Capítulo XLVIII: La diosa del hogar, Hestia.

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Cuando tus plegarias son oídas.

"¿¡Dónde está Hécate!?" Preguntaba furiosa mi madre, se podía oír desde el jardín, que era de donde venía junto con la diosa desconocida. "¡Llevo días esperando a que ella se aparezca!" Vociferaba Cómo no me sentía bien ella se ofreció a acompañarme hasta mis aposentos. Sin embargo, no me imaginaba que llegaríamos justo con mi madre haciendo un escándalo, al menos esta vez no incluye a los humanos. Pero lo lamento por las ninfas que estén a su servicio.

"¿Kore?" Mi madre me vio entrar, miro con recelo a la otra diosa y sus ojos se abrieron como dos enormes platos. "Hestia..." susurro, mientras tomaba una postura mucho más solemne.

"Deméter, he acompañado a la joven Perséfone ya que no se encontraba bien del todo, tuvo una desagradable sorpresa." Le informo la diosa de la cual jamás había escuchado, supuse que tenia un cargo alto por la actitud de mi madre.

"¿Te encuentras bien Kore? ¿Qué ha ocurrido?"

"Ha ido a visitar a las Sirenas que has creado. Y supongo que eso la tomado por sorpresa." Interrumpió la otra diosa. Los ojos de mi madre estaban enardecidos, ya que no le gustaba que respondieran por mí y tampoco le gustaba quedar tan expuesta.

"Kore... tuve que hacerlo era la única forma." Me aleje de sus brazos, mi cabeza daba vueltas, pero intente mantener la compostura.

"Perséfone madre, deja de llamarme como una doncella." Bramé mientras mi cabeza comenzaba a dar vueltas mientras volvía a sentir esta sensación en el estómago. Perdí el equilibrio, pero me mantuve firme. "Lo que has hecho ha sido terrible, ahora mas que nunca no quiero volver a casa contigo." Escupí con rabia pensando en mis amigas.

"Joven reina, aunque tengas razón no es forma de hablar, menos con tu madre." Ordenó la diosa. "La juventud es siempre tan impetuosa, Deméter." Suspiro condescendiente. "Mas no puedo darte la razón querida hermana, en esta oportunidad tu hija debería ser considerada para estos asuntos." Observe a la diosa que había sido muy amable conmigo, yo aun resentía en parte la perdida de mis amigas, pero no era momento de discutir eso, había otros asuntos más importantes que atender. Y es que no podía perder mi enfoque yo quería volver al inframundo y dedicarme a perder mi tiempo en pequeñas discusiones no era una buena estrategia. Eso me recordó a Artemisa, cuando me decía que debía saber elegir mis batallas y a mis aliados. Y creo que esta diosa podría serlo.

"Lo lamento, me deje llevar." Me disculpe con Hestia. "Es solo que aun..." sentí como si algo afilado atravesara todo mi cuerpo, me quito completamente el aire y empecé a toser de forma persistente apenas alcanzaba a coger algo de aire mientras el dolor incrementaba, lleve mis manos a mi vientre. Sentía un ardor en mi estómago, una sensación que jamás había experimentado en mi inmortalidad. Mi madre corrió a mi lado mientras histérica me preguntaba que me ocurría, sus lagrimas eran derramadas mientras yo seguía con este ataque. Duro unos cuentos minutos cuando el dolor comenzó a calmarse.

Los ojos de la otra diosa no se despegaron de mi madre, como cuando un Alcón observa su presa, sin embargo, mi madre no iba a ser una presa fácil.

"Hestia... ¿Por qué has venido?" Preguntó recelosa mi madre quien me llevaba a un asiento para que descansara.

"Querida hermana, ¿acaso no podía venir a visitarlos? después de todo, la joven reina del inframundo es mi sobrina. Y siento que hay algo que estas obviando, ella ya no pertenece acá." Mi madre retrocedió unos pasos como si lo que la nueva diosa le hubiese dado las peores noticias que podría haber escuchado.

"A qué vienes Hestia, dime cuál es tu asunto con mi hija. No te has aparecido por estos lugares en décadas arrumada en tu templo atendiendo solo a los asuntos de los mortales."

La nueva diosa se acerco a mi y pasaba sus manos por mi rostro como si estuviese buscando algo, yo estaba completamente adormecida y mis piernas no respondían, quería ponerme de pie y aprovechar esta oportunidad de dialogo.

"En efecto mi querida hermana, pero cuando has decidido cometer esta matanza de forma tan brutal no me ha quedado mas remedio que bajar y comprobar todo lo que se me ha informado." Su voz se volvió filosa y pareciera que tuviese tanto o más poder que el mismísimo Zeus. Y continuo "¿O es que acaso se te olvida que soy? De igual forma te lo recordaré querida hermana, soy a quien debes rendirle cuentas cuando destruyes los hogares que con tanta dedicación construí." Sus ojos estaban ardidos en sangre y a pesar de mantenerse calma se sentía una energía pesada y dominante. La diosa del hogar me tomo por el mentón y me jaló para que la observara. "O que acaso no eres capaz de ver que tu hija ya es una mujer." Mi madre se acerco a ella y le tomó la mano con fuerza alejándola de mí.

"Hestia tu no entiendes, tu no tienes hijas. Y yo necesitaba tener conmigo a mi pequeña..." Yo ahogue un grito de auxilio, mi madre me seguía viendo como una pequeña niña no sé si realmente tenga como convencerla esto parece no tener fin. Al menos creo que si logro poner a Hestia de mi parte quizás logre hacerla entrar en razón, ya que es a la única que escucha.

"Entiendo lo suficiente de familias y hogares destruidos, has matado a miles de niños y has dejado padres llorando por sus pequeños ¿Es que eso es lo que querías?" Dio una pequeña pausa. "Es que querías que todos sufrieran lo mismo que tu sufrías, lo entiendo. Pero no es la forma, ahora todas esas pobres almas están en el inframundo y sin un descanso digno porque no les diste respiro. Quizás si escucharas a tu hija a la cual tanto querías cuidar podrías aprender una que otra lección."

Ambas se miraban de forma poco amistosa. Se escuchan unos pasos apresurados corriendo por el pasillo mientras una de las ninfas llega con la respiración entrecortada. "Diosa Deméter, han encontrado a la bruja Hécate, y viene en camino."

"Gracias a todos los dioses del olimpo..." Susurro mi madre, jamás la había visto así tan vulnerable, aunque solo fue por un segundo, ya que luego se recompuso.

"Háganla pasar apenas llegue." Ordenaron ambas diosas al unisonó.

"Hestia solo dime una cosa, ¿vas a invocar una reunión?"

"Tu sabes que no me gusta ser participe." Lo pensó un momento. "Pero creo que esta vez tendré que hacerlo."

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora