Capítulo XV: Lecciones de una cazadora.

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De verdad necesito una nueva tutora...

Al despertarme temprano por la mañana, me pregunté si soñé o si realmente ocurrió, al bajarme de la cama me percato de que aun están en el suelo los restos de aquel narciso cristalizado. ¡Había sido verdad! Ocurrió realmente.

"¡Koré, levántate! ¡Hoy vamos de cacería!" Gritaba mientras me arrojaba unas ropas.

"Artemisa, ¿no tienes nada mejor que hacer? Además mi madre te lo prohibió." Le recordé de poca gana, la verdad es que no quería hacer nada durante ese día, solo quería repasar lo de la noche anterior, además me sentía culpable, ver a Artemisa era ver a Apolo pero con una figura más curvilínea.

"Me prohibió la caza de mamíferos pero no de insectos, ¡Vamos a cazar mariposas!" La miré con ánimos fingidos, y mientras movía mis manos y le decía "Yay..." Ella sonreía complacida, de verdad. Me estaba resignando un poco con esta lunática.

"Ok, nos vemos frente al olivo a las 1100." Lo dijo como si fuera un soldado, solo le faltaba el casco con la cresta roja, como si fuera un gallo pavoneándose de sus habilidades.

"Vale, vale estaré a las 11 en punto." Dije escuetamente.

"1100, soldado." Me corrigió.

Después de ponerme aquellas ropas ciertamente incomodas la lana no parecía ser de la mejor calidad daba la impresión de que me daría picazón, definitivamente este improvisado chitón era distinto, no era a los cuales yo estaba acostumbrada. Era una túnica similar a la que ocupaba cuando era más niña, era simple y de lana blanca, había un cinturón de cuero y un calzado digno de un trabajador o esclavo. Me espante, si mi madre me llegaba a ver con dicho atuendo, por muy rara que estuviese, me mataría. Una cosa es que utilizara ropa de mujer un poco provocativa pero disfrazarme de soldado era de las pocas cosas que mi madre jamás hubiese soñado.

Al ponerme todo eso me sentí un poco mas ligera quizás era por lo corta de la túnica que dejaba más libre mis piernas o era el simple hecho de que no tenía que ocuparme de combinarlo con distintas joyas para no repetirme.

Decidí saltar por la ventana, ¡Oh vamos! Después de todo ya estaba vestida así, por lo que podía dejar de ser por un momento una señorita y comportarme como un muchacho, me agarre el cabello y lo até como una cola de caballo y mientras me ponía un cintillo para despejar mi cara. Me sentía como toda una guerrera si no fuera por mi torpeza, claro.

"Llegas tarde." Me reprocho.

"Tuve que arreglármelas para escabullirme, si mi madre me ve vestida..." Ella simplemente se rio, me tomo por el hombro y me entrego un palo con una malla atada al extremo que se abría en dos ramas de las cuales la malla estaba enganchada, parecía no tener mayor ciencia, sin embargo para su aspecto tan rustico parecía irrompible.

"¿Y esto?" Le pregunto un tanto confundida, jamás había visto ese tipo de... cosas después de todo, aunque no comprendía bien de que me servía dicha herramienta.

"Es para atrapar a las mariposas." La miro fingiendo entender sus indicaciones.

"¿Y eso es todo? ¿Atrapar mariposas?" Ella me mira con perspicacia.

"Bueno, podríamos decir que sí. Claro... el único detalle es que debes atrapar al menos 40 de diferente tipo." La miré horrorizada. "Sí quieres que te apruebe."

"¿40? ¿No crees que es un numero bastante grande...?" Ella se lo pensó un momento.

"Para ser tu primera vez... quizás... está bien lo dejaré en 30." Ouch, al menos se apiado un poco de mí, no estaba muy contenta con eso pero algo es algo.

Ella me enseñaba los principios básicos de la caza, tenía que agazaparme, utilizar el factor sorpresa a mi favor, ser ágil como un gato y tan precisa como un águila. Aunque no le veía mucho uso a esto después de todo, las mariposas no eran tan rápidas. Pero si me ayudaba a cazar entonces por mi estaba bien.

"Lo vas haciendo bien." Gritaba mientras correteábamos a unas mariposas.

"Gracias" Le respondí de vuelta.

Iba corriendo distraídamente y choco contra algo que estaba en el suelo.

"¡Serás...!" Me doy vuelva mientras me acaricio las rodillas y verifico si no me he lastimado.

"¡Koré! ¿Te encuentras bien?" Artemisa corre a mi lado.

"Sí, no te preocupes... ¿pero qué?" Se levanta una Ninfa sobándose el costado, parece que le di justo en las costillas, pobre.

"¿Se puede saber a qué se debe este alboroto?" Pregunto la joven desconocida muy molesta.

"Artemisa, hija de Zeus diosa de la caza. Estaba enseñándole a mi pupilo las reglas básicas de la caza." Ella era realmente imponente cuando se lo proponía, pero de nuevo hablaba de más.

"¡Oh! Lo siento tanto... no quise..." Trate de disculparme pero Artemisa alzo su mano como gesto de que me mantuviese callada.

"¿Se puede saber que haces tú aquí? Esta área está restringida y es de uso de la hija de Deméter, Koré." La joven la mira espantada.

"Soy... Cocco... y estaba descansando no sabía, por favor disculpen mi intromisión" Hace una reverencia ante nosotras. Yo intento hacer que se levante pero artemisa de nuevo me frena.

"Cocco ¿Qué es eso que llevas en tu cabeza?" Pregunto artemisa, que tonta era obvio, era una corona de flores hecha con... ¡Narcisos!

"Una corona de flores."

"Eso lo puedo notar, ¿de dónde las sacaste?"

"Está plagado de estas flores, en la pradera se pueden encontrar con mayor facilidad."

"Artemisa, han de ser flores comunes y silvestres no le demos más vueltas y sigamos..." Trate de distraerla pero no presto mucha atención. Le jale las ropas.

"Se va a hacer tarde y aun tengo que atrapar otras 10 mariposas más. Anda" Traté de recordarle su función, esto hizo que reaccionara y me mirara.

"Sí, lo siento, tienes razón. Vamos" Ella se quedó pensativa y mientras nos alejábamos veía que su rostro reflejaba confusión.

"Tengo que hablar con Athenea..." Su nombre hizo que se me crispara la piel. Pero mientras seguíamos en lo nuestro parecía que poco a poco Artemisa volvía a ser la misma parlanchina de antes.

Después de pasar 4 horas cazando mariposas. Al fin puedo decir "¡Listo!"

Artemisa me mira complacida y me toca la cabeza en señal de aprobación.

"Lo has hecho bien." Vale, vale, lo sé. Ahora lo único que quería era llegar a mi cuarto.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora