Capitulo 45

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El Lunes llegaba de nuevo a la hermosa ciudad de New York , alumbrando con tenues rayos de Sol que se asomaban por entre las nubles grises y espesas que cubrían centímetro a centímetro el cielo, pero eso era algo que poco le importaba a Maya quien después de tener un fin de semana lleno de regaños, explicaciones y sentimientos de culpabilidad, se había levantado más temprano de lo normal , tomando una ducha rápida y vistiendo lo primero que había a la mano, llegando a la escuela más temprano que el propio conserje. Por suerte los minutos habían pasado rápidos y justo ahora se encontraba abriendo su casillero para tomar algunos libros y cuadernos para la clase, lo que no sabía es que desde una distancia prudente se encontraba un chico de ojos verdes que la miraba con curiosidad.

Maya siempre había sido una chica hermosa, sin embargo hoy las cosas parecían diferentes, no porque la ojiazul se hubiera vuelto fea de un momento a otro, pero si algo distinta, su cabello ya seco estaba sujeto en moño apresurado del que algunos mechones dorados salían rebeldes, sus ojos carecían de brillo alguno consiguiendo que el azul eléctrico bruscamente se tornara más denso y frió , seguidos de unas ojeras rojizas de las que parecían a punto de brotar sangre, todo ello resaltando en una piel tan pálida como la tiza de pizarrón. Y qué decir de su vestimenta poco colorida y dos tallas más grande que ella, definitivamente quien la viera sabría que algo no iba bien y eso fue precisamente lo que hizo que el vaquero se detuviera a mirarla, escondido entre los casilleros, debatiendo sobre las decisiones que había tomado durante el fin de semana.

Debía actuar pronto o el resto de sus amigos llegaría y sería imposible hablar con la rubia, así que tomando aire profundamente y rezando a Dios por poder hacer lo que tenía que hacer , se encamino lentamente hacia la ojiazul , quien aun permanecía de pie frente a su casillero, mirando sin mirar, en una especie de trance dolorosa, no fue hasta que el vaquero estuvo a unos centímetros de ella, que una roma a canela y calidez comenzaron a inundar cada poro de su cuerpo, advirtiéndola de la presencia de alguien más, pero justo ahora no tenía la valentía de mirarlo a los ojos y fingir, por lo que permaneció de espaldas, escuchando el sonido de su respiración, tratando de mantener la cabeza fría y los pies bien puestos sobre el suelo o al menos lo intentaba.

—Maya... — susurro Lucas posando su mano en el hombro de la ojiazul quien enseguida sintió una horrible quemazón en la piel, aun cuando la gruesa sudadera la cubría, pero la sensación era tan real que amenazaba con hacerla gritar . El ojiverde también lo siento así que retiro su mano rápidamente , como si la piel de ambos fueran brazas hirviendo — Lo siento... — Volvió a susurrar, sintiendo como su estómago se le contraía y un sudor helado le recorría la espalda, pero pronto todo aquello se vio intensificado cuando la rubia decidió encararlo cerrando su casillero con fuerza haciendo que varios estudiantes voltearan a mirarla, pero eso no importaba porque en cuanto Lucas conecto con su mirada, supo que tal vez no era lo suficientemente fuerte como hacer lo que tanto había planeado durante el fin de semana, porque Maya parecía tan frágil, tan fácil de romper, tan vulnerable, que lo mataba, pero debía ser fuerte, después de todo la ojiazul era fuerte y sería más fácil un corazón roto que una castaña rota, que equivocado estaba.

—¿Lo... sientes? — Pregunto Maya haciendo acopio de todo su auto control para no terminar con esta farsa de una buena vez — ¿Qué es lo que sientes Lucas? — Pronuncio la rubia con la voz profunda y entrecortada, las miradas de todos seguían en el dúo dorado, pero eso no le importaba a Maya, después de todo, ella estaba tan cansada de fingir, que hasta parpadear de escocia el alma y eso lo sabía perfectamente ella y Lucas.

—Yo... humm — Tartamudeaba el vaquero sintiendo como su boca era incapaz de pronunciar aquellas palabras que tanto había practicado frente a su espejo y que tan solo eran la firma de su desdicha ¡Demonios! ¿Porque no se quedó observándola de lejos?, porque debía de arreglar las cosas lo antes posible o se terminaría por arrepentir y no haría nada — Y-yo lo siento por... — se quedó en silencio, sintiendo como el aire se volvía demasiado helado y denso, dificultándole respirar, se estaba ahogando y ni siquiera podía recordar cómo se sentía respirar.

Genius Vs HuckleberryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora