¿Es que nunca se aburren de las fiestas?
Cuando abro la caja encuentro un pequeño narciso cristalizado, era hermoso. Me puse a llorar, y cuando levante la nota no sabía si leerla o no, no quería faltar a la promesa conmigo misma. Pero ¿que más me podía hacer? Yo ya estaba llorando. Sólo la leería y luego la botaría.
"Espero que te guste.
H."
¡Yo... claro que me gusta y no sabes cuánto te extraño! Y mucho, deseo poder sentir sus labios, deseo poder abrazarlo pero sobre todo deseo verlo incluso si no pudiese tocarlo, me bastaría solo con verlo a lo lejos, saber que está bien.
Y mientras me quedé llorando en mi habitación con el narciso en mis manos soñé con él. Fue un sueño realmente placentero podía verlo como de costumbre, con sus cabellos oscuros y esa mirada penetrante que me dejaba hipnotizada.
"Señorita, Kore." Sophi estaba en mi habitación e intentaba despertarme pero yo no me quería despertar quería seguir soñando con él. Necesitaba pensar en él cuando no era consciente, porque si me hacia consiente me recriminaría a mi misma la promesa.
"Déjame dormir."
"Me encantaría, pero un señor de ojos de color ceniza me pidió que te entregara esta carta." Yo abrí mis ojos de una vez y me senté en la cama lo más rápido que mi cuerpo me lo permitía. Miraba a Sophi y miraba al sobre, estuve así un buen rato cambiando de objetivo cada 2 segundos. Cuando veo que Sophi me mira con exasperación y me lanza la carta yo me alzo para llevarla a mi pecho.
"¿Qué te parece? ¿Es que acaso... será él quien ha hecho que cambies...?" Me sonrojo e intento disuadirla pero cualquier palabra mal entonada haría que ella piense lo contrario.
"¡Espero que sea una invitación a una fiesta!" Sophi me mira consternada, quizás era mejor que pensara que estaba loca por salir del santuario antes de que estaba enamorada de otro hombre.
"Creo que me equivoque, aun eres una niña." Se fue dejándome con la carta. Al abrirla me encuentro con una carta, me prometí que esta sería la última vez que me mostraría débil, que luego lo superaría.
"Hermosa Kore:
Sé que esto quizás te parezca un poco inapropiado pero desde ese día en que te vi por primera vez, sentí algo entre nosotros, algún tipo de conexión. Espero que no haya sido solo mi idea, creo que eres muy bella.
Por lo que espero que puedas asistir a la fiesta que se realizará en nombre de Dionisio, esta se alojara en el santuario de Zeus, para así poder conocerte mejor.
Esperando con ansias que nos reencontremos,
Ares.
P.D: Dentro del sobre están las invitaciones"
Quedé algo decepcionada, a pesar de haberme sentido atraída por él sabía que no era algo real, además no quería problemas con Afrodita.
Pensé en que quizás me haría bien salir a algún lugar, quizás si asistirá a esa fiesta, después de todo ¡al fin conocería algo que no fuera esta cárcel marmolada! El único detalle es que esto se realizaría recién el mes entrante por lo que hasta ese entonces estaría contando los días.
Cuando salí, me encuentro con Acacia, parecía estar ocultando algo por lo que decidí seguirla.
Al llegar al bosque veo que ella está con otra ninfa, y esta parecía estar completamente desconsolada.
"Mina, Mina, cálmate ¿quieres? Cuéntame ¿qué ha pasado?" Era una ninfa muy dulce de figura menuda. Tenía cierto encanto que estaba siendo arruinado únicamente por sus lágrimas.
"Es que... ¡No tienes idea! Yo lo amo, lo amo con toda el alma! ¡Y ha muerto!" Vuelve a sollozar.
"Baja el tono de voz, si alguien aparte de mi te llega a escuchar te meterás en muchos problemas."
"Es que... no te imaginas, él era todo para mí, no sabes la compañía que me hacía." Veo como Acacia intenta consolarla.
"Quizás deberías ir... allá..." Ella abre sus ojos como plato. ¿A dónde iría? Parecía no haber vuelta atrás, no veo porque tanto escándalo, quizás sufría de amor.
"¿Dónde él? Te has vuelto loca, dicen que Athenea está resguardando la entrada al inframundo" Acacia con una seriedad nunca antes vista le advertía a joven ninfa que no se acercara al inframundo ni a su entrada.
"¿Cómo sabes eso?" Acacia la mira de reojo, se da media vuelta y le susurra algo que no puedo escuchar.
"Dices -¿qué?-¿Qué Athenea quiere- y que opina Zeus?" Acacia cuando termina simplemente le dice que guarde eso como un secreto que no le puede decir cómo consiguió esa información pero que no saliera de ella. Pero eso no me incluía a mí.
Cuando veo que ambas se están levantando para dirigirse a la pileta, me escondo entre unos arbustos, debo decir que quedé completamente rasguñada. Pero no emití sonido alguno hasta que ellas se fueran. Me quedé pensativa, ¿Por qué todos mencionaban a Athenea? ¿Por qué ahora? Ella fue mi tutora un tiempo atrás y jamás la vi con alguna actitud reprochable, siempre fue muy digna y justa ¡Y la odio! Porque nadie puede competir con ella, nadie.
Me convencí que debía investigar un poco más a mi rival, y por qué actuaban todos tan extraños, mi madre estaba de peor humor que en años, la verdad es que jamás la había visto tan enojada. Claro, fingía perfectamente con sus invitados que venían de vez en cuando, incluso había bajado la guardia conmigo. Ahora que lo pienso ¿dejo que un hombre entrara a la casa sin antes haberse presentado? Hasta hace no mucho ella me prohibía el ver cualquier imagen masculina y ahora podían entrar y salir de la casa a su antojo.
Es definitivo, algo no anda bien. Es más estoy segura de que ella vio como Ares me abordo e intento besarme, y mi madre nada. Ni siquiera se molesto, quizás hay algo serio pasando.
¿Pero a quien le pregunto? No tengo a nadie en quien confiar, incluso las ninfas son más leales con mi madre que conmigo...
Al llegar a casa, me arrojo sobre un sillón con desgano, de verdad tenía mucho que pensar y poco tiempo.
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A Requiem for love
RomanceEn un valle idílico, donde las flores y el encierro se contrastan para armar la más bella cárcel jamás antes vista. Mi madre, la diosa de los cultivos y la abundancia, es tan sobreprotectora como poderosa y hace de mi carcelero junto a mis queridas...