Capítulo 24

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Elisse no podía parar de pensar en los sueños que estaba teniendo, cada noche se despertaba agitada y con miedo, no lograba descifrar el mensaje pero sabía que no era uno bueno.

Decidió no pensar más en esos sueños y fue a buscar a Ian, quién se encontraba en el mismo bar de siempre pero esta vez no estaba tomando, sino leyendo.

—Ian, ¿recuerdas que dijiste que tenías ganas de volver a la ciudad?.–pregunto ella, Ian despegó la mirada del libro que leía y asintió sin entender.—entonces, vámonos.—sugirió decidida.

—Oh no... dije eso en un estado de confusión, estaba enojado con Norah y cuando estamos enojados podemos decir y hacer cualquier cosa...—soltó él volviendo a su lectura.

—¿Y si no es Norah, qué es lo que te detiene ahora para irte?—ella se sentó a su lado para intentar convencerle.

—A mi nada.—dijo él sin prestar mucha atención.—En verdad, desearía volver pero tú lo harás porque estás enojada con... bueno ya sabes.

—No es por Tony, es... es otra cosa.—dijo tratando de evitar la mirada.—da igual, de todas formas me iré, solo quería consultártelo.

—Esta bien... ¿cuándo partimos?—preguntó Ian decidido, mientras cerraba el libro de un apretón.

—Mañana a primera hora.—soltó emocionada.

—¡¿Qué?!—pregunto él exaltado.—¿y recién ahora me lo dices?—ella se encogió de hombros como respuesta.—Iré a preparar todo.

Elisse había planeado irse desde antes de lo que paso con Tony, su madre le había enseñado a interpretar los sueños, debía buscar señales que se relacionen con sus pesadillas y había encontrado algunas.

Desde que llego al pueblo, Rosa llamaba a Elisse todas las noches, ella le contaba lo que pasaba como eran las personas, todo. Pero hace unos días no recibía llamadas ni de Rosa ni de Adrienne, incluso tampoco atendían el teléfono.

Elisse estaba inquieta y nerviosa desde entonces, aún así ella no quería pensar nada malo pero cuando los sueños comenzaron no quedo otra alternativa que creerlo. Algo malo podría haberles pasado y ella se sentía obligada a regresar.

Mientras Ian preparaba las cosas, ella decidió dar un paseo. No tenía que preparar nada, sus cosas las había preparado desde la pelea con Tony.
A ella le encantaba caminar sin rumbo, que su mente pensara en cualquier cosa y sus pies sepan a donde deberían llevarla, ella creía que estaban conectados de alguna manera.

Y al parecer lo estaban, siguió caminando obedeciendo sus pasos y lo vio a él, sentado en un banco alejado de la demás gente. Quería detenerse e ir al lado contrario pero sus pies le fallaban. Él volteo como si también actuará por instinto, ambos se miraron sin decirse nada. Como si con solo una mirada pudieran transmitirse millones de sentimientos atrapados.

Ella se quedó inmóvil, sin poder reaccionar, él decidió pararse y venir hacía donde ella estaba. Su mirada era tan inocente como culpable, tan dulce como traviesa pero triste, muy triste. Elisse no podía sacarle la mirada de encima, su ceño fruncido lo juzgaba de toda acción cometida, su fríos ojos no le permitían que él pudiera siquiera defenderse. Ambos seguían callados, su razón era tan fuerte pero sus corazones tan débil.

—Elisse...—susurró él a un volumen muy bajo que solo ella podría escuchar.

El ceño fruncido de ella fue desapareciendo de a poco al escuchar el dulce sonido de la voz de él, odiaba cuando su cuerpo desobedecía a su cerebro, odiaba ser tan débil.

Ordinary World. (Tony Stark y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora