Capítulo XXXIII : Y en el tiempo...

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Han pasado exactamente cuatro años y ya no sigo con la ilusión tan a flor de piel, es algo que guardo solo para mí, hoy se levanta mi castigo de mantenerme solo en los jardines de mi hogar, he tomado un nuevo pasatiempo, el cual es regar y cultivar algunas plantas, tengo un pequeño jardín por así decirlo. Cambiando de tema, Artemisa sigue siendo la misma impertinente de siempre y Apolo sigue visitándome diariamente. Aunque digamos que mi círculo de amistades se ha ampliado.

"Kore, Apolo y Hermes acaban de llegar." Me dice la nueva ninfa que llegó hace unos meses, se llama Rosa y su cabello rojizo causo estragos en Apolo, a pesar de que jura que aún me ama sé que esta joven ninfa le revoluciona alguna que otra hormona. Supongo que su figura menuda y esos labios de color carmesí son cosas que atrae a los hombres.

¡Oh! Casi lo olvido, ¿mencione como conocí a Hermes? ¿No? Pues bien, digamos que después de un desastre que dejo Artemisa. Zeus le mando una carta escrita con su puño y letra y se la mando a dejar con Hermes, el mensajero de los dioses. Pero la cosa no queda ahí, ya que Artemisa y yo estábamos en plena clase de artillería ligera a la cual ella intentaba enseñarme a cómo usar un arco y una fecha.

—Flashback—

Hermes venia caminando en busca de Artemisa tal y como las ninfas le habían indicado, lo único que se les había olvidado mencionar era que estábamos en medio de una clase de arco y flecha.

Yo me encontraba en posición para lanzar, tensé la cuerda y espere trate de aguantar la respiración para luego soltarla junto con la flecha. Lo único que se escucho a lo lejos fue a alguien gritar, Artemisa y yo nos miramos atónitas ante tal cosa. Corrimos en dirección del grito.

"Koré, afina tu maldita puntería y trata de darle esta vez a uno de los blancos" Chillaba iracunda la diosa de cabellos platinados. Mientras se acercaba al pobre al cual sin querer le había atinado justo.

"Lo siento tanto..." me disculpaba mientras trataba de ver a quien le había atinado, no parecía ser alguien que conociese.

"Arg... ¿cuál de ustedes es Artemisa?" Pregunto mientras se quitaba la flecha de su muslo.

—Fin Flashback—

"En seguida voy, mientras tanto ¿serias tan amable de mantenerlo entretenido?" Digo en una voz algo juguetona mientras bajo el cepillo para darle un vistazo a su reacción, ella me reprende con la mirada pero no dice nada, sé va al recibidor según puedo oír por el eco de sus pasos. Chequeo a mis narcisos que están por volver a florecer, los huelo y mientras me alejo de la cómoda me dirijo donde se encuentra mi mentora.

"Ya llegó tu gemelo." Le digo con algo de importancia, ella da un respingo y deja rápidamente el bordado, veo que sus artes manuales no han mejorado en... Absolutamente nada. Pero no es algo por lo que yo me alarmaría, no es tan malo. Mi madre se entretiene enseñándole, es como su propio proyecto en miniatura el cual terminara cuando ella se logre comportar como una señorita o que al menos termine bordando algo medianamente decente, cualquiera de las dos que ocurra primero.

Mientras camino por el pasillo amarro un pañuelo por mi cabeza y engancho en este una orquídea, mientras veo que Apolo intenta ignorar a la ninfa quien por cierto también parece incomoda con la falta de interés que este le presta. Voy en su rescate, creo que intenta demostrarme que me ama y que no mirara a nadie más, sin embargo es inútil, no tengo intenciones de fijarme en absolutamente nadie, no después de lo que pasó con Hades.

"Apolo..." digo en señal de saludo el me extiende sus brazos y me rodea con ellos con un cálido abrazo.

"Estas preciosa, me encanta como te queda aquel pañuelo." Confiesa mientras me recorre con su mirada, yo me doy una vuelta demostrando mi atuendo. Hermes quien también había llegado junto con Apolo me mira un poco aburrido.

"Sino fueras una diosa, te verías como una simple mortal." Dice mientras me cohíbe con su mirada, en general es alguien alegre y fácil de tratar, pero ahora último parece que soy yo la única que le causa dolores de cabeza sin que sepa la razón.

"No seas antipático conmigo Hermes, yo también opino que me queda bien." Le dije desafiante, el bufó molesto. Sus rizos dorados caían sobre sus hombros peligrosamente, quería jalárselos y lo hice, logrando que al fin cambiara ese semblante molesto por uno más amable.

"Eh, basta de juegos Kore, aun no te perdono." Confeso finalmente.

"No es su culpa." Me defendió Apolo rápidamente. "Yo la convencí." Explicaba antes de darle tiempo para rebatir alguna de sus palabras.

"Claro, pero resulta que yo soy un simple mensajero, ahora el par, dejen de molestarme. Vine porque tenía que entregarle un paquete a Deméter, quien por cierto aun no entiendo cómo es que cree que eres una señorita. Me pregunto si debería comentarle que tu, Artemisa y el séquito de ninfas a las que llaman sus amigas se comportan cuando van a beber y jugar al rio." Amenazó.

"Oh, no. No. No. No. No, no podrías, no te atreverías ¿verdad?" Le rogué.

"Claro que no le comentaré eso." Dice finalmente mientras besa mi mejilla y se va en dirección a la habitación de mi madre. "Pero recuerda que me debes una."

"Estaré eternamente en deuda contigo, Mess."

"Sí, sí. Lo que tu digas." Apolo ríe complacido, ambos son muy cercanos y se llevan bastante bien, mientras tanto veo que mi radiante amigo se dirige a la soleada terraza donde estaba su gemela esperándolo con una sonrisa maliciosa.

"Apolo, hermano mío, querido y adorado. No sabes cuánto te he extrañado. ¿Has visto a papá últimamente?" Preguntaba con diligencia mientras recorría a su hermano con las manos en busca de algo.

"Claro, te manda saludos y Hera solo dijo que no armaras lio. ¿Se puede saber que buscas?" Decía un poco apenado debido a que las manos de su hermana encima de él no le dejaban mucha intimidad.

"Algo con filo, ¿no traes contigo ese cuchillo que te regale hace unas décadas atrás o sí?" Preguntaba mientras al fin desistía de la inspección.

"Claro que no lo traigo conmigo. Está en la armería que tengo gracias a ti, tus regalos son puras cosas belicosas algunas ni siquiera sé que uso tienen, deberías pensar en cambiar a algo más normal." Le decía en un tono conciliador, ella simplemente aguanto el aliento y dio un respingo, iba a empezar a hacer su berrinche.

Mi madre le había prohibido tener cosas que tuviesen filo, ya ni le entregan el servicio completo cuando se encuentra en la mesa debido al último desastre titulado 'la gran caza de conejos'. Armo tal lio que mi madre hizo que le quitaran absolutamente todo lo que puede ser refaccionado en algún tipo de arma. Tanto así que se le ha entregado una sola aguja la cual no puede sacar de la pieza del bordado.

"Pobre de mí, ¿qué haré? Yo la diosa de la caza, sin un arma. Me dan nauseas." Decía intentando convencer al bueno de su hermano en que le entregara algún arma y que se apiadara de ella.

"Artemisa, compórtate, es solo una semana y tu castigo recién empezó hoy. Además yo en parte estoy de acuerdo con mi madre. Pobres conejos... no deberías haberlos matado." Le dije con una mirada severa en mi cara, ella corrió a mi brazos y me susurra "Lo sé." En señal de que ella no sabía bien porque se había comportado tan...

"¿Qué maldades están planeando?" Preguntaba Hermes que se incorporaba a la conversación junto con Acacia.

"Espero que no nos metan en problemas nuevamente." Decía mi ninfa favorita quien era la que nos mantenía a raya, la verdad es que todos habíamos cambiado bastante. Solo ella se mantenía más seria.

"Claro que no." Le aseguro Artemisa adoptando un tono más acorde a su edad, a veces se comportaba como una niña malcriada pero generalmente era muy cuerda.

"¿Y bien? ¿No me van a responder?" Volvía a insistir Hermes que por cierto se había unido a nosotros hace poco, después de traer unos cuantos encargos por parte de Zeus a mi madre.

"Nada, planeábamos con algunas de las ninfas ir al bosque por la noche. Dicen que hay un sátiro molestando a las náyades. Así que pretendemos darle un escarmiento." Confieso, la verdad es que esperaba que Hermes fuera con nosotras debido a que tenía las intenciones de preguntarle sobre él.

No, aun no lo supero, pero ya mi vida no gira en torno a eso. O al menos eso creo.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora