36. Debes detenerte

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Pase días encerrado en la habitación, pensando en todo lo que había pasado e intente organizar mis ideas y las cosas que quería y deseaba. Las mismas que sabía, no podía tener.

Estaba cansando. Esa era la realidad. Ya no quería seguir mis sueños, ya no quería ser algo que al final entendí, no podía ser.

Creo que ahora entiendo a Alec, no se trata de lo que quieres y deseas. Se trata de lo que puedes y no puedes tener. De lo que tienes en tus posibilidades. De madurar.

En ocaciones de eso se trata.

—¿Cariño?

Es la voz de Cat. Siempre viene a darme comida y agua e intenta hablar conmigo, siempre sin éxito.

—No Cat.

—Magnus, esto es importante.

— No quiero saber nada de nadie. ¿Es tan difícil de entender? Deja que me hunda en mi propia depresión. Gracias.

La puerta azota de repente y me levanto de un salto.

—Que demo...

—!Basta con tus estupideces Magnus¡ ¡Detente de una buena vez!  ! Nosotros también nos interesamos por ti y entiendo que te duela y entiendo lo que se siente caer y darte cuenta que el mundo no es tan hermoso como aparenta y que la realidad es una mierda y que duele! ¡Yo misma he estado en tu lugar, así que deja de pensar en ti y comienza a ver a tú al rededor!

No se que decir. Solo me quedo sentado en la cama, con las rodillas en el pecho, observándola.

—Lo siento. — Es lo único que puedo decir.

Cat respira pesadamente y suelta un largo suspiro. Se acerca a mi y me abraza como hace mucho nadie lo hacía.

—Lo se cariño. — Acaricia mi cabello y me sostiene mas fuerte. — Alec llamo, dijo que no contestabas ninguna de sus llamadas o mensajes.

—No lo hago. No quiero hacerlo.

— Pues tendrás que hacerlo Magnus. Porque dijo que viene para acá y que llega mañana por la mañana.

—Demonios

— Demonios. — Repite Cat enseguida mío. — Me pareció extraño, pues la gira iba viento en popa y no veo razones para dejarla, aunque puede que te extrañe y quiera disculparse.

— Pues no quiero sus disculpas, así que puede ahorrárselas.

—Claro que las quieres.

Me separa un poco de ella para verme a los ojos y no puedo evitar sonreír un poco.

— Solo un poco.— Admito.

—Entonces prepárate, dejaremos el departamento para ustedes dos. Prometo que nadie los interrumpirá.

—Gracias, por todo.

— No tienes nada que agradecer.

En ocasiones solo necesitas el abrazo de una buena amiga, algo que nos haga regresar a la realidad. Amo a Alec y puede que en este momento esté molesto con el... pero no quiero perderlo.

PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora