27. Max

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Aceleró en cuanto cortó la llamada.
Probablemente me he salto tres luces rojas, pero una infracción resulta ser el menor de mis problemas ahora.

No puedo decir como es que llego al hospital, pero bajo corriendo del auto, sin importar lo mal estacionado que estoy o que olvidó poner la alarma.

Corro por los blancos pasillos del lugar sin poner atención a las protestas de algunas personas.

—Enfermera... disculpe... la habitación... 206.

La respiración me falla de pronto, no soy bueno corriendo y nunca lo seré.

— En el área de pedagogía, camine tres pasillo más y la verá.
—Gracias.

Emprendo el recorrido de nueva cuenta, hasta que doy con el lugar.

La blanca puerta me recibe y solo basta tocar una vez para que se abra y una Isabelle con el rímel corrido y ojos rojos por el llanto me reciba.

No espero que diga nada, solo la abrazo y aprieto contra mi pecho, mientras acaricio sus negros cabellos y realizó pequeños círculos en su espalda. Dejo que llore porque se que lo necesita, necesita desahogarse y sus hermanos y madre aún no están aquí para que pueda hacerlo cómodamente.

—Gracias por venir.— Apenas y logra decir las palabras por los sollozos.

—No tienes que agradecerme, Max se volvió mi familia desde el día que lo conocí. ¿Qué fue lo qué pasó?

Iz retrocede un poco, pero sin soltarme aun, toma una fuerte respiración, intentando controlar el temblor de su voz.

—Su corazón se detuvo. Llame a la ambulancia de inmediato, mientras yo intentaba mantener la calma y lo abrazaba a mi pecho. Lo cargue a la entrada y a los pocos minutos llegaron los paramédicos. No tiene más de media hora que esta fuera de peligro y dicen que está estable pero...

La voz se le rompe de nuevo y comienza a llorar, esta vez ni siquiera intenta controlarlo.

—Está bien Izzy, Max estará bien, te lo prometo, es un niño muy fuerte.

Las palabras suenas vacías incluso en mi, porque sabemos que Max no estará bien y que esto es el comienzo del temible final.

La puerta se abre de pronto dejando ver a una Maryse presa del pánico que corre a su hijo, Isabella va tras ella y la abraza, intentando explicar lo que había pasado, tras ella entra Jace y creo que es momento de ir por algo a otro lugar.

Jace toma mi hombro antes de salir.

—Gracias.

— No es nada. — Salgo para darle un momento en familia.

Simón y Clary están en el pasillo y yo les hago un breve resumen de lo que Isabelle me contó. Todos sabemos que no podemos entrar, que debemos dejarlos solos un rato y que ellos saldrán cuando estén listos para hablar.

El tono de llamada resuena por todo el lugar y yo me apresuro a contestar, no necesito ver el número, pues se de quien se trata.

—Magnus ¿Como esta? ¿Que sucedió? Yo estoy en camino tome el primer avión y... yo... maldición debí estar con él, tenía que estar con Max.

—Alec, amor... Max está bien, está fuera de peligro y en este momento tu familia está hablando con el doctor. Esto no es tu culpa, no podíamos saber que pasaría Alec.

—Estaré en Nueva York en máximo cinco horas.

— Iré por ti al aeropuerto y te avisaré si algo más pasa.

—Gracias Magnus.

— Tu familia es mi familia ahora ¿recuerdas?

— Te amo tanto.

Por su forma de hablar y su respiración se que está a punto de llorar.

—Yo también te amo Alec, ve con cuidado. Y espero tu llamada en cuanto aterrices.

Colgamos y me deslizo en la silla cerca de Simón y Clary quienes duermen abrazados.

El verano no empezó exactamente como yo hubiera deseado.

PromiseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora