29. Gato traidor

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El siguiente mes fue más como una tortura para Alec y su familia.
Max iba recayendo poco a poco, se habló de un trasplante de corazón, pero fue descartado casi con la misma rapidez.

Lo primero que se fijó fue que la lista de espera era bastante larga y que había personas antes que el pequeño, se habló que de que probablemente no resistiría la operación pues su estado era grave y someterlo a una anestesia general podría resultar mortal y por último y la más dolorosa es que no teníamos los contactos para ayudarlo, no conocíamos a gente de poder o con influencias que pudiera ayudarnos.

Para la gente como nosotros la falta de contactos, la carencia económica mataba más que cualquier otra enfermedad.

Alec pidió un tiempo en la banda, tiempo que fue aceptado sin chistar y yo deje de lado mi proyecto. Ahora nuestra atención y nuestro tiempo le pertenecía a Max.

Pasamos días, tardes y noches enteras en casa de los Lightwoods, tanto que llego el momento de llevar a Presidente a conocer a la familia y vaya que una vez que entro ya no quería irse.

—Gato traidor — Le reprochó mientras el mínimo se enreda entre las piernas de Max.

— ¿Celos? — Los brazos de Alec me rodean los hombros para acercarme más a él.

— ¿De un gato? — Mi vista sigue fija en Presidente — Jamás.

Alec ríe y me trasmite una sensación de felicidad que no puedo describir.

— Si, está celoso de tu gato.

— !Es un traidor¡ — Reprochó al fin.

Presidente maúlla como respuesta.

Alec y yo reímos lo más bajo que podemos, no queremos despertar a Max, quien duerme plácidamente en uno de los sillones.

—Lamentó haberte metido en este enrollo. — Alec recuesta su cabeza en mi hombro.

—No hay nada que lamentar, no es un enrollo y no me molesta en lo absoluto.

Besa mi cuello y no puedo evitar estremecerme al momento.

Me giro para besarle, lento y suave, sin buscar llegar a nada más.

— Tengo algo en mente...

— ¿Que cosa? — Pega su frente a la mía y me observa con curiosidad.

— Max mencionó que su más grande sueño era conocer el mar.

— Mhm..

— Y yo pensé qué tal vez podamos llevarlo a conocer el mar.

Su mano acaricia mi mejilla y yo me recargo en ella para no perder su tacto.

—¿Como haremos eso? No tenemos el dinero necesario.

— Si lo tenemos, ya realicé un presupuesto del viaje y... con el dinero que he juntado para la pasarela es más que suficiente y podríamos cumplir su sueño.

— Pero Magnus...

— Nada Alec, Max se lo merece y lo desea, es lo menos que puedo hacer por él.

— Gracias — Nos besamos nuevamente — Pero yo también quiero ayudar con algo, no tienes porque cargar con todo tu.

— Ajá, hablaremos de eso luego, solo necesito que te encargues de tu mamá y tus hermanos.

Lo beso para que te deje de hablar y porque lo necesito, mi manos se enredan en su cabello negro y las suyas van a mi cintura con el fin de atraerme más a él.

— Tal vez deberían ir a su habitación...

Una risa se me escapa y dejo caer mi cabeza en hombro de Alec y aún sin verlo puedo jurar que Alec presenta todas las tonalidades de rojo en su cara.

— Si.. bueno... si...

— Lo que tu hermano quiso decir es que gracias por la oferta, pero que mejor vengas aquí con nosotros y veamos una película ¿Que dices?

— Solo si vemos Star Wars...

— Lo que tú quieras — Le ofrezco el control — Pero ven pronto antes de que me arrepienta.

Max toma a Presidente en brazos y corre hasta llegar al sillón, donde se pone entre Alexander y yo.

Nuestras manos se juntan por el respaldo del sillón y ambos sonreímos al ver Max tan contento. Hoy es un buen día y para niños como Max esos días son los que más se valoran.

Y eso es precisamente lo que estábamos haciendo.

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