Capítulo XXXII : Agridulce.

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"Madre." Irrumpí en su habitación mientras le daban un masaje.

"Kore, acercate mi pequeña, que no te puedo ver. ¿Qué quieres hija mía?." Pregunto asustada, mientras se levantaba lentamente del sillón en el que había estado tendida.

"Quiero que rompas el compromiso que tengo con Apolo, asistir a esas fiestas no me han traído ni un beneficio. Por lo que como no me interesa seguir siendo introducida en la sociedad, pues no necesito un pretendiente." Dije firme de una vez, sentía que si no lo hacía así me daría vueltas como siempre lo hago.

"Cariño... ¿Estás segura? Creo que tus razones están bien, hablaré con Apolo. Sin embargo creo que le debes una explicación a él. Pero si no quieres pasar por eso, pues lo puedo tratar yo misma." Ofreció mi madre con soltura.

"Como tu gustes, la verdad no tengo problema en explicarle que no quiero saber nada de hombres por una buena temporada. Todo este cambio ha sido abrumador." Le asegure. Ella solamente me miraba y me contemplaba, ambas sabíamos las razones por la cual quería romper el compromiso, pero como él no volvería mi madre no tenía nada que temer.

Estaba agradecida por aquel caballo, pero no me iba a quedar pensando en el pasado además por más regalos que me envié no cambia el hecho de que no volveré a ver por los próximos 650 años, y yo no puedo prometer que seguiré enamorada de él durante ese tiempo. Así que mejor me dedicaba a lo que tenía que hacer mientras tanto, después de todo tenía varios años para meditar qué hacer. Bueno al menos eso era lo que pensaba en ese momento, la verdad es que cambio de opinión en un abrir y cerrar de ojos. ¿Pero qué más da?

Me encontré con Artemisa mientras iba a mi habitación.

"Artemisa, necesito hablar contigo." Ella me miró atónita para luego cambiar su expresión por una sonrisa.

"Claro, Koré. Lo que quieras."Ella me guio hacia una de las terrazas que daban a la entrada de la casa, un lugar donde concurrían poco las ninfas. La entrada era de las pocas cosas que estaban remontadas en pura tierra, mi madre decía que donde había abundancia era debido a la tierra y que sería inútil taparla con un manto de césped, que quería mantener un equilibrio entre ambas cosas ya que si no, un paraíso no sería distinguido si todo fuera verde.

Al sentarnos en una de las pequeñas sillas de mimbre que estaban al costado de la puerta principal, Artemisa se pone a jugar un momento con sus cabellos. Una actitud más femenina si se le puede llamar así.

"Bien, Koré, ¿Qué te preocupa?"

"Pues..." Dude un momento en cómo decirle que no quería estar comprometida con su hermano. "¿Cómo van las cosas con el bordado?"

Ella ahogo un suspiro desalentador, su cara lo decía todo nada iba mejorando con las clases de mi madre.

"Ni lo preguntes, cada vez es peor, aunque tu madre se ha rendido con las flores, y ya me deja intentar bordar arcos y flechas mi técnica no mejora, siento que ¡Voy a morir del aburrimiento! Aunque... no le digas a nadie, pero me he robado unos palillos de tejer que pretendo hacer unas lanzas en miniatura." Me informaba mientras maquinaba alguna travesura.

Al ver su cambio de humor me dije a mi misma que lo mejor era decirlo de una buena vez y sin tapujos. Lo cual... fue lo que hice.

"Voy a romper el compromiso con Apolo." Le dije, sabía que se iba a enterar eventualmente, pero era mejor si se enteraba por mí.

"Era de esperarse, Apolo va a acceder, ya habíamos hablado de esa posibilidad. Él cree que tanto cambio para ti ha de haber sido muy... Pesado. Por lo que accederá a cualquier petición que tú le hagas. Incluyendo esa." Me afirmo la diosa de cabello platinado.

"¿No te molesta?" Le pregunte.

"No, claro que no. Creo que debes recuperarte y volver a tener fuerza. Espero que no te moleste que Apolo quiera venir a verte de vez en cuando, él sigue muy preocupado por ti. Viene a diario pero no entra por temor a que le rechaces." Me sentí horrible, Apolo era en todos los sentidos maravilloso, pero no me quería presionar teniendo una relación con él.

"No, la próxima vez que venga dile que es bien recibido, que si no me encuentra que vaya a mi habitación. Que quiera romper el compromiso no significa que no lo quiera." Le aseguré, ella sonrió complacida, y mientras se jalaba una de las trenzas se fue.

Sé lo que han de pensar... pero no es que haya perdido mi corazón es solo que me aterra que cuando lo recuerde sea algo espantoso. El calor que él me brindaba es algo que ya he olvidado, al menos ya no lo puedo sentir tan vivido como antes. Es una ilusión que se me escapa entre medio de mis manos como si de agua se tratara. Pero debo olvidar, porque intento vivir el día a día pero se me hace cada vez más insoportable. Intento pretender que no ha ocurrido nada, pero ya ni Acacia se me acerca, creo que teme que recuerde ese día. Pero a pesar de todo ciento que se han alejado de mí pero no puedo hacer nada más que seguir.

"Sophi..." La llamo en un susurro, la joven ninfa se acerca a mi curiosa.

"Dígame, señorita, ¿en qué puedo ayudarla?" Decía mientras me miraba curiosa.

"¿Sabes donde esta Acacia? hace días que no la veo." Mientras jugueteaba con mis ropajes, ella simplemente analiza mi postura.

"Creo... que no ha salido de su habitación. Ha estado encerrada hace un par de días. No sé que pretende, dijo que quería subirle el ánimo, apuesto que aun no sabe que ya salió de su estado." ¿Estado? Eso sonaba a como si estuviese enferma, y supongo que es lo más acertado que he escuchado, lo único que me molesta es que todas se hayan enterado de ello. Pero son cosas que no puedo manejar. Es verdad que mi ánimo ha ido fluctuando sin lograr un equilibrio real... pero no es para llamarlo como un 'Estado'.

"¿Podrías decirle que la he estado buscando? Y que la esperare en mi habitación." Le dije mientras cerraba la puerta tras de mí, corrí por la escalinata y me embriague con el olor de las rosas, sí. Nada de eso iba a cambiar, ahora solo debía limitarme a lo que siempre había hecho, ahora comprendo porque dicen que en la ignorancia esta la dicha, pero no puedo cambiar el hecho de qué conocí lo que es saber lo que un sacrificio significa, tampoco cambiaria los días que pasé pensando en él. ¿Pensará él en mí? Me gusta pensar que sí, cada gesto que ha hecho me dice que él piensa constantemente en mí, pero no sé si realmente pueda bastarme con eso, son 650 años... pero Zeus cambia tan rápido, quizás debería comenzar a hacer algo al respecto, son 650 largos años sin embargo... he pensando en esperarlo quizás él haga lo mismo.

No, Kore, no. Deja de pensar así tu madre te reprendería, has aprendido una lección importante y sigues en las nubes así jamás maduraras. —Intente razonar conmigo—

Cuando al fin logre llegar a mi habitación entre tantos pensamientos abultándose en mi cabeza me decidí no por lo más fácil, decidí madurar, comprender en mi totalidad la jerarquía en la que estamos. Quizás si comienzo a comprender las cosas poco a poco, un poco más madura evite cometer estos errores, no, errores no. Decisiones mal tomadas, nada en esta larga vida es un error, siempre hay cosas buenas que sacarle, porque si no no habría un mañana al cual le pueda sonreír, no me puedo quedar encerrada en esto por muy bello y triste que haya sido. Debo madurar, después de todo aprendí con él cosas que jamás habría imaginado, sí, tengo unos recuerdos que atesoro. Porque efectivamente, esto no es más que un recuerdo, un recuerdo con unos maravillosos toques dulces y otros recuerdos no tan buenos debido a su toque amargo, sí, eso será, un recuerdo agridulce.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora