28. Malas noticias

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Alexander llegó tal como había dicho, lo recogí en el aeropuerto y lo envolví entre mis brazos como consuelo.
No hacían falta las palabras, pues yo sabía cómo se sentía. Max era su todo, la persona que lo inspiraba y a la que amaba incluso antes que a mi y comprendía como se sentía pues el pequeño se había colado en mi alma al punto de sentir un dolor en el pecho cada que lo veía conectado a las máquinas que lo mantenían con vida.

Al llegar al hospital Alec se reunió con su familia y desapareció dentro de la habitación.

Clary, Simon y yo permanecimos fuera, incluso Cat que tras enterarse corrió al hospital y se reunión conmigo.

Cuando al fin pudimos ver al pequeño Max, esta se veía más débil, más pálido e incluso más enfermo que antes, lo único que se mantenía era la inigualable sonrisa que asomaba de sus labios.

— !Magnus¡ Que bueno que estas aquí. — Max me mira demasiado serio para un niño de su edad.

— ¿A si? Me da gusto que mi presencia te alegre.

— No seas egocéntrico.

Ambos reímos ignorando a todos los presentes.

— No, me gusto verte porque necesito que le digas a Alec que todo va a estar bien.

Mi mirada viaja de Max a Alec quien en este momento es todo lágrimas. Cierro los ojos en un intento por calmar mis emociones y me giro con una gran sonrisa antes de rodear al pequeño con mis brazos.

— El sabe que todo estará bien, solo es un poco sentimental.

—!Hey¡ No soy sentimental...

— Lo vez... está reclamado, el esta bien.

— Pero en un tiempo no lo estará Magnus.

Lo aferro mas a mi. Como un niño puede decir eso. Porque la vida tiene que hacerle esto a alguien como Max. No lo entiendo.

El sonido de la puerta al cerrarse nos regresa a la realidad. Tessa quien es la doctora de Max entra para informar de su salud a los familiares y como es obvio Clary, Simón y yo estamos por retirarnos cuando Alec me toma de la mano y me acerca a él.

— Pueden quedarse, son parte de la familia.

Nadie se atreve a llevarle la contraria o piensan lo mismo que Alec pues nos quedamos.

— De acuerdo... las noticas que voy a darles no son buenas o alentadoras. — Tessa gira su mirada a Max.— Las cosas se están complicando, el corazón de Max ya no está respondiendo a ningún tratamiento y late cada vez más lento. — Toma una larga respiración antes de continuar. — Estamos entrando a la etapa final de la enfermedad. Lo siento mucho.

De inmediato siento como Alexander se aferra más a mi, sus manos tiemblan y su mirada viaja a Max quien lo mira con una pequeña sonrisa y le saca la lengua.

— ¿Cuanto tiempo? — Es Izzy quien tiene el valor de hablar o la única que puede hacerlo.

— Un mes, dos meses...

— Estaré bien, solo no me traten como si fuera de porcelana. — La voz de Max hace eco dentro del silencio.

Las lágrimas comienzan a resbalar por mis mejillas y mi corazón duele tanto como el de todos los presentes.

Max estaba a punto de morir, Alec iba a perder a uno de sus hermanos y no había nada que pudiéramos hacer.

Solo podíamos intentar hacer que Max llevara una vida digna en esos dos meses, que viviera un poco, quererlo y mimarlo hasta que todo terminara y eso dolía como el maldito infierno.

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