Promise

44. El final

6 años después.
«Magnus»
Recorro las calles de la ciudad, aquellas calles que recorrí cientos de veces años atrás, la que se volvió una rutina.

Observó la cafetería en la que trabajé durante años, en la que conocí amigos y gente que marco mi vida.

—Una taza de café, por favor.

—Claro.

La chica no deja de mirarme y sabe quien soy, es abrumador pero maravilloso a la vez.

Me entrega el vaso de café y dejo una propina en el bote junto al mostrador.

Salgo del lugar, no sin antes mirar todo de nuevo. Cuando al fin salgo, la suave brisa de la ciudad me recibe y solo entonces me doy cuenta de lo mucho que extrañe esto.

«Alec»

—¿Todo listo?

—Completamente.

—¿Revisaste la afinación del piano y los demás instrumentos?

—Si hermano, como cada noche.

—Bien.... ¿traerás a Clary?

—Si, Isabelle y Simon se quedaran con los niños, y nos dejaran disfrutar de una buena dosis de jazz.

—Perfecto, en ese caso, debo arreglar unos pendientes. Te veo en la noche.

Un último abrazo y salgo del lugar.

Conduzco directo a mi departamento pues ocupo comer y beber algo antes de arreglar todo y regresar al trabajo.

Al abrir la puerta me topo con un sobre color blanco, con el nombre de Cat y su caligrafía perfecta de portada.

Al abrirlo no puedo evitar dejar salir una sonrisa. Es una foto, tipo postal, de ella, su marido y su pequeño niño, de ahora tres años. La colocó en la mesa de entrada y sigo mi camino, le contestaré más tarde.

Antes de ir a la cocina dirijo de nuevo la vista el sobre y no puedo evitar que la nostalgia se pronuncie, pues esa fue la última vez que vi a Magnus. Lucia tan distinto, el estilo le quedaba bien, al igual que la fama. El día de la boda de Cat, Magnus se fue tan pronto cómo llegó y puedo estar seguro de que el ni siquiera noto que yo estaba en el lugar.

Espanto los pensamientos, pues aún tengo una gran noche por delante.

«Magnus»

Jem decidió acompañarme esta noche.Es un gran amigo y creímos que sería interesante pasar una noche de amigos, aún cuando la prensa pensara otra cosa.

Yo no había estado con nadie desde Alexander, Jem era una especie de belleza que te eclipsaba, pero jamás podría comparar a alguien con Alec, el... el seguía siendo mi todo.

La luces azules de un lugar y la música nos llaman la atención en el segundo en el que pasamos.

—¿Quieres entrar? — Pregunta Jem — O podemos seguir caminando.

—Está Perfecto, entremos.

En cuanto bajamos una escaleras que topan de lleno con una pared, me paralizo y cada poro de mi piel se eriza.

El letrero luminoso, contiene una sola palabra que me hace perder el aliento.

"Alec's"

Aún con ese cosquilleo en la piel, camino por el pasillo, hasta estar completamente dentro del lugar.

No tengo que hacer mucho esfuerzo para recordar, su estilo, que se expande por todo el lugar.

El pequeño banco que tanto cuidaba, el cuadro, el teclado y el saxofón de su colección cuelgan en las paredes del lugar.