Capítulo XLV: Madre.

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¿Es que todas las relaciones madre e hija son igual de complicadas?

Cuando al fin logro subir el último peldaño del escalón que da al salón principal veo una figura a la distancia que va emergiendo a medida que me voy acercando. Estaba muy apartada entre los pilares, y daba la sensación de que estaba escondida, su figura pequeña y frágil parecía estar débil mientras acariciaba las hojas de las plantas que adornaban el lugar. No logré reconocerla al principio, mis pies poco ágiles golpearon el suelo de forma estruendosa, la figura que yacía escondida se voltea a verme y cuando sus ojos llorosos se encontraron con los míos nos reconocimos inmediatamente, aguanté mi respiración, se de quien más temía ver, mi madre.

"Yo..." Empecé a penas y me acercaba lentamente a ella, pero se levantó muy deprisa y me envolvió entre sus brazos, mientras sollozaba en mi hombro, se alejó de mi me inspecciono con cautela y precisión. "Mi pequeña y adorada Kore, por fin estás acá ¿cierto?" Yo solo asentí mientras veía como sus tambaleantes manos se posaban en mi rostro. "Que alivio... estás bien..." Suspiró, sin embargo, lo que iba a pasar no era algo que me esperase, debo admitir que nunca pude leer a mi madre, no entendía que pasaba por su mente y quizás por eso tampoco pude prever la gran bofetada que me dio. Yo estaba en trance, no me dio tiempo ni de reaccionar lo único que me dio pistas de lo que había sucedido era el sonido seco que dejo su mano al batirse contra mi mejilla.

"¿Sabes todo lo que he hecho por ti?" Comenzó a gritarme. "Ni si quiera una carta, nada." Me enrostraba molesta, quise bajar la cabeza, pero no debía, no podía si lo hacía caería en lo mismo de siempre, en ser su hija pequeña y ya no lo era.

"Madre... yo... Yo quiero estar con él..." Suplique mientras trataba de calmarla, pero sin negar los hechos, yo era la reina del inframundo y mi madre tenía que dejárselo claro de alguna forma, aunque lo admito quizás no era el mejor momento para hacerlo.

"Si la muerte fuera una opción para los dioses, ya me habrías matado de la angustia. ¿¡Qué clase de hija he criado!? ¡No he dormido en días buscándote! Mi adorada hija..." Lagrimas caían por sus mejillas mientras que sus gritos que hacían eco en el salón, y todo eso lo hacía mientras acariciaba el lugar que acaba de abofetear como si con eso hubiese descubierto que yo estaba ahí al frente de ella y que no era una ilusión.

"Espero que me escuches, madre."

"Calla. Hoy no." Ordenó mientras me volvía a envolver entre sus brazos. "Por hoy solo necesito a mi pequeña Kore, no sabes lo que me has hecho sufrir..." Le devolví el abrazo, era reconfortante verla, después de todo jamás había estado tanto tiempo sin ella o sus ninfas vigilándome. Pero me partía el corazón verla tan desconsolada, me sentí horrible por permitir que esta situación la llevase a la desesperación, porque eso era lo que podía ver en sus ojos cristalinos que había estado completamente desesperada buscándome.

"Perdóname." Le susurre, mientras ella seguía abrazando y acariciando mis cabellos.

"Deméter" Llamó una voz profunda. "Veo que la joven Kore ha llegado y en buen estado, al parecer nada de lo que temíamos ha ocurrido."

"Sí, Zeus, gracias a Hermes que la pudo traer de vuelta, sin él intercediendo quien sabe si alguna vez volvía a ver a mi pequeña Kore." Mientras decía me tomaba firme de la mano, podía sentir que lo hacía con más fuerza de lo habitual, quizás estaba siendo demasiado dura con ella, quizás solo por hoy podría ser su pequeña niña.

Aunque la conversación de ellos hacía que se me revolviera el estómago, o al menos eso creía, pero lo de pequeña Kore me estaba sacando de mis casillas, respiré profundamente para no chillar que ya no era una niña que ahora era la reina del inframundo y que mi deber era estar allá.

La conversación se había vuelto cada vez más pesada donde al parecer hasta el titán Helios estuvo involucrado, al parecer tampoco dio buena fe de lo que había visto porque por lo que escucho nada de lo que creen que sucedió ocurrió tal y como lo cuentan. "No entiendo. ¿Rescate? ¿De qué hablan?"

"De tu rapto." Respondió automáticamente mi madre mientras se volvía a Zeus. "Seguro que ha quedado traumatizada con todos estos eventos, Zeus te pido por favor, permitirnos ir a descansar." Insistió mi madre, seguro que no quería que yo importunara ni me pusiera a hacer más preguntas, ahora que la observaba bien con el cabello suelto y enmarañado, me sentí culpable de lo mal que lo hice al irme sin avisarle, pero las cosas solo sucedieron y una cosa llevo a la otra.

Desde mi corazón espero poder explicárselo y que ella al menos logre entenderme... Espero que no sea demasiado pedir.

"Por supuesto, le he ordenado a las ninfas que preparen una de las habitaciones más grande." Respondió Zeus con su voz grave, mientras apoyaba su mano en el hombro de mi madre, siempre me puso nerviosa esa intimidad que se trae mi madre con el dios del rayo.

"¿Una habitación? ¿Dónde se va a quedar mi madre?" Pregunte ya que me pareció extraño oír que había solo una.

"Kore, es lógico que dormirás en mi habitación, no quiero correr riesgos." Mi angustiada madre al parecer había caído al borde de la paranoia. Esto no pintaba muy bien, ya presentía que volvía como un pájaro que nació en jaula de oro, que tuvo su oportunidad de danzar con la libertad pero que fue de vuelta a su jaula, porque su dueña no podía vivir sin su canario que le diera melodías... Me sentía tan confundida, irme y volver ha sido muy duro.

"Deméter sabes perfectamente que mi hermano no es así, él no vendría al Olimpo y enfrentarse a todos los dioses. No lo hará, mucho menos después de esta vergüenza del rapto."

"De igual forma Kore, te quedas conmigo, no confío en nadie. Te quiero sana, salva y donde mis ojos te vean. No quiero que te vuelvan a separar de mí, jamás." Esas últimas palabras fueron susurradas, parecía que se lo reafirmaba más para ella, aunque claro también era para dejarme claro que volvía a mi hermosa cárcel y que no volvería a salir de ella.

De solo imaginarme lo vigilada que iba a estar comencé a exaltarme, la respiración se me empezaba a entrecortar, los colores comenzaban a subir y es que sé que dije que me quedaría como niña buena por el día de hoy, pero si dejo pasar el momento seré la dulce doncella encerrada por siempre. "¿De qué están hablando? Escúchenme por favor, que espero que les quede muy claro ¡Nadie! ¡NADIE ME HA RAPTADO!" Chillé con furia, mientras me dirigía a Zeus, avancé dos pasos mientras la mano de mi madre dejaba de sostener la mía.

"¿Ves? Era lo que nos temíamos, ha entrado en negación, seguro que para ella ir al inframundo un lugar lúgubre lleno de muertos y completamente diferente a lo que era mi hogar lleno de alegría y flores tuvo que dejarla tocada, lo mejor es que descanse y que mañana empiece a tomar consciencia de donde está." Eso ultimo sonó más como una amenaza hacia mi persona.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora