Capitulo 48

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Llevaba unos cuantos minutos caminando entre las calles de New York, no es que no pudiera tomar el metro o incluso pagar un taxi, pero su mente se sentía demasiado revuelta como para quedarse quieto por mucho tiempo, por ello es que el aire fresco y los pequeños rayos de Sol que daban entre los edificios, lograban tranquilizarlo y poner su mente en claro, cosa que últimamente no lograba mucho. Pero entonces algo llamo su atención, ahí , en medio de la calle había una pequeña rosa color salmón , que crecía entre maleza verde y fango negro, él no era experto en plantas pero sí bastante inteligente como para saber que aquel suelo no era óptimo para el crecimiento de ningún tipo de flora que no fuera musgo o plantas verdes, pero contra todo pronóstico estaba esa maravillosa flor de pétalos aterciopelados y esplendorosos, entonces lo comprendió todo y pudo admitirlo en voz alta. El Farkle Minkus estaba irremediablemente de Maya Hart, no sabía cómo ni cuándo, simplemente había sucedido, tampoco era difícil de hacerlo, la rubia era una chica preciosa por dentro y por fuera, que podía cautivar a cualquier muchacho con dos ojos y buena vista.

Su amor por ella era como aquella planta, que crecía lentamente contra todo pronóstico y en las condiciones más hostiles, pero lo hacía y nada lo detenía. Sin embargo tenía claro que su amor no era correspondido ya que probablemente eso no podía cambiar, porque él había visto a Maya reír, llorar y hasta enfurecer, todo ello por Lucas y ni en sueños podía lograr que la ojiazul sintiera la cuarta parte de eso por él, pero eso no quería decir que no la iba a seguir hasta el fin del mundo, que la iba a curar de todas sus heridas y que siempre buscaría su bienestar, aun cuando eso lo consumiera. Así que con la mente más clara y un peso menos en la espalada, siguió su camino, no sin lanzarle una última mirada a esa pequeña flor que lo había ayudado a aclarar su sentir y admitirlo sin más.

Pronto llego frente a la puerta de la casa de su pequeño ángel rubio y supo que tenían mucho de qué hablar, en especial sobre aquella mentira dicha en el almuerzo, no es que le molestara ser relacionado con Maya, pero si lo incomodaba un poco que todo fuera mentira, pero trataba de mantener la mente abierta y su humor relajado, después de todo hablando se entiende la gente.

Tomo una bocanada de aire y toco la puerta, pero no pasaron ni 20 segundos cuando fue recibido por una rubia, sin embargo esa no era Maya, si no su madre quien a pesar de todo siempre tenía una sonrisa cálida y una mirada amistosa en el rostro, justo como ahora.

—Hola señora Hunter — Saludo con todo la caballerosidad y elegancia que sus padres le habían enseñado desde que era pequeño.

—Hola Farkle, llámame Katy, ya lo hemos hablado — Respondió la rubia mayor con una sonrisa enorme, sintiendo una especie de ternura por ver al ojiazul delante de ella, pues lo conocía desde que era un pequeño niño y aun así jamás había podio lograr que la llamara por su nombre, tal vez por eso le agradaba tanto, era un chico educado y bueno como pocos en la actualidad — ¿Vienes a ver a Maya? — pregunto mientras abría mas la puerta y tomaba sus llaves.

—Sí, ¿puedo pasar? — pregunto aun de pie en el marco de la puerta, sintiéndose un poco nervioso al saber que a unos pocos metros de distancia se encontraba su mejor amiga.

—Oh claro cariño pasa, sabes que eres bienvenido — Decida con ternura, mientras tomaba su abrigo y su bolsa de mano — Maya está en su habitación, ya sabes donde es — Explico encaminándose hacia la puerta — Tengo que salir ,pero en la nevera hay pizza y soda por si tienen hambre, pórtense bien — Advirtió mientras abría la puerta y caminaba a toda prisa, pues ya iba un poco tarde.

—¿Qué? — Tartamudeo el castaño un poco confundido por lo último mencionado por Katy, puesto que el jamás haría algo malo, ni siquiera era capaz de mentirse a sí mismos, menos a los demás.

Genius Vs HuckleberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora