34. Boston

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—Diablos...

No hago más que mirarlo, no me puede creer que Alec esté aquí y es como si me quedara paralizado.

— ¡Sorpresa!

No es si no, luego de esas palabras que corro a sus brazos y me aferro a él. Al hombre que amo y que al fin está aquí.

—Te amo. Te amo. Te amo.

—Yo también te amo Magnus.

—No tienes idea de cuánto te extrañe.

—Creo que si lo sé, porque yo también te extrañe demasiado.

Lo beso y nos perdemos durante unos momentos.

—Bueno amor, aunque me encantaría seguir con esto y llevarlo a otro nivel, lamento decirte que la cena esta lista y que muero de hambre.

*****

Entre risas, caricias, música y palabras de amor, es como trascurre la cena. No sabía que extrañaba tanto esto hasta este momento, porque es maravillo y hermoso.

— ¿Cuánto tiempo te quedaras?

—Solo hoy. Mañana vamos a Boston.

— ¿Boston? Es un lugar hermoso.

—Sí, deberías venir conmigo.

—No puedo hacerlo Alec.

— ¿Por qué no? — Me mira fijamente y luego a su copa.

—La pasarela es en menos de una semana, ya sabes. Tengo que ver los últimos detalles y esas cosas...

—Pero puedes hacerlo desde el ordenador. ¿No?

—No exactamente, es algo a lo que le quiero poner más empeño. — No dice nada más — De todas formas ¿Cuándo terminara todo esto?

— ¿Qué cosa?

—La banda, las giras.

—No lo sé. Puede que nunca.

Doy gran trago a mi copa de vino.

— ¿Nunca?

—Sí, bueno es que acabando este disco ya comienzan las preparaciones para el siguiente y de ese lo mismo, viene la gira y sucesivamente.

—Alexander detente. ¿Estás hablando enserio?

—Claro ¿Porque no lo haría?

—Creí que esto de la banda era temporal, era mientras las cosas mejoraran.

—Eso era en un principio.

— ¿Qué sucedió con tu club de jazz; con el amor a la música que de verdad amas? Y no intentes mentirme, porque lo he visto, sé que odias lo que estás haciendo.

—Es tiempo de madurar Magnus. No se trata de lo que me guste o lo que no me guste, se trata de ser adulto y crecer y tomar responsabilidades.

—Este no es el Alexander del que me enamore.

—No, el Alexander del que te enamoraste aun creía en estupideces.

— ¿Qué demo....

—Pero tú no lo entenderías, eres un diseñador de modas que aún no pone los pies la tierra, que aun persigue su sueño....

La música termina repentinamente y nos quedamos en completo silencio, observándonos.

Lo que Alec acaba de decir me lastimo, me duele. Creía que era la única persona que confiaba realmente en mí. Pero no. Me equivoque.

Sin decir una sola palabra me levanto y tomo el celular que descansaba en la barra.

—Magnus... espera... yo.

Salgo del lugar con un fuerte portazo y sin escucharlo siquiera. 

PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora