31. Dolor

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La única vez en la me había preguntado cuál sería lo más que un ser humano podría soportar en la escala de dolor, fue cuando me vi internado en el hospital por un dolor en el estómago que terminó siendo algo un poco más grave y que terminó en cirugía.

Jamás creí que me volvería a preguntar esto, pero aquí estoy, mientras coloco el saco negro y me observo en el espejo.

Llegue a la conclusión de que no podemos calcular el dolor por medio de una escala, pues no se puede medir y mucho menos el dolor emocional. Cuando hablamos de dolor físico, podemos intentar hacerlo, podemos decir la verdad cuando la enfermera nos realiza aquella pregunta "En una escala del 1 al 10 que tan fuerte es tu dolor" o podemos mentir con el fin de vernos valientes y decir un número más bajo al que en realidad sentimos, pero tenemos la opción para hacerlo.

En el caso del dolor emocional, simplemente no podemos hacer lo mismo. Para este no existe un número, porque en caso de que existiera, sería un número infinito. Es imposible valorar la pérdida de una persona a la que amamos en una escala del 1 al 10.

Porque más que un dolor, es un vacío. Cuando una persona se va de nuestras vidas, deja un vacío en nuestro corazón, algo que es imposible de remplazar, una pequeña punzada de dolor que siempre está presente y que es imposible de curar con algún tipo de medicina, pues está puede sanar con el paso de los años, pero nunca sana por completo.

Eso es lo que nos estaba pasando en este momento.

Alec seguía en una especie de shook, el día del funeral de Max, yo me encargué de bañarlo y arreglarlo con el traje pulcramente blanco que Isabelle dejo en su habitación. Se acordó que todos los integrantes de la familia irían de blanco en honor al pequeño y creo que era lo correcto.

Cuando termine con Alec, le besó los párpados tiernamente, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas y le abracé para que sintiera el apoyo, para que supiera que yo estaba con él y que jamás lo dejaría, que nunca me iría.

Pero Alec estaba roto; la pérdida de Max había sido para él, como si le arrebataran una parte de su alma. La vida le había quitado a su hermano, una de las personas que más amaba en el mundo y probablemente la que menos merecía irse.

Y lo comprendía a la perfección. Max jamás entraría a la universidad, no tendría amigos que le harían sentir vivo cada día, no se enamoraría, no practicaría la música o algún deporte, nunca conocería lo que es conocer al amor de su vida, no daría su primer beso, todo en Max Lightwood era una gran "nunca" y eso podía más que cualquier cosa.

El funeral fue hermoso, por más rebuscado que pueda parecer, su familia estaba presente y todas las personas que en algún momento habían formado parte de su vida, incluso Meadow estaba y no me molesto, si conocía a Max y le apreciaba, merecía estar.

Todos los hermanos dijeron unas palabras y Maryse lo intento, pero el dolor fue mayor.

El tamaño tan pequeño del ataúd parecía irreal, no podía creer que existieran ataúdes de ese tamaño, así como nunca pensé en que un niño tan pequeño pudiera morir. Todos dejamos una rosa blanca sobre el ataúd y por mi parte también deje la nueva entrega de la serie de cómics que Max adoraba, Alec por su parte dejó un reproductor que Max nunca soltaba.

Cuando todo terminó, Isabelle y Simón fueron con Maryse, Jace con Clary, mientras que yo lleve a Alexander conmigo, el camino de regreso fue en total silencio. Y una vez en el departamento Alec simplemente se dejó ir y comenzó a llorar, no pude atinar a hacer nada más que abrazarlo y consolarlo con palabras llenas de amor, pues no había forma de que algo de lo que yo dijera lo hiciera sentir mejor respecto al momento que estaba viviendo.

Una vez que Alec quedo en un sueño profundo, me levanté de su lado y me dirigí a la libreta que descansaba sobre el tocador y que Max me había entregado días antes de morir, con la excusa de que yo debía conservarla y la condición de no abrirla hasta que eso pasara.

Cuanta razón tenia. La libreta está llena de fotos, fotos de Max con sus hermanos cuando era más chico, de él en el hospital, con Clary, con su mamá, Simón y conmigo.... Max me incluyó en su album personal, me consideró parte de su familia, podría decir que me quiso de la misma forma que yo a él.

Hojeo de apoco las hojas mientras me deslizo hasta quedar sentado en piso y con la espalda en la fría pared, intentando ahogar los sollozos, cuando un sobre se escapa de entre las páginas.

Con manos temblorosas lo abro, para descubrir que es una carta. Una carta para mi, hecha a puño y letra de Max.

" Hola Magnus, tal vez te parezca tonto que yo escriba una carta, con toda la tecnología que me rodea o puede que te parezca más tonto el hecho de que escriba una carta para ti y no para alguno de mis hermanos, pero existe razón para esto. Más que una carta para agradecerte por todo lo que has hecho, porque créeme que haz hecho bastante y debo decir, gracias por eso, yo no creí ser capaz de conocer la playa, más que en fotos o tener a una mascota y tú cumpliste esos pequeños sueños realidad, así que gracias Magnus. Pero lo que en realidad me gustaría decir en esta carta es que te agradezco por querer a mi hermano. Alec ha sufrido mucho, por muchas cosas y una de esas soy yo, esta enfermedad no solo me ha perseguido a mi, si no también a mi familia y Alec es una de los que más se preocupa, antes de ti, todo él era seriedad y preocupación, pero en cuanto los vi a ambos cruzar la puerta de mi habitación, supe que algo había cambiado y no me equivoqué. Yo no se que es el amor y no creo poder averiguarlo nunca o al menos de forma en la que ustedes se quieren, pero si se que Alec te quiere o te ama, como sea. Siempre que tú estás con el se le ve feliz y lleno de vida y quiero pedirte un favor Magnus, uno que se cumplirás aún cuando yo no esté. Cuídalo y quiérelo, nunca lo dejes porque no creo poder imaginar a mi hermano con alguien que no seas tú, formen una familia , vivan, no lo lastimes nunca y si lo haces, solo prométeme que curarás sus heridas y le mostrarás que le quieres más cada día. ¿Podrías? Se que puedes.
Solo sean felices, no se queden atorados por lo que pueda pasarme, supérenlo y recuérdenme con cariño, porque yo lo hago, donde quiera que este.
Se merecen ser felices, los dos.
Gracias por ser parte de mi familia y de mi vida Magnus.
Los quiere Max "

A este punto ya no puedo retener las lágrimas, ni los sollozos, diría que me cuesta imaginar que un niño tan pequeño escribiera esto, pero viniendo de Max no podría esperar menos. Mantengo las hojas entre mis manos y me aferro a sus palabras, palabras que vivirán siempre en mi corazón.

Me acerco a Alexander, quien sigue durmiendo profundamente y le beso en la frente, las mejillas y los labios.

—Te lo prometo Max, voy a hacer todo lo que esté en mis manos para hacer a tu hermano feliz. Lo amo y nunca cambiará ese sentimiento nunca.

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