Capítulo 11.2: Reproches

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La suelto y me agarro la cabeza como si estuviera a punto de salírseme.

Sabía que me amaba, pero me convenció de sus duras palabras cuando...

—Te ibas con Damián —digo en un suspiro.

—Damián no sabía lo que ocurría. Sólo fue mi amigo y me acompañó cuando se lo pedí. Era todo mentira. Yo te amaba con locura y vos me creíste demasiado fácil.

Me brotan lágrimas de impotencia. Yo la amaba, pero cuando decidí que lo nuestro se había terminado, no hubo vuelta atrás para mí.

—¿Por qué no me dijiste la verdad, Canela? Podríamos haber viajado juntos.

—Tenía solamente dieciséis años. Éramos menores. No podía irme. ¿Qué habríamos hecho? Si nos fugábamos no habríamos estudiado. No habríamos tenido recursos.

—¿Estudiar? ¿Tenés idea de lo que sufrí al irme solo? ¿¡Qué me importaba estudiar?! Yo hubiera hecho lo que fuera por vos. Te habría protegido.

—Es lo que yo hice... —apunta y ahí lo comprendo.

La miro desencajado. Me protegió ella a mí. Quiero abrazarla pero la bronca por tantos años de dolor inútil me lo impide.

—Te protegí —remarca en un mar de lágrimas.

No sé qué hacer. No puedo pretender que nada pasó. No estoy seguro de lo que siento, ni mucho menos de lo que ella siente.

Camino de un lado al otro como león enjaulado.

—¿Querías decírmelo cuando me encontraste en Italia?

Es obvio, pero no sé qué otra cosa preguntar. Pasó demasiado tiempo como para que el amor que nos teníamos permaneciera intacto. No puedo preguntarle lo que siente por mí, porque yo no sé qué respondería si ella me lo preguntara.

—Ya es demasiado tarde. Ya no hay nada que podamos hacer. Nos herimos demasiado.

Pero puedo dar por hecho lo peor y esperar...

—¿Por qué me odiás ahora? Después de lo que me hiciste creer, ¡no es lógico que vos estés ofendida! Te vengaste. Hiciste que Stefano me rechace para hacer los gráficos y diseño de tu juego.

—¡Estás muy equivocado! Yo ni siquiera tenía poder de decisión en esa época. Jamás habría pedido algo así. Además, ¿cómo podés decir que soy ilógica? ¿Lo que yo te hice creer? Eso no tiene punto de comparación frente a dejarle creer a todo el mundo que yo nunca fui nadie para vos.

Me mira con dolor y ahora veo lo que realmente le ocurrió.

Ni siquiera fue la humillación pública.

A ella realmente le llegó mi desprecio. ¡Maldito mi éxito!

Conseguí que sintiera lo que yo viví cuando ella me dejó.

Quedo mudo.

—Todos creen que soy una mitómana. No te importó lo que me causaran tus silencios. Hasta me inventaron haber estado bajo los efectos de varias adicciones, sólo por que me caí a tus pies intentando que me escucharas.

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