Capítulo XXVI: Las dionisias parte V.

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No esperaba que la mañana pasara tan lentamente, éramos pocas las personas que se encontraban sobrias o semi-conscientes, considerando que Hades andaba por allí en algún lugar a excepción del gran salón me quedaban aproximadamente unas mil habitaciones por recorrer sin considerar las carpas de afuera. El solo imaginármelo allí con alguna de las diosas semidesnuda, en alguna de esas carpas atormentaba mi mente, supongo que es algo descabellado pero la verdad con lo poco que he llegado a conocer a la mayoría de los dioses es una posibilidad bastante grande, aunque sé que quizás no sea justa, la verdad es que de cierta manera me da la confianza de saber que no es así, pero de igual forma mi imaginación es salvaje y me juega malas pasadas.

"Kore, ¿qué haces levantada tan temprano?" Vi como su radiante sonrisa se iluminaba aun más al verme, era Apolo, por Zeus, realmente estaba encantada de que llegase, así lo podría dejar a él preocupándose por mi madre mientras yo iba en mi búsqueda de Hades.

"Queridísimo Apolo, que alegría verte, necesito pedirte un favor enorme" me apresuré a decirle rápidamente, antes de darle tiempo para pensar en meterme conversación.

"Claro, Kore ¿Qué te tiene con tanta prisa?" Me preguntaba juguetonamente con sus ojos que me sonreían y me perseguían con cada rápido paso que daba de un lado a otro.

"Pues... Verás debo buscar a alguien ¿te encargas de mi madre? Ha quedado bastante mal desde ayer." Me acerqué a él y le susurre "parece que esta con un poco de resaca... ya sabes por beber tanto." Sentía que con él podía confiar aquel pequeñísimo secreto, además era bien sabido que todos los dioses se embriagaban a la primera que podían. Y mi madre no era la excepción.

"Pues, claro. Pero con una sola condición" Me dice mientras jugueteaba con mis dedos.

"¿Cuál sería?" Pregunté mientras volvía a recorrer toda la habitación con la mirada para tratar de encontrarlo con la mirada, a Hades, claro. A veces me sentía como una acechadora de verdad... pero es que me quedaba tan poco tiempo.

"Pues que bailes conmigo toda la noche ¿podrás hacer eso?" me preguntaba mientras se acercaba para besarme y así sellar el trato. Sólo atine a acercarme rápidamente y darle un leve topón a sus labios con mi mejilla, y mientras me alejaba él solo reía.

Recorrí todos los lugares habidos y por haber, y nada, me sentía frustrada, sentía que realmente debía abandonarlo sin si quiera darle una explicación como es debido pero lo peor de todo es que aun no entendía bien qué clase de explicación le daría. ¿Lo siento, pero me enamore de Apolo? ¿Ya no me gustas? ¿Creo que eres muy mayor para mí? ¿Mi madre me lo ha prohibido? ¿Athenea ha planeado esto contra nosotros y no quiere que te vuelva a ver? Tenía todas esas interrogantes y más. Faltaba un día, a la mañana siguiente me iría y no le diría nada, esta era mi última noche, mi última oportunidad de al menos decirle que lo amaba y luego romperle el corazón.

Sujete mis ropas con fuerza y corrí hasta un abedul, me recosté bajo la sombra que brindaba aquel árbol y mientras escuchaba el resoplar del viento me di cuenta de que siempre iba a ser así, yo lo encontraría solo cuando él quisiera, a pesar de todo me sentía muy segura porque sabía que a su vez él también cuidaba de mí, y ahora que lo tenía ¿lo podría dejar ir? Pensé en ir a practicar a lo lejos para así verme un poco más convincente, recordemos que no era una buena actriz, aunque si la suerte estaba a mi favor quizás él me crea.

Me encontré con mi ninfa favorita y Artemisa, charlaban eufóricamente, al parecer la diosa de la caza le comentaba a Acacia sobre los deslices que había tenido Dionisio y como estos terminaban en un mal romance.

"Te lo digo, es verdad, la última vez aquella oceánides arruino el jardín, llamó a sus hermanas las nayádes e inundaron el templo." Decía entre risas mi mentora.

"¡Menudo error! ¿Y Hera?" Preguntó mi mejor amiga y confidente mientras abría sus ojos en desproporción, esperando a oir una revelación.

"¿Por qué crees que la celebración se hace una vez al año?" Preguntó con soltura, como si fuese la cosa más lógica.

"¿De qué están hablando?" pregunte mientras que salía de los arbustos que me habían protegido de ser descubierta.

"¡Que Dionisio es un fiestero, y que ha tenido casi tantos romances como la pu... digo Afrodita." Acacia se llevo sus manos a la boca, al parecer el alcohol había inhibido gran parte de sus filtros de conciencia.

"¡Acacia! No es manera de referirte de Afrodita." El reproche, la verdad es que todos actuaban raro. El alcohol realmente es un inhibidor, deberé tener cuidado no quiero hacer algo de lo cual me arrepentiré después.

"¡Koré! Afrodita tiene miles de sobrenombres, por lo qué no tratemos de tapar el sol con un dedo. Por lo demás Acacia estás equivocada, a ella no le pagan, generalmente, por los favores que ella les 'brinda'" Comentaba como si hablara del clima o algo así de trivial.

"Artemisa, no me digas que tu también has bebido más de la cuenta." Dije en un grito ahogado, la verdad es que no me parecía que fuese ella la que hablaba.

"No seas tonta, Koré. Claro que no he bebido... sólo he tomado un poco de vino... y... ¡DIONISIO!" Chilló con rabia. Acacia rio complacida, ella no había sido la única que había sido inducida a beber aquel vino.

"Veras... Koré, si el estúpido de Dionisio te ofrece de su vino "especial" no lo aceptes tiene más grados alcohólicos, y hace que con una copa ya te embriagues..." Mientras Artemisa se lamentaba y Acacia comenzaba a tener jaqueca decidí que lo mejor era que me retirara.

"A todo esto, Kore. ¿Qué tal te fue con Hades?" Pregunto Acacia, esto hizo que un escalofrío recorriera toda mi columna, el semblante de Artemisa no cambio pero me sentía observada. Aunque podían ser imaginaciones mías.

"Sí, Koré. Cuéntanos." Dijo en un tono que no me agrado para nada, mientras ella se acomodaba para escuchar mi historia.

"Um, no ha pasado nada." Intente bajarle el perfil. Pero con menuda escenita que hizo él, al hacerme una reverencia lo más probable es que sea el tema a tratar. Aunque si tenía suerte quizás se embriagarían tanto que no recordarían nada.

"¡Kore, no te hagas la tonta! Yo lo vi en tus ojos, él te atrae. No te lo tomes a mal, Artemisa. Pero seamos francas, Hades es maravilloso, sino fuera porque da miedo. Pero ese aire misterioso..." Empezaba a divagar nuevamente la ninfa.

"Claro, Hades tiene un aire magnánimo. Incluso mi hermano se queda corto ante tal dios. No te culpo Koré, si le has echado un ojo. Pero te lo digo, no te hará caso. Nunca ha tomado a nadie en serio... pregúntale a tu madre."

"¿Qué ocurre con mi madre?" Pregunté, pero a los segundos después veo como Artemisa se queda dormida.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora