11. No quiero esto

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Al final me decidí por la camisa vino y el saco negro, un maquillaje con sombra y delineador negro, deprimente y apático... como yo ahora.

La cena parece no querer terminar y cada tanto observo la hora en el celular, lo único que sé es que yo debería estar en camino al cine y no es una estúpida escena, en la que ni siquiera estoy totalmente presente.

La comida se ve deliciosa, pero mi apetito no piensa lo mismo, en realidad solo pico un poco la ensalada mientras lanzo falsas sonrisas a todos en la mesa.

— ¿Y qué tal India hermano?

—De maravilla Camille, nos quedamos en un hotel ecológico y fue de las mejores experiencias de la vida ¿cierto amor?

—Completamente Sebs, no sabes Camille el ambiente que se respiraba en ese lugar, era la cosa más sensacional y maravillosa del mundo.

La esposa de Sebs me mira con toda emoción en su cara y yo solo puedo asentir, sonreír y hacerme el sorprendido, aunque en lo único que en realidad puedo pensar es "Malditos presumidos"

Reviso el teléfono de nuevo, faltan exactamente 10 minutos para que la película comience, me imagino a Alexander fuera del cine esperando por mí, por un Magnus que no va a llegar.

El peso que siente mi corazón por dejar a Alec plantado es horrible, observo de nuevo mi ensalada como si en ella estuvieran las respuestas a mis problemas, cuando una canción que me es familiar comienza a sonar por las bocinas.

No puede ser. Es imposible que sea la misma canción.

Mi mente debe estar jugándome una mala pasada.

Pero mala pasada o no, parece que la melodía me hace entrar en razón y aclarar todos los pensamientos que no podía poner en orden, en un abrir y cerrar de ojos. Me doy cuenta que no tengo nada que hacer con estas personas, que no pertenezco a este lugar y lo más importante... que no quiero estar aquí.

Puede que en este momento sea un ataque de locura y que mañana lo piense mejor con la cabeza fría y pueda ver todos los detalles, pero en este momento, lo único que puedo hacer es seguir mis instintos y a mi corazón.

Reviso de forma rápida la pantalla del celular. Puede que llegue tarde, pero mejor tarde que nunca. Doy un rápido trago al vino a mi lado y me levanto sin darle más vueltas al asunto.

—Lo siento Camille.

— ¿Magnus? ¿De qué hablas?

—Lo siento.

No dejo que conteste, solo sigo la canción y me dirijo a la salida.

Corro por la amplia calle mientras la blanca nieve me sigue en cada paso, ni siquiera noto el frío pues la emoción que siento en este momento ocupa todos mis sentidos, me dirijo hasta llegar a la avenida para intentar buscar un taxi.

Y por fin, después de mucho tiempo, me siento libre, enamorado y lleno de vida. 

PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora