Capítulo XVIII: Consejos.

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¡Y de la persona menos esperada!


En el trayecto a la casa, Artemisa no hizo más que gritarme, que cómo se me había ocurrido ir con tal dios, que no era de fiar, que era un dios traicionero y que recurría a trucos sucios con tal de conseguir una guerra entre los pobres humanos, que los utilizaba como títeres y que ella debía acudir de vez en cuando junto con Athenea en ayuda de estos por las atrocidades que él ocasionaba, al parecer todos tenían su lado B. Y yo recién estaba conociendo el de Hades, la verdad es que no me agrado mucho saber por parte de él que la persona que tenía mi corazón era un arrogante.

"Ares me comento algo sobre Hades." Dije finalmente, la verdad es que no lo quise decir en voz alta, pero de igual manera me sirvió.

"¿Qué te dijo?" Pregunto aun molesta pero ya un poco más serena.

"Pues que era arrogante, la verdad es que no sé. Solo quería saber que tal era el inframundo." Admití.

"¿Por qué quieres saber de eso?" yo solo me levante de hombros y suspiré.

"No lo sé, solo tenía curiosidad además quería desviar su atención." Su mirada se ilumino.

"Distrajiste a tu adversario, y yo que pensaba que jamás comprenderías los principios básicos... Estoy tan orgullosa..." Faltaba poco para que llorara de alegría sin embargo accedió un poco a hablarme sobre Hades.

"Hades es quien reina el inframundo, la verdad es que no es tan terrible como suena, todos los dioses o semi dioses que trabajan para él le son muy fieles y morirían por él si así se pudiera. Ya sabes... inmortalidad, pero de todas formas." Decía poco convencida, pero al parecer ella tampoco había tenido mucho contacto con él.

"¿Entonces no es arrogante?" Ella me mira con ternura y luego ríe.

"Todos somos arrogantes, especialmente Ares, no sé con qué cara te dice eso. Además Athenea habla muy bien de Hades también, es verdad que papá tiene cierto recelo con él. Después de todo... le hizo un gran favor, y papá odia estar en deuda. Supongo que como jamás podrá retribuírselo le tiene cierto rencor. Porque sabe que está en cierta desventaja." Aun no comprendía bien de las relaciones entre algunos dioses pero si podía comprender que al menos Hades era de los pocos en los que se podía confiar.

"¿Y no hay una reina en el inframundo?" Sentía como mis ojos me delataban por lo que baje la mirada.

"Oh... no, claro que no. Hades juró y perjuro que no habría reina para él. Al menos no ha nacido aun. Pero supongo que ha de haber tenido algún que otro romance con alguna Ninfa... Pero no estoy muy segura." Decía pensativa, esto hizo que la piel se me crispara y ya podía ver mis ojos en llamas por los celos, ¿ninfas? ¿Es que acaso ningún dios se les resistía?

"Hmm... De igual forma ¿no es algo solitario?" Dije algo resignada.

"¿De qué hablas, Koré? Según lo poco que sé del inframundo es que no es tan inhóspito como dicen, solo... diferente, después de todo es un lugar sombrío, pero si hay sombras... ¡quiere decir que en algún lugar ha de haber luz!" Dice un poco más animada.

"Tienes razón." Le sonrió.

"Por cierto... no le digas a Athenea lo que te he comentado, la verdad es que la noto algo diferente, no sé si es idea mía, pero se le ve un poco más vulnerable que lo de costumbre." Comentaba mientras resoplaba algo molesta, en su rostro podía ver que algo había ocurrido entre ellas, quizás alguna discusión o quién sabe.

"Artemisa..."

"¿Dime, Koré? ¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara tan triste?" Me pregunta preocupada, de un par de zancadas llega a mi lado y me abraza.

"¿Qué pasaría si me enamoro de alguien que no sea Apolo?" Ella abre los ojos desmesuradamente, muy sorprendida por mi pregunta.

"¿¡Te has enamorado de Ares!?" Fue lo primero que pregunto.

"No, solo estoy preguntando... es que aun no me siento enamorada..." Mentí, la verdad es que si lo estaba, pero de otra persona. Pero no quería lastimar a más gente y menos a mi maestra que después de todo se esmero mucho en encontrarme y defenderme.

"Pues... no pasa nada, no estás obligada. Solo deseo que seas feliz, y si no lo eres con mi hermano es porque no es lo suficientemente bueno para ti." Dijo como si estuviésemos tratando sobre el clima, su voz había sido bastante monótona, quizás eso la había lastimado, pero debía entender que quizás las cosas no suceden a pesar de que uno lo quiera así.

"¿Artemisa?" Me suelta de su abrazo y luego me sonríe y acaricia mi cabeza.

"A veces las cosas que queremos que salgan de una manera no resultan, pero siempre hay un motivo. No me gustaría que cometieses algún error, pero es la mejor manera de que puedas aprender." Jamás la había visto hablar tan madura.

"Sí... aunque a veces desearía que las cosas salieran como uno lo planea." Dije algo apenada, porque la verdad es que escogí el camino más difícil.

"No te preocupes, es como ir de cacería, siempre apunta más alto de lo que sabes que puedes llegar, a veces te llevas sorpresas agradables y otras veces terminas metida en una zarzamora y luego te la pasar unas semanas intentando sanar todos esos rasgúñones y espinas que se te han clavado." Dijo con aire solemne a pesar de no entender bien su metáfora tenia cierto sentido, no diré que lo comprendí por completo, pero al menos me dio cierta confianza y me animó un poco. Quizás tenía razón, el destino a veces nos juega malas pasadas pero todo tiene un motivo. Desee ver a las poderosas Moiras para saber que me depara mi destino... aunque considerándolo mejor, quizás es mejor no saber.

No quise preguntarle que le había pasado con Athenea así que caminamos en silencio por el pasillo hasta llegar al hall, donde se encontraba Acacia y Sophi haciendo algunos quehaceres, decidimos unirnos a ellas y ayudarlas, después de todo no había nada más que hacer por el día.

"Gracias, Artemisa y Kore." Agradecía Sophi quien me miraba algo extraña, como si supiera que tengo un secreto.

"No ha sido nada." Respondía sutilmente Artemisa, mientras miraba como la luna comenzaba a posarse por los cielos, y mientras corría al sol, invitaba a las estrellas para que la acompañasen en su travesía.

"Kore, Athenea dijo que volvería mañana. Que te esperaría cerca de los lindes del valle." Decía diligentemente Acacia quien seguía sumida en su ordenanza de libros y textos.

Por Zeus, y yo que pensaba que lo peor ya había pasado.

A Requiem for loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora