Segundo encuentro.
¡Al fin, la primera cita!Ya estaba por ponerse el sol y yo me encontraba detrás de los abedules con mi ropa goteando agua dulce del rio, debí pensarlo dos veces antes de presentarme así pero no pude evitarlo el día estaba caluroso y la laguna me tentaba con el cantar de la cascada que me invitaba de manera provocativa a meterme para calmar el calor que me estaba agobiando. Mientras comienzo a arrancar algunas flores para hacerme una corona mientras espero, siento que algo me tapa el poco sol que llegaba a mi espalda. Cuando me doy vuelta veo a cuatro caballos alados de color negros corriendo en mi dirección y tirando de un enorme carruaje dorado, antes de reaccionar estaban a mi lado, los cuatro caballos alados me miraban. Me levanto rápidamente y me echo para atrás de un salto, eran unos animales extraordinarios pero que emanaban respeto. Cuando levanto mi mirada lo veo apoyado contra el carruaje y mientras deja las riendas sobre su asiento acolchado me saluda con la mirada.
"Por Zeus, me has asustado" Digo, cuando al fin esta cerca de mí, mi pobre corazón deja de latir por un momento. Me abalanzo sobre él pero me evita y se hace a un lado.
"Debemos hablar." Ese tono de voz no me gusto. Parece que la pesadilla continua, a pesar de que él me besara la noche anterior, aunque eso no se sintió como un verdadero beso, más bien fue como para tranquilizarme... así que no se si realmente tomarlo como un beso o no, pero me gusta pensar que si.
"Dime..." Mi voz temblaba traté de fingir que nada pasaba así que me voltee para luego darle una sonrisa. Que por supuesto era falsa pero él no lo sabía.
"Es algo importante, creo que deberías retractarte de lo que dijiste ayer." Me perforo con su mirada llena de frialdad.
"¿De qué estás hablando?" le rogué, y mientras preguntaba mi voz se quebraba. Sentía como mis ojos se humedecían pero su mirada no cambio seguía igual de fría, observándome.
"Antes debes saber quien soy para poder responder aquella pregunta."
"¿Entonces? ¿Me dirás quien eres?" Pregunte molesta, sentía que estaba jugando conmigo, primero era atento y luego cruel, sentía que mi pobre corazón no aguantaría más, quería llorar. Mi madre no lo aceptaba, su identidad que era completamente desconocida. Pero para mí era algo que no tenia mayor importancia y sin embargo aquí estábamos hablando de ello porque al parecer si tenía un pequeño rol, quise irme. Pero me quede quería saber de una vez por todas todo esto, y si tenía que arruinar la ilusión que se terminara también en este momento.
"..."
"¿Y bien?"
"Entiende no es algo sencillo, lo más probable es que me odies después de decírtelo."
"¿Odiarte? ¿Por qué habría de odiarte?"
"Todos suelen temer, mi nombre no es algo que se mencione fácilmente, ni aquí ni donde los mortales viven" Me cubro la boca tratando de no mostrar sorpresa, pero el acto en si me delato. La verdad es que desconocía el nombre de muchos dioses, sabia de algunos porque las ninfas se encargaban de contarme los chismes de algunos, de los cuales estaba familiarizada eran en general de los que cometían adulterio pero nada más.
"No quiero saber, no me lo digas, mi respuesta no cambiará, así que por favor no me lo digas" Decidí lo que creí que sería lo más sensato, me sentí atraída a él desde el primer momento y no creo que eso vaya a cambiar por conocer su nombre. Me miro perplejo por fin vi que sus ojos dejaban de parecer tan duros y se ablandaron.
Lo invite a sentarse junto a mí mientras hacia una corona de flores con unas margaritas. "ayúdame ¿quieres?" Él simplemente rió, y me dijo que no era hábil con las manos pero que se quedaría conmigo hasta que yo terminara de hacer la corona.
"Agáchate." Le ordene, y seguidamente vi como bajo su cabeza, cuando pose la corona sobre su cabello negro, me sentí complacida conmigo misma. Le quedaba perfecta.
"Para ser una niña..." Acto seguido se levanto y se arreglo su túnica purpura.
"¿Qué ocurre?" Lo miré, era realmente alto e irradiaba una energía única, era imponente. Lo admire unos segundos antes de recibir una respuesta de su parte.
"Debo irme, pero... volveré mañana." Se agacha y me besa suavemente la frente.
"No." Me levanto dolida, pensaba que habíamos tenido algún tipo de progreso después de todo me había besado sin mi consentimiento, a menos de que para él fuese algo normal. Cosa que esperaba que no fuese así, pero de igual manera no podía descartarlo.
"¿No quieres que venga?" Me mira un poco contrariado, y se acerca a mí mientras comienza a abrir y cerrar sus dedos seguidos por una corriente como si estuviese agarrando algo, o quizás estaba apresurándome.
"No soy una niña" Digo firme. Me mira y ríe. Retrocede un poco y apoya sus manos en uno de los maravillosos corceles alados.
"¡Oh! Bueno, de igual forma debo partir" No me estaba escuchando, seguramente no quería oír un berrinche y no me prestó importancia, me sentí ignorada.
"No lo soy." Volví a insistir.
"Demuéstralo" ¿Cómo quería que se lo demostrara? Tenía una postura desafiante se cruzo de brazos y espero. Yo dudé y esto hizo que él se dirigiera a su carruaje.
"¿Cómo?" Pregunte. El simplemente alzo su mano y me hizo una seña de despedida mientras subía al carruaje. Yo corro por el otro lado y me subo a dicho carruaje.
"¿Y bien? ¿Vas a seguir con el berrinche de princesa mimada?" Le devolví la mirada desafiante y lo jale hasta estar realmente cerca. Sus ojos jamás se apartaron de los míos y mientras yo me acercaba a él, vi como hizo una mueca. ¡Eso era! Me había tendido una trampa y yo caí en ella, lo pude ver pero como no vine a jugar simplemente hice lo mismo que él, lo mire coquetamente y ya cuando él podía sentir mi aliento sobre sus labios término reduciendo la distancia aun más. Cuando mis labios apenas rozan los suyos beso su mejilla. Lo dejé atónito o eso esperaba, bajo trotando de su carruaje y le lanzo un beso con mi mano de manera coqueta. Veo como se ríe.
"..." Y sin más se va. Cuando lo veo partir acomodo mis manos entre mis mejillas tratando de ocultar mi vergüenza. Voy corriendo a mi habitación, al entrar me encuentro con Acacia que lloraba en mis almohadas.
"¡Kore!" Se lanza sobre mí y se echa llorar.
"¿Qué te ocurre, Acacia?" Mi mente divagaba y podía sentir el calor de mis labios, casi podía saborear sus labios lo que hacía que me sonrojara de solo pensarlo.
"No sabía, ¡Lo siento tanto! No sabía que el esposo de Afrodita trato de..." Perfecto lo que me faltaba, tenía que consolar a mi amiga por lo que me había pasado a mí.
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A Requiem for love
RomanceEn un valle idílico, donde las flores y el encierro se contrastan para armar la más bella cárcel jamás antes vista. Mi madre, la diosa de los cultivos y la abundancia, es tan sobreprotectora como poderosa y hace de mi carcelero junto a mis queridas...