Capítulo XLVI: Enjaulada.

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Cuando el canario pierde su canto

A la mañana siguiente me desperté con enorme malestar, me sentía nauseosa, apenas y logré ponerme de pie para ir en busca de algo de néctar. Vi mi reflejo y algo no iba bien en mi aspecto, la bofetada que me dio mi madre dejo mi mejilla teñida de rosa.

"Me alegra que hayas despertado." Dijo mi madre que estaba a mis espaldas.

"Madre, ¿a qué va todo esto? ¿Acaso no puedo tener mi privacidad de vuelta?" Pregunte ya que no me agradaba estar tan expuesta, intente mantener la calma, pero la verdad es que, aunque hubiesen pasado unos días mi vida había cambiado completamente... Y si hablamos de tiempo de los mortales quizás era aún más, para los dioses el tiempo corre de una forma diferente meses y años son tan efímeros, pero en la vida de un mortal pueden marcar generaciones....

"Solo quiero estar segura de que él no venga por ti." Me aseguro con un semblante duro.

"¿Por qué? Madre... Él me salvó." Mis palabras fueron perdiendo intensidad, ya que su rostro mostro terror apenas lo mencione. Me arrepentí de decírselo tan directo, sé que para ella es doloroso, aunque no entiendo el motivo...

"Todo esto es culpa de Afrodita, que ha hecho que se enamore de ti, pero es eso Kore, no es más que un hechizo por parte de ella, no es algo que él sienta. ¿O acaso él te ha dicho que te ama?" Preguntó mi madre, no sé cómo supo que Hades jamás me ha dicho esas palabras... ¿Pero realmente es tan importante que lo diga? Sus actos han sido muy claros y me ha demostrado que soy importante, quizás si esto me lo hubiese preguntado antes lo habría puesto en duda, pero ahora... después de todo lo que hemos pasado...

"No necesito que me lo diga... Además, madre, ahora soy su reina, ya no soy la joven doncella, en el inframundo me llaman Persephone." le digo con auténtica felicidad, como si con eso le demostraría que él realmente tiene intenciones serias conmigo. Aunque esta noticia no le sentó nada bien, sus ojos se abrieron de la sorpresa y tiró la tasa de té que tenía sobre sus piernas. Se llevó las manos a la cabeza y su rostro mostraba desconcierto y rabia, pensé que me volvería a dar otra bofetada.

"Madre por favor, entiende, necesito poder hablar con Zeus por..." un fuerte dolor en mi estomago hace que pierda el hilo de la conversación y me llevo las manos a mi vientre. El dolor desapareció tan rápido como llegó. Mi madre me miró extrañada.

"¿Qué has hecho Kore?" pregunto enardecida. "Ninfas." Gritó, una de ellas se asoma por la puerta. "Busquen a Hécate y que se reúna conmigo y Hera en el salón." La ninfa corrió, sus pasos estrepitosos se iban difuminando con el eco.

"¿Qué sucede?" La interrogue, pero no me dio tiempo a seguirle preguntando, a los pocos segundos ella también estaba saliendo de la habitación y me dejaba encerrada bajo llave.

"Es por tu bien."

Pasaron las horas y yo seguía en ese cuarto encerrada. Llegado a este punto donde simplemente parecía que mi vida iba a ser pasar de un encierro a otro, es como si nunca pudiese ser libre. Mi madre constantemente aislándome y Hades quien no tenía más remedio que hacerlo, pero aun así me sentía atrapada. ¿Es que acaso no podría ser libre jamás? De solo pensarlo mi estomago se revolvió. Envidié a las ninfas que juegan en los bosques...

Pensándolo bien... ¿Dónde estará Acacia y Sophi?

Se hizo de noche y yo me encontraba en el cuarto me daba vueltas y vueltas, no podía dormir y cuando me venían a dejar distintos alimentos no reparaban en cruzar palabra conmigo, se iban inmediatamente como si de un sátiro se tratase.

De pronto escucho que abren mi habitación.

"¿Koré?" Escuche por fin una voz familiar, Artemisa. Salte de la cama y corrí hasta la puerta.

"¡Artemisa!" Chillé mientras refrenaba mis impulsos de brincar y darle un abrazo, no es como si hubiesen pasado siglos, pero en parte se sentía así.

"Koré, que alegría que estés bien, me tenías tan preocupada." Dijo con un tono calmado, mientras acariciaba mi cabello. Eso hizo que me alertara, ella jamás había sido tan calma, lo que me daba indicios que seguramente nos estaban espiando, pero la pregunta era ¿por qué?

"No tenías por qué, Hades me cuido, y fue quien me rescató de un enorme Jabalí que de la nada comenzó a perseguirme, no era un jabalí común y corriente."

"Lo sé, ese jabalí estaba allí por un motivo, no me imaginé jamás que fueses a llegar hasta allá."

"¿Cómo? ¿Qué estas tratando de decirme? Tú sabías que había un jabalí allí..." afirme sin saber qué respuesta obtendría.

"Sí, ese jabalí es el protector de ese lugar, o al menos eso se le había ordenado. Es un arma contra los humanos y no debías de habértelo encontrado jamás. Por Zeus y los titanes, temí por tu bienestar ese jabalí ha sido creado para la destrucción..." La miré molesta, no entendía porque tenía que criar esos animales peligrosos y ponerlos en el límite como si quisiera proteger el límite.

"¿Qué hacía ese animal ahí?"

Artemisa se tomó un largo respiro, hubo una pausa donde por fin dice: "Tenía que asegurarme que nadie llegase a la entrada del averno."

"¡Haz puesto mi vida en riesgo con ese maldito animal!" Le grité. "Si Hades no se hubiese aparecido... yo... yo no sé qué habría sido de mí."

"Lo siento Koré, pero jamás pensé que fueses a llegar tan lejos, pensé que si alguna vez consiguieses verlo te devolverías a tu hogar con tu madre. No lo hice para lastimarte, y es que el inframundo no es lugar para ti."

"Todos parecen tener claro donde debo estar, pero se pasan por alto mis deseos y mis obligaciones. Artemisa, ahora soy Perséfone, he dejado de ser Kore y mi sitio es el inframundo, con Hades y las almas." Tome aire y continúe. "Y solo he vuelto para dejar eso en claro, porque mi deber es estar allá."

"Koré... tu madre no lo va a permitir."

"La haré entrar en razón."

"No es tan simple, tu madre ha logrado poner de lado a mi padre y ahora Hera la respalda también. Tal parece que le agrada más tu madre cuando está en su templo que cuando anda llorando desconsolada en el hombro de mi padre."

Me lleve las manos a la cintura intentando mostrarme determinada. "Así tenga que convencer a todo el olimpo de lo contrario. Lo haré porque se lo prometí..." Mis ojos se llenaron de lágrimas de recordarlo.

"No te ofusques..." habló suavemente. "Aún hay algo más que tienes que saber..."

"¿Qué ha ocurrido?"

"Es sobre tus amigas las ninfas..."

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora