¿Por qué se tendrán tanto odio?
Nos quedamos en silencio, comprendí al instante todo, en algún momento había sospechado que había sido Thánatos, pero esto parecía encajar completamente, ¿de verdad había sido tan tonta? Quería reír y llorar, ahora entendía porque no podíamos estar juntos, no era un problema de jerarquía, era que él no pertenecía a este mundo y lo más probable era que yo no encajara en el de él.
De verdad no me esperaba esto, como había mencionado antes las complicaciones estaban a la orden del día, le pedí a Athenea un momento a solas para poder digerir nuevamente todo esta nueva información, ella solo asintió. Vi en su mirada triunfante todo lo que ella quizás había deseado, verme abatida y confundida, pero la verdad es que no confundí mis sentimientos solo lamente en la posición que él estaba y en la cual yo quizás jamás podría estar.
Divague por todos lados, aun no me quería encontrar con nadie por lo que me escondí tras una jardinera que tenía unos hermosas flores, eran rayitos de sol. Según Acacia, así los llamaban los humanos, y la verdad estaba de acuerdo con ellos en cuanto al nombre debido a que estos buscaban la luz del sol por lo que se les podía ver como bailaban en busca de los rayos solares. Al rato llegan a la terraza Artemisa que discutía con Ares fervientemente.
"Anda, déjame ver a la pequeña y menuda Kore." Le rogaba el maravilloso dios de la guerra con su musculosa y esbelta figura.
"Vete de acá, sino quieres que le diga a Afrodita que andas pretendiendo a nuestra doncella." Decía mientras mecía su cabello platinado con un dejo bastante molesto.
"¿Por favor?" Rogaba, he de admitir que tenía un tono bastante sexy. De no saber que realmente él estaba con otra diosa tan temible y de no haber estado... Hades... aun no me lo creo, ¿de verdad es el dios del inframundo? ¿Cómo es posible que siendo de lugares tan distintos... estemos en esto? En fin, parecía que esto al menos me podría hacer un poco más entretenida la tarde.
"Te acercas a ella, y créeme que buscaré el arco y te daré con una flecha donde más te duela. Estúpido Jabalí." Amenazaba Artemisa, quien bajo ningún punto de vista iba a dar su brazo a torcer. La verdad esa actitud tan sobre protectora era algo agradable, a pesar de ser tan odiosa tenía buenas intenciones.
"Artemisa, no seas tan terca, ambos sabemos que bajo esa careta poco femenina que tienes hay algo de cariño por mí, después de todo. ¿Qué harías sin las travesuras que hago?" Decía algo irreflexivo.
"Simple, no tendría que ir limpiando los desastres que dejas en el mundo de los humanos. Por lo demás aun no has logrado ninguna victoria." Dicho esto, Ares dejo de sonreír y por primera vez lo vi amenazante. Pensé que iba a quedar la grande por lo que decido salir de mi escondite para tratar de calmar las cosas.
"Hola, Ares. Es un gusto verte." Decidí salir y encontrarme con ellos, la verdad es que no quería pensar, quería dejar que mi cerebro reposara con trivialidades y luego de eso pensaría con más detención sobre todo esto.
"¡Koré! Debes tener cuidado con este idiota." Me decía Artemisa mientras me cubría con sus brazos, y mientras Ares se levantaba y hacia una reverencia hacia mi persona Artemisa más me apretaba.
"Mi hermosa Kore, es un regalo para mis ojos el poder verte en persona." Me halagaba, la verdad de no saber en la posición que me encontraba le hubiese seguido el juego.
"Ares, te lo advierto. ¿O es que acaso deseas que patee tu musculoso trasero como la otra vez?" Decía arisca la diosa de la luna.
"¿Por qué no mejor vas a buscar a tu séquito de diablitas? Te han de extrañar. Y no te preocupes por tu discípula, que yo la cuido." Mientras le comentaba esto él me guiña un ojo, y agarra mi brazo liberándome del abrazo de Artemisa.
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A Requiem for love
RomanceEn un valle idílico, donde las flores y el encierro se contrastan para armar la más bella cárcel jamás antes vista. Mi madre, la diosa de los cultivos y la abundancia, es tan sobreprotectora como poderosa y hace de mi carcelero junto a mis queridas...