mal en una de las suyas. –Tiró una guiñada y se fue a cumplir sus palabras. Como coordinador de esta gran boda, nada podía salir mal. Absolutamente nada.
(…)
-¡Dios! Te ves tan hermosa. –Dijo llevando sus manos a su boca para tratar de evitar el llanto.
-Ya no llores mas, Val. Te arruinarás el maquillaje otra vez. –Dijo amable.
-Te amo tanto. –Sonrió con los labios sellados para darle un fuerte abrazo. La cual la castaña respondió.
-Te amo más. –Dijo alejándose.
-No sé cómo es que no estás tan nerviosa como yo. Cualquiera diría que yo soy la novia. –Dijo sorprendida.
-¿Qué no estoy nerviosa? Dañé mis uñas intentando calmarme. –Contestó.
-¿Qué hiciste qué? –Gritó.
-¡Nada! ¡Nada! –Levantó sus manos demostrando su inocencia y aguantó las ganas de reír.
-Lamento interrumpir, hermosas damas, pero se nos hace tarde. La novia ya debe llegar a la iglesia. Debemos subir a la limosina. –Dijo el de rulos con una de sus mas hermosas sonrisas.
-Gracias, Harry. Ahí vamos. –Sonrió la castaña.
-Te vez tan apuesto en ese traje. –Dijo la pelirroja.
-¿Ya te dije que te ves hermosa en ese vestido? –Contestó coquetamente.
-Uhm, no. –Dijo divertida y el de rulos entró completamente a la habitación. Acercando a su novia a su cuerpo de un tirón. Haciéndola sentir su acalorado cuerpo. A lo que esta soltó un gemido.
-Bueno, disfrútalo porque esta noche no servirá. –Susurró para plantar un corto beso en sus labios.
-¡HOLA! ¡ESTOY AQUÍ! –La castaña se hizo notar y enseguida ambos amigos se separaron. Harry con una sonrisa y Val con las mejillas bastantes coloradas.
-Ya vámonos. –Dijo ruborizada la pelirroja.
-Claro. –Contesto el ojiverde. Y caminaron hasta llegar a la hermosa blanca limosina.