Gingerbread Man //KookV// |EN EDICIÓN|

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Taehyung salió de ahí a paso rápido, sus piernas temblaban como gelatina y las lágrimas salían de sus ojitos rojos como cascadas.

Jamás se había sentido tan acabado y triste, que incluso pensar en morir para acabar aquel dolor era una opción.

Quería que la tierra lo tragase, que un agujero negro se abriese y se lo llevase. Sólo quería desaparecer de ahí.

¿Cómo era posible que después de tanto tiempo apenas se diera cuenta de lo que en realidad estaba sucediendo?

Y es que realmente no debía hacer mucha retrospectiva porque todo lo que pasó fue muy claro ante sus ojos, el único inconveniente es que él fue demasiado despistado.

Está molesto, no, más bien furioso. ¡Súper enojado!

Consigo mismo.

Y con Jungkook por haberle enamorado y hecho creer que entre ellos iba a poder surgir algo más que "un simple cliente y un vendedor"

Pero aun así, a pesar de aquello aun lo seguía amando. Y dolía mucho más.

Hubiese querido con todas sus fuerzas tener el valor de encararlo y enfrentarse a él, pedirle una explicación y después decirle que se podía ir mucho a la mierda.

Sin embargo las cosas no eran así, y sus sentimientos eran cada vez más profundos por Jungkook.

Soltó una risa ahogada aun con lágrimas en los ojos mientras caminaba a paso rápido. No había rumbo, ni tampoco un destino.

Sólo quería alejarse de ahí y de todos ellos.

Era inevitable no lamentarse por haber sido tan bobo, esos eran los únicos pensamientos que corrían por su cabeza.

Su pasó disminuyó conforme el llanto aumento.

Miles de emociones lo abordaban en ese momento, que lo único que pudo hacer fue desvanecerse en el frío suelo de aquel parque oscuro y desolado a llorar.

Lloró, lo hizo como nunca mientras lo único en su cabeza era la pareja compartiendo un beso y una inmensa felicidad, deslumbrando en aquella pista de baile.

Dejó salir su llanto junto con todas sus anteriores dudas. Ya había una respuesta a ellas, unas que lo único que hicieron fue lastimarlo.

Taehyung ya no estaba dudoso, estaba dolido, triste, enojado, pero sobre todo se sentía humillado y molesto consigo mismo.

Llamó a Jungkook entre su llanto, preguntándole el porqué de sus acciones.

No hubo respuesta, en cambio un silencio sepulcral lo rodeó.

Abrazó su diminuto cuerpecito con sus propios brazos y escondió su carita entre sus manos. Lloró por una larga media hora más.

Necesitaba a alguien a su lado, que le dijera que todo iba a estar bien y estaba ahí para él. ¿Dónde estaba Jimin o Baekhyun cuando más los necesitaba?

Estaba solo. Jungkook lo había dejado solo.

Entonces así iban a ser las cosas. Limpió su fluido nasal y las lágrimas con la manga de su camisa.

Esto era la realidad. Y en esta terrible realidad Jungkook no estaba a su lado y jamás lo amo.

Bueno, ¿qué podía esperarse? Él tan sólo es un mocoso de diecisiete años que se enamoró perdidamente de un adulto de veintiséis años.

Recordó desde el primer día que llegó a aquella panadería, hasta aquel hermoso primer beso que compartió junto a él.

La noche en donde estuvieron juntos y se amaron. Cuando Jungkook tomo lo más preciado de su ser y no, no es la tarjeta del Dragó Alado de Ra de Yu-Gi-Oh.