A la mañana siguiente apenas abrí los ojos y mi mirada fue en busca de Hades, tal y como había dicho ahí estaba, sentado en un sillón, quizás no quiso despertarme, mis heridas seguían molestándome pero ya no tanto, me levante y le puse una cobija sobre su cuerpo. Me cambie mis ropas e intente buscar algo con que entretenerme, no parecía querer despertar hasta un buen rato. Me acerque a la terraza que daba con un enorme patio trasero. Y lo que vi me sorprendí, eran los campos de Eliseo, jamás me imagine que hubiese algo tan bello y que compitiera mano a mano con el valle de mi madre.
"¡Por todos los dioses!" lo dije en un susurro, me acerco hasta la baranda para tener una mejor vista. Admito que es un paisaje único y esplendido. De pronto siento que alguien me abraza, por supuesto que debía ser mi adorado dios del infierno, sus manos viajaron hasta mi vientre y ahí se quedaron.
"Los campos de Eliseo, es a donde se dirigen solo las almas que han tenido alguna participación heroica durante sus vidas, solo los mejores y más nobles han de entrar ahí ¿Qué te parece?" Dice a modo de introducción.
"Creo que me podría acostumbrar a un lugar así. Pero eso quiere decir que allí no es peligroso ¿no? Solo los mortales que han sido bendecidos y han tenido una actitud benévola podrán entrar ¿cierto?" Pregunte, esperaba que dijera que lo era, de tal manera quizás podría ir allí cuando se me antojara, ya me estaba aburriendo dentro del gran palacio que era, a pesar de que aun no conocía todo el inframundo temía conocer algunas cosas, como los ríos, o el mismo Aqueronte. Aunque Hades era enfático de que nada en el inframundo podría dañarme las miradas de reproche que le daba Thánatos hacia que dudara un poco de él.
"Sí, es un lugar muy pacifico, podrías ir allí sin necesidad de ser escoltada pero creo que lo ideal sería que no te anduvieses moviendo por el inframundo con aquellas heridas." Comentaba mientras veíamos el maravilloso paisaje que se alejaba de nosotros. Al oír que podría ir sin escolta y que me había dado cierta libertad de acción me dio una enorme paz, de alguna u otra forma seguía comparando el inframundo con mi hogar sin querer, puesto que en ambos estaban restringiéndome acerca de a dónde voy o con quién voy. Tome nota y pensé que en que en la tarde podría ir a darme una vuelta por allá.
"Me preguntaba ¿por qué se estarán tardando tanto en sanar? No es como si fuera una mortal."
"Algo raro está pasando, ha venido una afluencia extraña de almas. Y ha de ser debido a eso que no están cumpliendo con sus sacrificios en nombre de los dioses." Lo dijo demasiado serio, pero no le tome mucha importancia, mi madre solía quejarse a veces de que los mortales a veces daban por concedido las bendiciones. No era algo ocurrente pero a veces pasaba.
"¡Oh!" exclame, por otro lado esperaba que no tuviese que ver con el hecho de que aun no volvía con mi madre, no es como si ella fuese a dar vuelta a Gea en mi búsqueda.
"Pero no es nada para alarmarse, puede que sea porque aun no has probado la ambrosía, ¿estás segura que no deseas nada de comer?"
"Pues a menos de que me dejes probar las frutas del inframundo..." Seguí intentando convencerlo de que me dejara saborear la maravillosa granada que crecía por todo el inframundo como si nada. Tenía una apariencia apetecible, pero a quien se lo preguntaba parecía estar reacio a darme de probar un grano, nada. Es como si Hades hubiese sido lo suficientemente sentencioso en ese tema. Incluso lo podía imaginar diciéndoselo a Thánatos, quien parecía más que gustoso con que Hades no quisiera alimentarme con los frutos del inframundo. ¿Qué quería ocultarme? Ya estaba lo suficientemente crecida para que me escondieran ese tipo de cosas.
"Hemos hablado respecto a que no comerás absolutamente nada del inframundo."
"Sinceramente no he tenido ninguna participación en ese tema, se me ha negado hasta el cansancio. ¿Por qué no? ¿Qué es lo que me diferencia tanto? ¿Acaso no soy una diosa? No es como si fuera a pasarme algo por probar."
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A Requiem for love
RomanceEn un valle idílico, donde las flores y el encierro se contrastan para armar la más bella cárcel jamás antes vista. Mi madre, la diosa de los cultivos y la abundancia, es tan sobreprotectora como poderosa y hace de mi carcelero junto a mis queridas...