Me están amenazando.

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Habían pasado dos días desde que me dieron el alta. Todos en casa estaban consintiéndome. Mis padres me pidieron disculpas unas veinte veces por no haber llegado a estar conmigo en el hospital. Yo les dije que no había problema, es decir, entiendo que han tenido demasiado trabajo y seguro tenían cosas importantes que hacer.

No justifico nada, pero yo era de las personas que entendían cuando algo no podía hacerse. No me enojaba que no fueran, si me decepcionaba un poco el hecho de que bueno, son mis padres y no llegaron a la clínica. Pero vamos, ellos trabajan para mantenerme a mí y a mi hermano.

En fin, por otro lado, a Luke también le habían dado de alta el mismo día que yo, con la diferencia de que él tenía la pierna quebrada. No estaba yendo a la escuela, y bueno, yo tampoco. Era día jueves, pero yo el lunes volvería a mis clases normales. Luke por otro lado debía estar en reposo una semana más, ahora mismo me encontraba en camino para ir a verlo, era horrible estar en reposo, y ninguno de mis amigos iría a verlo hoy, ¿por qué? Pues no sé, simplemente han desaparecido todos, hasta Matt.

- Hola Emmie –saludó la madre de Luke mientras abría la puerta de su casa.

- ¿Cómo está señora Macallister? –pregunté mientras ella me hacía pasar dentro de la casa.

- Muy bien, ¿y tú? ¿Cómo te has sentido? –preguntó sonriente.

- Bien, bien. Todos han estado muy al pendiente de mí –sonreí.

- Y no es para menos. En fin... puedes subir a ver a Luke, está en su habitación.

- Si, muchas gracias –sonreí y subí las escaleras hasta la habitación de mi mejor amigo.

Decir que es mi mejor amigo era raro, en realidad Luke y Alex son mis mejores amigos, pero por alguna razón desconocida para mí, Alex y yo ya no éramos lo que antes. Se comportaba de una manera extraña y estaba distante. Aunque bueno, yo también hacía eso, desde que me llegan las cartas de amenaza, estaba alejando a todos de mí, no porque yo quisiese, sino que no dejaría que la vida de las personas que amo corriera peligro.

Hablando de las cartas de amenaza... El sobre que me dieron en el restaurante, decía:

A veces eres un poco ingenua, Emma. No debes confiar en nadie. Espero que me hagas caso, NO CONFÍES EN NADIE. Pronto te daré la verdad que tanto anhelas.

No tenía ni la menor idea de lo que pasaba, Tom se había comportado muy extraño también. Prácticamente me amenazó, yo ese día estaba bastante débil a decir verdad, me sentía mal. Pero esta vez, me he alimentado como debo, y he hecho ejercicio, no dejaría que nadie más me manipulara, amenazara y se salieran con la suya. Investigaría hasta el fondo todo este asunto, dejaría de preocuparme y me ocuparía.

- ¡Emma! –exclamó Luke feliz al verme entrar a su habitación.

- ¡Hola Luke! –corrí a abrazarlo. Amaba abrazar a las personas, odiaba admitirlo, pero... me encantaban los abrazos, y más si eran de las personas que yo quería.

- ¿Cómo estás, loquita? –se rió.

- Muy bien –dije satisfecha, desarmando nuestro abrazo-. He comenzado a hacer ejercicio, que el doctor dijo que sería bueno para mi salud, y además comencé a comer saludable.

- Oh, eso es fantástico.

- Lo es –sonreí-. Y dime... ¿Qué pasó en la clínica con la enfermera que pensabas que era zombie?

Me reí al recordar la graciosa escena.

- Pues... pidió que la relevaran de su turno cuidándome. Aunque no se quejó tanto, es decir, ella sabía que yo estaba con alucinaciones. De todas maneras le pedí disculpas antes de irme, cuando ya era más consciente de la cosas –dijo restándole importancia.

La Chica de la BibliotecaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora