Capítulo XXV: Las dionisias parte IV.

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Me quedé en un balcón sola, mirando como la luna se escondía tras las nubes que iban pasando. Tenían una textura esponjosa, de verdad me hubiese gustado volar para poder alcanzarlas. El Olimpo se encontraba en los cielos y se erguía un enorme pedazo de tierra que era oculto por las nubes, sin embargo estas se desaparecían como la niebla. Suspiré, todo había sido como un sueño hasta ahora.

"Querida Kore." Me dijo una voz que podría haber reconocido a lo lejos, al darme vuelta lo veo con su galantería y sus esculpidos músculos bajo aquella toga. Era Ares, el dios de la guerra, cada vez que lo veía parte de mi se arremolinaba y causaba estragos.

"Ares" Dije como confirmación a mis temores, él se acerco a mí y besó mi mejilla.

"Había esperado poder encontrarme así, a solas contigo." Me dijo mientras tomaba mis cabellos que resbalaban por mi cara.

"Me encantaría conversar contigo, pero debo volver." Trate de huir de la situación pero el solo tomo mi brazo antes de que me fuera.

"Quédate."Me rogó. Mi razón me gritaba 'huye, huye mientras puedas' sin embargo me quedé. Debo mencionar que odio esa parte de mí, a veces actúo como una tonta.

"Está bien" Sentía que él ejercía algo sobre mí, algo que me atemorizaba pero a la vez me agradaba, la manera en que me miraba era distinta. Él sabía que era lo que quería de mí, antes de que yo lo supiese.

"¿Te molesta?" Dijo mientras bebía, de aquel vino dulce de un color anaranjado.

"Sí, la verdad es que ya no quiero ver a más ebrios." Él soltó una carcajada.

"Puedo hacerlo sabes. Llevarte a una de esas carpas, tu madre ni Apolo jamás se enterarían." Me hablaba como si me estuviese vendiendo algo. Pero ese fuego en sus ojos me decía que había pasado los límites de lo permisible, me debía ir. Eso fue lo que lleno mi mente. 'Corre, Corre' Me decía mi mente.

"No, gracias." Trate de sonar segura, y mientras mis ojos recorrían nerviosos cualquier camino que me llevase a dentro lo más rápido posible.

"No te voy a obligar. Creo que eres de las pocas cosas que vale la pena ser cortejada. Terminé con Afrodita. Quería decírtelo, estoy siendo completamente serio contigo."

"Lo siento." Le dije mientras por fin tuve el valor de salir de allí.

"Está bien, pero lo voy a seguir intentando hasta sacarte un sí. No puedo aceptar un no por respuesta, no después que me quitaras el aliento después de verte con aquel vestido." Parecía hambriento, no sabría decir de qué. Pero quise volver a la seguridad del salón.

Tras de mí se escuchaba el eco que dejaban mis tacones, pero antes de entrar Ares se acerca y abriese la puerta gentilmente, me sonríe. Quizás el también me estaba cazando como cuando Artemisa cazaba las mariposas, veía en él esa satisfacción de tener bajo su vista la presa y luego dejarla escapar solo por gusto de prolongar la caza.

"Acacia, Acacia." Le dije con hilo de voz, tuve que caminar a pasos acelerado para llegar prontamente donde estaba ella. Sin embargo la encuentro con el mismísimo Dionisio, quien por cierto le hablaba al oído coquetamente. No lo podía creer, esto realmente no estaba ocurriendo ¿o sí? De verdad ella quería meterse con él ¿de verdad?. Todos sabían que quien le seguía a Afrodita con las conquistas era Dionisio.

"Pero, claro. ¡Me encantaría!"Le decía Acacia entre risas, y coqueteos. Decidí sentarme en la mesa solo para asegurarme de que no cometiera una estupidez.

"Vaya, vaya. Volviste." Me decía la antipática de Mint.

"En serio, no estoy de humor." Ella me miro con cierta apatía pero me dejo tranquila, se sentó al otro extremo y sin dejar de mirarme conversaba con otras ninfas.

La noche fue bastante larga, jamás me había sentido tan agotada y agobiada, de verdad tenía que lidiar con muchas cosas. Cosas que quizás no tenían razón de ser. Me levante y me fui a la habitación que me había sido entregada, le informe a mi madre y a Acacia de que no estaba de humor para seguir en la fiesta y que me iría a acostar.

El segundo día fue peor, al despertarme veo que Acacia roncaba y casi podía ver las fuertes paredes marmoladas del llamado hogar de Zeus se desbarataba solo por los ronquidos mi ninfa preferida, me levante y fui al lavabo y moje mi cara y pellizque mis mejillas, mi pálido rostro tomo un tono más rosado después de aquella acción contra mi cara, cuando me preparé para salir me doy cuenta que aun era demasiado temprano por lo que volví a la cama.

¡Me he quedado dormida! Fue lo primero que pensé. Me levante lo más rápido que pude, de verdad estaba algo preocupada, soñé con Athenea y todo lo que había ocurrido, estaba ansiosa por saber qué es lo que realmente ocurriría, de verdad aun no estaba segura de mi decisión, a veces deseaba poder ser adulta y madura para poder ver el problema desde altura de miras. Me comía la cabeza pensando sobre la situación no sabía que decirle y mucho menos de lo que Hades me diría, la verdad es que quería aprovechar el poco tiempo que me quedaba con él, sin embargo sabía que era tonto y egoísta de mi parte.

Al llegar al salón me encuentro con mi madre aun con un aliento de los mil demonios su cabello alborotado y el vestido a medio armar, su chitón estaba completamente desordenado y sus ojos tenían unas ojeras que daban pistas de que se había desvelada, se notaba que aun estaba algo ebria, ambas vimos que Hades se nos aproximaba y por primera vez veo que ella no lo mira con odio, lo miraba con cierto... no sé ¿recelo?.

"¿Cómo te atreves?" grito mi madre y le dio una bofetada. Yo me quedé espantada mi madre en sus cabales jamás habría hecho eso.

"Deméter." Dijo él tan solemne a pesar de haber sido humillado con aquella bofetada.

"Jamás, jamás. Tú nunca..." Veo a mi madre enardecida de rabia.

"Deberías beber algo, Deméter. No luces así." Dijo sin más mientras la agarraba del brazo y la llevaba a un sillón, yo los seguí obedientemente sin apartarme jamás de mi madre.

"Tú sabías que yo quería ser reina." Dice mi madre por fin. Mientras veo como su mirada se hunde en el piso.

"No, tu mereces ser Reina, pero hubieses sido infeliz." Sentenció, él la miraba con cierta admiración.

"Claro. Sólo déjame decirte una cosa, no te quiero ver cerca de mi hija, vi en tus ojos lo que planeas, te conozco Hades, y tú bien lo sabes, no voy a permitir que te la lleves, es MI hija. ¿Entendido?" Mi madre tomo su mano fuertemente, no en señal de cariño, era una amenaza.

"Madre... yo..." Me hizo callar con un gesto de su mano.

"Te lo advierto, Hades." Dice por fin antes de caer adormecida por lo que sea que le haya dado Hades.

"Vigila a tu madre, ella debe descansar." Mi corazón se encogió yo de verdad quería pasar el poco tiempo que nos quedaba... sé que él no sabe, quizás si lo supiera lo quisiera utilizar de una mejor manera, ¿debería decirle? No sé, sólo sé... que no sé absolutamente nada, y mientras tanto mi madre comenzaba a roncar casi tan fuerte como Acacia.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora