Gingerbread Man //KookV// |EN EDICIÓN|

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—¡No es lo que crees, TaeTae!— Jimin fingió una sonrisa agitando los brazos.

—¿No piensas deci- — no teniendo otra opción para callar a su ex pareja cubrió su boca con todas sus fuerzas.

—¡Yoongi y yo estábamos practicando para una obra pero se metió mucho en el papel! ¡Nos vemos luego Tae~!— arrastró al de tez clara cómo pudo mientras este se intentaba zafar.

Jungkook y Taehyung observaron cómo los dos chicos se fueron alejando. El mayor suspiró algo confundido aún pero más emocionado por ver a su pequeño, sonrió cuando lo pudo ver de más cerca, se veía hermoso en ese vestido con las mejillas sonrosadas.

—Eres hermoso, Tae.— dijo tomando su mejilla con delicadeza depositando un suave beso en sus labios.

—Gracias, Kookie.

—Estás son para ti.— entregó el ramo de flores con una sonrisa nerviosa.

—Son hermosas, muchas gracias.— el castaño quiso besarlo pero sentía demasiados ojos ya en ellos dos y no le gustaba ser el centro de atención.

Jungkook pudo notarlo, las compañeras de Taehyung no dejaban de mirarlos con asombro y los chicos parecían envidiosos. Lo tomó de la mano entrelazando sus dedos comenzando a caminar hacia la salida.

El pequeño castaño lucia hermoso en aquel vestido color moradito, aquella piel morena combinaba a la perfección con sus cabellos castaños que caían por su frente, haciéndolo ver adorable.

—Me alegra que Jiminie y Yoongi hyung ya estén bien.— comentó Taehyung forzando su delicado agarre en la mano de Jungkook.

—Sí, ellos parecen quererse mucho.— el mayor no estaba muy seguro de que los mencionados estuvieran bien, pero a él le venía y le iba, porque no se trataba de su bebé.

—Aunque me pone triste que Jiminie no me contara que ya se hablaban, incluso que estaban en una obra juntos.— un puchero apareció en los abultados labios de Tae acelerando el corazón del panadero.

—No te preocupes ya por eso, bebé.

El castaño se detuvo alzándose de puntitas para darle un beso en la mejilla a su pareja, dando por terminada la conversación.

Ambos se dirigieron a pie hasta una heladería cerca del parque que Taehyung siempre frecuentaba después de comprar pan.

—Jungkookie...— ya sentados en una banca comiendo helado Tae decidió hablar.

—¿Sí, bebé?

—¿Podemos actuar en una obra juntos?— pues la idea de Jimin y su novio actuando le había dejado con un poco de envidia. Ellos podían decirle su amor a todo el mundo, y nadie estaría en contra de ello, pero en cambio en su caso era mucho más difícil.

Taehyung también tenía problemas, sus padres eran más rectos que una regla y para ellos que el castaño saliera como un hombre ni siquiera era del diablo. Como un ship que nadie quiere.

La pregunta enterneció a Jungkook por milésima vez en el tiempo que llevaban juntos y él se preguntó mentalmente si su pequeño noviecito no podía ser más tierno.

—Claro que podríamos hacerlo, bebé.— y quien era él para negarle algo a Taehyung.

Comieron su helado disfrutando del momento que compartían juntos hablando de cómo les había ido en su día.

El resto del día no fue la gran cosa, pues estaban en lugares públicos y lo único que podían hacer era tomarse de la mano y ya. Claro que a ninguno le preocupaba lo que las demás personas pensaran cuando los veían pasar tomados de la mano muy felizmente.

Y obviamente no podía faltar la chica que los confundía como hermanos. Eso definitivamente apagó el gran humor que ese día Tae llevaba, iba sonriente tomado de la mano de su novio cuando una chica que era compañera del panadero en la universidad se topó con ellos.

Ella halagó al mayor diciendo que se había hecho más guapo e incluso coqueteó con él frente a la carita hermosa del pequeño, endureciéndolo al instante.

Después para ponerle la cereza al pastel, regañó al mayor por no contarle que tenía un hermanito pequeño tan hermoso como Taehyung. Finalmente el castaño se soltó del agarre del panadero molestó y comenzó a caminar directo a otro lado sin esperarlo.

Claro que por dentro estaba deseando con todas sus ganas que Jungkook lo siguiera y eso exactamente fue lo qué pasó segundos después, cuando ya tenía al mayor casi arrodillándose pidiendo disculpas.

Taehyung sonrió por dentro y se hizo el digno ignorándolo ahora él.

—Vamos, bebé, ya no te enojes con papi.— ¿¡AH, QUÉ!?

Ay pero que cosas Jesucristo Misericordioso.

No estaba preparado para semejante revelación divina y no es que aquella palabra jamás la haya utilizado o escuchado. Pero que viniera del panadero que le amasaba otra cosa que no era masa, ¡era otra cosa! Y no precisamente de la tierra.

Luego Taehyung era quien literalmente estaba babeando arrodillado frente a Jungkook, casi pidiendo inconscientemente algo que los dos deseaban, no por morbo ni experimentación.

—¿Quieres ir a mi casa, Jungkookie?— preguntó el castaño con las mejillas sonrosadas pestañeando a la vez.

Por otro lado Jungkook se arrepentía un poco de haber llegado a tal extremo solo por recibir el perdón de su pequeño bebé. ¿Papi?, ¿de dónde jodidos había sacado eso?

No se podía aprovechar de aquella manera, aunque pensándolo bien eso no era aprovecharse. Si Taehyung lo invitaba a su casita era porque él quería y no lo estuviera obligándolo, sólo era porque si se daba la oportu-

¡ESPERA, ESPERA!

¿Y quien dijo que precisamente él iría a su casa para hacer esa cosa que solo estaba rondando por su cabeza?

No es que no quisiera, no lo malinterpreten, simplemente volviendo al punto de inicio, no se aprovecharía de tal manera de su novio. ¡No era capaz! Ni siquiera por su placer propio, antes estaba Taehyung.

—¡JUNGKOOKIE!— el chillido de Taehyung lo sacó de su trance. Parpadeo repetidas veces dándose cuenta de que ya habían llegado a la casa del gritoncito. —¿Estás bien?

El mayor asintió tragando en seco, había muchas fallas. ¿Y que si sus papás estaban en casa? ¿Que si su padre era un hombre del bajo mundo y le molestaba ver a su pequeña criatura con un hombre mayor, llevándolo al pecado? ¡No podía permitirse morir aún!

Era simplemente suicida entrar a esa casa.