Capítulo XXIX : La Separación Segunda Parte.

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Miré aterrorizada a Hades. Quien por cierto no parecía estar alterado, Mint había salido de la habitación llorando. Acacia miraba con un odio enardecido a mi compañero de baile. Y yo... yo no podía creer lo que me habían dicho. Pasaron unos minutos que se hicieron eternos, la incómoda situación era insostenibles y nadie quería hablar mucho menos Acacia quien solamente se limitaba a mirar absorta sus manos sin comprender, mecía su cabeza frenética, quizás sopesaba las horribles probabilidades de que esto pasara a mayores.

Athenea ingreso a la habitación al parecer Mint le había informado todo lo que había ocurrido en cosa de segundos. Venía jadeante, al parecer llegó corriendo sin importarle el vestido ni las otras trivialidades, agradecí que no fuera Artemisa o Apolo. La verdad es que no me los quería encontrar por nada del mundo.

"¡Hades, Kore! ¿Qué ha ocurrido?" Llego tan rápido como había escuchado la noticia.

"Pues, que al parecer Deméter ha visto como el señor Hades le metía la lengua hasta la garganta a su hija." Acacia realmente estaba molesta, me abrazaba con fuerza como si con ello consiguiera que él apartara la vista que estaba posada en mí.

"¡Por Zeus! ¡Kore, escúchame, ve a tu habitación ahora!" Me ordenó Athenea.

"Parece que también venía mi querido hermano." Agrego Hades sin alterarse, la diosa de la sabiduría simplemente dio un respingo, yo no sabía qué hacer, la verdad es que quería huir a mi cuarto, pero quizás si se enteraban de una buena vez me dejan tranquila. ¡Por Zeus! ¿Qué estoy pensando? Ni aunque las moiras intentasen cambiar el destino me salvan de esta.

"¿Qué has dicho, Zeus también?" Athenea se llevaba su mano a la cabeza, eso no podía ser bueno, jamás era bueno. Verla así de preocupada era algo que me aterraba aun más.

"Kore, por favor, ¿podrías ir a tu cuarto con la ninfa?" Acacia lo mató con la mirada.

"No, Hades... Athenea yo me debo quedar acá. Esto fue mi culpa" Athenea se acerca a mí de manera conciliadora.

"¿Se puede saber que pretendías?" Se volvió con rabia hacia Hades. Su cabello flambeaba al igual que sus ojos.

"No sé de qué hablas." Le dijo en seco. Yo simplemente los miraba atentamente.

"Dijiste que no le habías tocado un pelo. ¿Acaso lo que acabas de hacer no ha violado por completo lo que dijiste esa vez?"

"En efecto, eso dije. Pero jamás dije que no lo haría." Respondió sin mayores ataduras. "Por lo demás, ya está hecho."

"¡No! Me rehusó, Acacia. ¡Suéltame!" Sabía que lo mejor para mí era irme a mi habitación pero debían saber que no era enteramente su culpa, que yo también era responsable. Además no podía soportar la idea de dejarlos solos. Porque bien sabía las intenciones de Athenea, ella quería estar con Hades o al menos lo quería lejos de mí. Para su propio beneficio.

Se escuchaban los zapatos que caían pesadamente contra el mármol dejando un eco como huella. Por suerte, solo se escuchaba que provenían de una sola persona, de verdad esperaba que fuera Zeus, en vez de mi madre.

"Te lo advertí." Llego vociferando enrabiado, efectivamente era Zeus, quien paso por mi lado dándome un leve empujón, Acacia gentilmente me sostuvo para no caer contra el piso.

"Padre, antes de que digas algo..." Zeus calló a Athenea con un solo gesto. Sus ojos celestes brillaban, y el rojo de sus ojos no amainaba su temerario semblante. Jamás lo había visto tan... molesto.

"No te metas Athenea, esto ya se le ha pasado de la raya, se lo mande a decir contigo y no fue capaz de acatar las reglas." Hablaba a la diosa de la sabiduría, al terminar se volteo donde se encontraba su hermano mayor. "Pero tú... no te detuviste, me has desobedecido. Hades, esto es una transgresión grave." Sentencio el dios de melena platinada.

Hades, altivo no bajo su mirada, se veía tan omnímodo, incluso con Zeus enfurecido frente a él no cedió. "Zeus, me gustaría que comprendieras que por mucho que te hayas auto-denominado el padre de todos los dioses -y no es que no lo seas con todos los hijos que has tenido- pero me gustaría que entendieras que tus amenazas no las voy a tomar en cuenta, menos aun si me la mandas con una de tus crías. Por muy nobles que sean." Al decir eso miro fugazmente a Athenea para disculparse con una pequeña inclinación de cabeza, ella asintió, tratando de no tomar ningún partido, por sobre todo debía ser justa, no por nada era la diosa de la sabiduría, pero a pesar de eso tenía la leve impresión que poseía una inclinación a estar de lado de Hades. Zeus lacónico lo miró con ira. Al parecer Hades se había pasado de la raya permisible.

"Sé que estoy en deuda contigo, hermano. ¡Pero por todos los dioses del Olimpo! ¿Te has vuelto loco? ¿Tienes idea de lo que me ha hecho jurar y perjurar Deméter?" Seguía vociferando, a pesar de que su semblante estaba algo más dulcificado, pero sin perder la seriedad.

"Puedo hacerme una idea, ¿y qué vas a hacer? ¿Desterrarme? Ambos sabemos que no es posible por el pacto que hemos hecho." Zeus meció su cabeza.

"No, no puedo desterrarte como bien dices."

"¿Entonces? La bella hija de Deméter, no ha caído en falta alguna. Ha sido cosa mía, ella es completamente inocente. Espero hermano, que te encargues que no le ocurra nada, yo asumiré cualquier castigo." Zeus estaba casi tan asombrado como yo, quise hablar pero Acacia me detuvo antes de que dijera nada.

"Pues ya que estas siendo bastante más sensato que hace un momento, está bien. Athenea, dime ¿qué crees que deba hacer? Sé mis ojos ante un justo castigo, hija mía." Athenea dio un paso al frente, sus ojos estaban enrojecidos.

"Padre... no me pidas esto..." Rogó la diosa. Quien nos miraba a mí y a Hades bastante compungida.

"Athenea, hija mía. Por favor, hace los honores. No me decepciones." Dijo con una sonrisa triunfal el dios del trueno.

"Hades, en vista de que no puedes ser desterrado, si puedes ser vetado por un tiempo. Además de no volver a ver jamás a Kore, ni a su madre. Sin embargo... creo que ella también debería resguardarse un tiempo en su casa, bajo el cuidado de las ninfas. " Ella no había terminado de dictaminar la sentencia pero lo único que hice fue susurrar un no, pero no negándome a volver a la cárcel que tenía, sino a negarme a volver a verlo. "Su propio palacio hará de cárcel momentánea, se les prohíbe el contacto mutuo por petición de Deméter, espero que esta vez hagas caso Hades." Athenea bajo su mirada sabiendo que esto haría el inframundo una cárcel para él. Yo lo comprendí, ella tenía razón, él tenía mucho más que perder. Lloré al ver que no lo vería jamás.

"Zeus." Dije débilmente con el hilo de voz que me quedaba, Hades me miro fijo.

"Acacia, llévate a Kore." Mandó el que reina el inframundo, Acacia rápidamente reacciono y me tomo por los hombros. Me zafé.

"Zeus" Repetí, pero con más fuerza.

"¿Dime pequeña? ¿Es que acaso no estás contenta con esto? Es que te preguntas cuantos años serán castigados, pues bien, te responderé por los próximos 650 años"

"Nada de lo que has dicho ha sido lo que quería decir." Afirme tan imperiosa como mi madre. Zeus me miró curioso. "Habla." Me dice.

"Sólo quería decir, que yo accedí de igual manera, así que si se le castiga tanto a Hades, se me debería castigar a mí." Acacia me miraba aterrorizada al igual que Hades me miraba impactado.

"Hija de Deméter, deberías comprender que quizás hayas accedido como dices, pero he de mencionar que mis intenciones jamás fueron serias." Sentencio Hades. Quien cambio su semblante por uno más lejano y frio. Era inalcanzable, no sabía si lo que decía era la verdad.

Zeus rió complacido, y yo me callaba, claramente era algo que no esperaba oír de él. Athenea lo miraba confundida al igual que Acacia.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora