Capítulo L: Sin salida.

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Cuando se cierra una puerta... pero te abren el camino en otra dirección.

"¿Dónde está la niña?" Pregunta una voz añosa, sonaba extraña como si su voz se distorsionara. Me tomó por sorpresa al ver que la bruja tenía un rostro era joven y bello, a pesar de que su cabello era de color gris.

Me incorporé del diván intente llamarla, pero sentí como si la habitación se hubiese dado vueltas y vueltas y lo peor es que iban incrementando de forma vertiginosa. Cerré los ojos con fuerza intentando contener todos esos síntomas tan desagradables. Mi cuerpo febril y débil lograron levantar el brazo para indicarle a la diosa donde estaba.

Artemisa me miraba fascinada y preocupada, como si hubiese descubierto algo que la pudiese beneficiar. "Ni lo pienses." Le susurre.

"Aquí estás." Dijo Hécate. Podía sentir como sus afilados ojos estaban analizando cada centímetro de mi cuerpo.

De forma sutil me tomo del brazo y lo extendió, hizo eso con cada una de mis extremidades, moverme no era lo terrible. Me sentía tan agotada, supongo que estar acostumbrada a que nunca me pasara nada, estar siempre sana y protegida me había hecho débil.

Estar siendo examinada era una tortura, además no quería imaginarme como se tenía que sentir Artemisa, podía sentir que parte de la diosa de la caza se sentía traicionada por mi debilidad, sabía lo preocupada que estaba, sin embargo, para ella esta situación no era nada como cuando salía lastimada de alguna guerra, ¿no? Quizás estoy sobre analizando todo, lo sé. ¿Pero qué más puedo hacer?

"Cúrame... por favor." Le rogué, necesitaba salir de esa habitación y ponerme de pie para estar lista para la reunión más importante. No podía quedarme acostada lamentándome y viendo como seguían tomando decisiones por mí.

"Oh, pero es que, aunque quiera no puedo curarte niña." Su respuesta hizo que me horrorizara ¿acaso sufriré así por toda la eternidad?

Sentía como me estaba estudiando constantemente, sentía que ella estaba juzgándome. No sé cómo explicarlo, pero era como si ella estuviera indecisa a qué hacer.

"Sin embargo, si puedo ayudarte a sentir mejor." Dijo mientras buscaba algo entre sus ropas. "Mi reina." Susurro mientras sacaba unas pequeñas semillas rojas que se asomaban por entremedio de sus dedos.

"¿Eso...?"

Artemisa que estaba atenta miraba con suspicacia los movimientos de la diosa.

"Calla." Me ordenó mientras llevaba las semillas a su boca. La diosa de la caza la observaba sin entender que estaba sucediendo, mas no pudo detener lo que iba a suceder. Hécate agarro mi rostro y me dio las pocas semillas que estaban en su boca. Luego de eso solo escuche unos susurros.

"No la toques." Gritó la diosa a Artemisa que iba a recogerme entre sus brazos. Luego de eso escupió algo oscuro. "Y no miren."

No recuerdo bien que ocurrió después, no sé si me quedé dormida o si me desmayé por unos minutos. Solo sé que apenas y desperté ya no sentía ese pesar en mi cuerpo, no me sentía enferma ni febril.

"¿Qué ha ocurrido?" Pregunté.

"Al fin, la joven reina ha despertado."

"¿Y las demás?" Pregunte mirando a todos lados, estábamos completamente solas, algo curioso ya que desde el momento que había llegado ni mi madre ni Artemisa habían dejado mi lado y si lo hacían, se turnaban entre ellas para cuidarme.

"He pedido que me dejasen estar a solas contigo. Mi trabajo ha terminado, mas no puedo decir lo mismo de ti." Hablaba mientras recogía algunos artilugios que estaban en el piso, no me había percatado, pero tal parece que hizo toda una ceremonia y mientras dormía.

"¿Qué quieres decir?" Miraba todos los frascos que iba guardando de distintos colores y consistencias. Se escuchaba un pequeño sonido que provenía de los frascos, era curioso, no sabía que... ¿qué me ha ocurrido? En lo que me siento más despierta y el no estar adoloridas hacía que hasta el sonido de los frascos fuese fascinante.

"Me lo supuse, Hades no te ha explicado nada ¿no?" Negue con la cabeza. "Te explicaré, el olimpo e incluso el océano funcionan de una forma diferente a como es el inframundo. Los dioses que viven en la 'superficie' por así decirlo, no pueden permanecer mucho tiempo en el inframundo ya que enferman. Similar a como te has estado sintiendo tú."

Gracias, madre, nunca nadie me explicó como ser una diosa. ¿Por qué me estoy enterando de esto recién? ¿Por qué mi madre no me dijo nada?

"¿Esto es por qué baje al inframundo? ¿Pero cómo? Cuando estuve allí no me sentí mal."

"Eso es porque Hades hizo todo lo que pudo para evitar que te envenenas poco a poco allí, por eso seguramente tus heridas sanaban tan lento." Comento como si hubiese estado enterada de todo.

"¿Cómo sabes eso?" Ella me regaló una sonrisa torcida.

"Es simple, aunque no lo recuerdes, fui yo quien te revisó la primera vez que llegaste al inframundo, y por lo que veo... no lo has tenido mejor acá en el olimpo. Pero eso no es lo importante, el problema es que Hades hizo lo que me juró que no haría, comiste semillas del inframundo."

"Sí, pero no lo culpes, Thanatos y yo también lo teníamos pensado. Me dijo que era la única forma... ¿Es que acaso...?" Me interrumpió, tal parece que iba contra Cronos, pero no quise insistir, jale mi vestido, necesitaba prestar atención a todo lo que me dijese, quizás algo de esto podría servirme.

"Sí, en efecto, Hades te ha condenado a una vida en el inframundo, tu cuerpo después de comer las granadas necesita de la energía del tártaro. Lo que me llama la atención es lo rápido que te has deteriorado. Supondría, que mientras estabas en el inframundo tu poder no se regeneraba ya que aun eras una diosa del olimpo y de la superficie. Sumándole que, el reino de los mortales debilitó el poder del olimpo producto de la matanza de tu madre, por ende, tu tampoco sanabas." Recogió un último frasco, lo abrió y lo olió, sentí ese suave aroma entre tierra húmeda y el césped recién creciendo.

La diosa continuó. "Y algo similar paso cuando te hicieron comer las semillas, obligándote a ser parte del inframundo, y como la energía del inframundo estaba afectada, está no pudo recargarte lo suficiente, por lo que venir acá hizo que tu condición se afectara."

"Es como si hubiese estado envenenada. Siendo una diosa del olimpo me envenenaba estar en el inframundo y convertirme en la diosa del inframundo hizo que también enfermara estando en el olimpo."

"Sí, es una forma simple de decirlo."

"¿Entonces? No tengo cura... Eso significa que debo volver al inframundo" Al fin algo me daba esperanza e ilusión.

"No tan a prisa joven reina, en esta situación existen tres salidas, una es que en efecto que vuelvas al inframundo ya que ahora eres parte de el y además has sido proclamada reina. Por otro lado, también existe la posibilidad de que solo bajes al inframundo a recargarte cada cierto tiempo, no es lo ideal pero también esta esa opción... claro, siempre y cuando quieras quedarte aquí junto a tu madre."

"¿Y la tercera opción?" Pregunté curiosa.

"Creo que ya he cumplido con mi trabajo, debería marchar." Respondió mientras se alejaba hacia el pasillo. "Mi recomendación es que medites lo que tu corazón anhela. Llevas la mitad de la guerra ganada y las probabilidades están a tu favor. Úsalas sabiamente."

"Pero..."

"Un último aviso, mañana se reúnen todos los dioses, Hades llegara temprano."

Me regalo una pequeña sonrisa y fue.


A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora