Capitulo 31

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Lucas salió de las canchas furioso, chocando con todo el mundo sin importarle escuchar algunas protestas de parte de sus compañeros, conforme fue avanzando entre los pasillos su ritmo iba disminuyendo hasta que prácticamente arrastraba los pies, no supo cómo ni en qué momento paso, pero justo en ese segundo se dio cuenta que había llegado a los salones de usos múltiples como ballet, música y pintura. Lo cual en realidad no le importaba porque necesitaba estar alejados de todos.

De pronto escucho el sonido de risas y susurros, lo cual le causo curiosidad, distrayéndolo por unos segundos de su mal humor. Primero probó con el salón de música pero desde el ventanal pudo observar que ni un alma se encontraba ahí, así que prosiguió con el de ballet en donde sí se encontraban varias chicas y la profesora pero aquello era un ensayo serio, ¿entonces de donde provenían aquellos susurros y risas?, lentamente se acercó al último salón, sintiendo una extraña pesadez en el pecho y un nudo en el estómago, era una sensación abrumadora como si presintiera que algo muy malo fuera a pasar. Respiro profundamente varias veces antes de llegar al gran ventanal del salón, pero inmediatamente todo pronóstico se volvió realidad, sintió como su alma abandonaba su cuerpo, de pronto todo daba vueltas a su alrededor y sentía una fuerte punzada palpitando en su sien.

Justo frente a él estaba la imagen más desgarradora que recordaba haber visto en su vida, ahí era de donde provenían aquellos susurros y risas, pero lo que no se esperaba es que los dueños de estas fueran Maya y Farckle, ambos estaban sentados uno al lado del otro frente al óleo que mostraba algunos intentos perdidos de dibujo, era obvio que estos pertenecían al castaño porque la rubia jamás dibujaría algo tan horrible, pero todo eso no era lo importante, ni siquiera el hecho de ambos estuvieran demasiado cerca, no, eso tampoco importaba. Lo único que importaba en aquel momento era la manera en que Maya y Farckle se estaban mirando.

El conocía esa mirada, porque la ojiazul se la había obsequiado algunas veces antes de que el eligiera a Riley. Era esa hermosa mirada azul que te derretía y congelaba al mismo tiempo, también estaba ese brillo fugaz que daba toques dorados y resplandecientes a sus pupilas, como dos estrellas en el cielo, aquella mirada llena de ilusión, complicidad y felicidad, pero esta vez el ya no era el dueño de ella, su dueño era un castaño ojiazul que al parecer comprendía lo que sucedía porque actuaba igual de cómplice y feliz. Era obvio que algo más que simple amistad estaba naciendo entre ambos, quien no lo viera era porque era ciego o tonto, pero Lucas no era ninguno de los dos, él sabía perfectamente lo que estaba pasando, Maya Hart se estaba enamorando de Farckle Minkus.....

¿Maya Hart enamorada de Farckle?

¿Maya y farckle?

De pronto miles de mociones invadieron su sistema nervioso, por un momento tuvo ganas de gritar de dolor pero lo peor de todo fue que la furia y el enojo lo habían abandonado a un vacío existencial, esta vez el Lucas de Texas no era quien salía a la luz, esta vez la parte más oscura y vacía de Lucas estaba en su esplendor.

Se quedó mirándolos por minutos o tal vez horas, realmente no lo sabía porque para él, ya no existía medidas de tiempo, ni siquiera era capaz escuchar más allá de un zumbido que se había instalado en sus oídos, bloqueándole todo intento de huir. Y por primera vez en mucho tiempo entendió todo.... Era Maya , siempre había sido Maya , fue su primer noviazgo fugaz, fue la primera en desafiarlo, fue la primera en aceptarlo tal y como era, fue la primera en controlarlo, fue la primera en preocuparse por él, fue la primera a la que el realmente deseaba besar, era ella.

La amaba como se ama al primer amor, así de puro y sencillo, tan fácil como respirar y tan difícil como no hacerlo. Lo hacía sin medidas de tiempo ni de distancia, de Texas a New York y de regreso, a mil kilómetros por hora, bajo el agua y hasta en las alturas. La amaba por lo que era por ella, por lo que ella era por él, con cada una de sus imperfecciones, incluso con aquel lado oscuro y sensible que se empeñaba en ocultar de la vista de los demás. Pero ya era demasiado tarde porque su belleza rubia, ya no lo quería o tal vez era cierto y nunca lo hizo, pero no importaba porque él lo gritaría la viento, lo susurraría en su oído y hasta lo maldeciría, pero lo siempre lo haría, a cada segundo, entre cada pestañeo, por cada suspiro, el ritmo de sus latidos, multiplicado por mil respiros. Incluso lo haría ahora que ella no lo miraba, cuando estuviera con él, conforme huía de él y se escondía en los brazos del otro ojiazul

Genius Vs HuckleberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora